domingo, 31 de enero de 2010

Sherlock Holmes


Arthur Conan Doyle no se hubiera imaginado nunca, después de 9 historias del detective Sherlock Holmes y su compañero el médico John Watson, 5 acerca del Profesor Challenger, 7 novelas históricas, 39 trabajos novelísticos varios, todo escrito desde los 28 hasta sus 71 años finales, que su principal creación comenzaría a ser desvirtuada amablemente por el cine.
El primer detective literario fue Auguste Dupin, de Edgar Allan Poe. Sobre este se basa el famoso Sherlock Holmes, interpretado por Robert Downey Jr., papel con el cual se ganó este año el Globo de oro en categoría a papel “cómico”, 18 años después que obtuviera el BAFTA por su Chaplin. Esto significa que Downey, cercano al alcoholismo y siempre sobreactuado, al fin ha hallado un talento que han traducido en comicidad. Jude Law, mejor actor, lo acompaña como el Dr. Watson.
En este filme está dirigido por Guy Ritchie, el director de una docena de interesantes películas y penúlimo esposo de Madonna. Comparten la producción Joel Silver (prolífico blockbuster en taquilla) y una hermana de Downey (de padre director y madre productora, también).
El estilo de dirección de Ritchie se observa en los adelantos en cámara lenta y los flashbacks en cámara rápida, paradoja de tiempo y velocidad, que caracterizan su cine (Snatch: Cerdos y diamantes; Revolver, Rocknrolla). Fue quien adentró en sus filmes a Jason Statham (El Transportador y otras taquilleras).
El grano de la película es Kodak obscuro para ocultar los trucos de dibujo por computador (barcos, el puente de Londres en construcción inaugurado en 1870). Las caídas, explosiones, incendios, huesos que crujen, introducen el elemento adolescente para el público.
La música es del genio de bandas sonoras Hans Zimmer, loable por Rain Man de 1988, Rey León de 1994 y Gladiador del 2000, que son obras calificables de clásicas, pero dispuesto a mercantilizarse en sus otras 60 películas, con sonidos puramente situacionales.
El argumento no se deriva de Arthur Conan Doyle. Es una extensión de la franquicia por Warner Bros que utiliza unos cuatro personajes de sus novelas, sujetos a historias intertextualizadas por los guionistas Wigram y Kinberg.
Clasificación de calidad: al gusto del espectador.

jueves, 28 de enero de 2010

Pastilla y sorbo muy pequeños: Obama y Colombia


En el tradicional discurso anual del Presidente de los Estados Unidos, en el cual informa a sus conciudadanos sobre “el estado de la Unión”, es decir, donde plantea soluciones a los problemas que del año inmediatamente anterior quedan y propuestas acerca del futuro inmediato del país, lo cual no impide que hable del largo plazo y de las siguientes generaciones, dijo Barack Obama que quería sostener vínculos comerciales más estrechos con Colombia, Panamá y Corea del Sur.
No obstante, a diferencia de otros muchos de los temas que trató y en los cuales insta la participación aprobatoria de proyectos por parte del Congreso, al hacer referencia a Colombia, su vecino Panamá y la Corea no comunista, NO se dirigió a los legisladores en el sentido de recomendar la aprobación de los Tratados de Libre Comercio, TLCs, con esos países.
La lectura de esta mención al país es deprimente: Estados Unidos tendría pocos, pequeños y pobres amigos. En el estilo claro, imperturbable y de hermosa dicción de Barack, mencionar a Colombia fue simplemente una muletilla (un lugar común con significado amplio), una apostilla (un comentario, no un empoderamiento). Hablar de Panamá no es sino establecer un enlace mental con Suramérica más allá de México. Mencionar a Corea del sur, es un apoyo débil puramente verbal a la contraparte de un residuo comunista y empobrecido como es Corea del Norte.
No hablemos más de la dicha mención, que no se alegre indignamente nadie acerca de aparecer allí, en el discurso memorizado y guiado al oído del carismático presidente interracial.

lunes, 25 de enero de 2010

"Gorda"



Neil LaBute, un director de cine, guionista y dramaturgo estadounidense de 46 años, gordo, regular estatura, actuó una sola vez en el filme High School Spirits de 1986. Es un pregraduado en teatro de la Universidad Brigham Young y con posgrados de Kansas, Nueva York y la Royal Academy. Luego, se adentra en Hollywood sin mayores logros.
En el cine, LaBute ha dirigido a Aaron Eckhart (su actor fetiche, el Two Faces de The Dark Knight de 2008), Ben Stiller, Liev Schreiber, Sigourney Weaver, Nicolas Cage y Ellen Burstyn. Su filmografía de siete películas en una década, sin embargo, no muestra nada que comentar.
LaBute, tiene a su haber cerca de veinte obras teatrales: “Fat Pig” título original de “Gorda”, es de 2004. Es una comedia ligera que ha sido puesta en escena en Boston, Los Angeles, Londres y Berkeley. Con ella ganó el Outer Critics Circle Award for Outstanding Off-Broadway Play y el Laurence Olivier por la Mejor Nueva Comedia en el 2005.
En América Latina, Gorda tiene varias versiones, entre ellas la colombiana en el Teatro Nacional bajo la dirección del uruguayo Mario Morgan, muy conocido en este país por sus montajes de “Extraña pareja”, “Taxi”, “Que no se entere el presidente”, “El último de los amantes ardientes”, “Yo amo a Shirley”, “Se necesita un tenor”, “Plaza Suite”, “Venecia”, “Taxi2”, “Frankie y Johnny al Claro de Luna”, “A Fanny lo que es de Fanny”, “El Método Grönholm” y “La cena de los idiotas”.
Constanza Hernández es Helena, luego de un sonado casting de más de 500 gorditas, Andrés Suárez (Padres e Hijos) es Tomás, Juan Sebastián Aragón (Soñar no cuesta nada, de Rodrigo Triana) es Daniel y Tatiana Rentería (Colombian Dream, de Felipe Aljure) es Julia.
La “Gorda” tiene una estructura sencilla: el estado inicial, en el que Helena ha llegado a su autoestima aunque en desacuerdo con los cánones sociales de una estética contraria a su gordura; El incidente que inicia el nudo de la obra, cuando Tomás la encuentra y conoce en la cafetería; el incremento de la acción, cuando Daniel, compañero de Tomás le descubre con Helena y Julia, otra compañera de trabajo con quien Tomás tuvo un flirt, se entera; Climax, cuando Tomás simplemente no puede soportar la presión de sus amigos de oficina y le plantea a Helen su ruptura; Desenlace o Nuevo estado de equilibrio, Tomás toma la decisión de enfrentar solo lo que puede manejar: Ama a Helena, pero no puede soportar ni la crítica de sus amigos ni el maltrato que ella recibe de éstos. El libreto exige finalizar con un cuarto de hora en debate libre de los actores con el público.
Esta comedia corta, que difícilmente alcanza los sesenta minutos, supone un cuestionamiento a los parámetros de belleza en la sociedad actual, en contraste con el amor, la inteligencia y el valor de la autoestima. La escenografía modular va de una oficina a un restaurante japonés, a una alcoba y una playa. Estos elementos de “economía de recursos” y “crítica social” combinados en un ajuste cultural con base en lenguaje llano e insultos de grueso calibre y un clima de comicidad actoral, hacen de “Gorda”, el tipo de producción teatral que acomoda bien a los intereses de la empresa teatral y a los deseos del público que quiere “cumplir” con el canon de un teatro que se supone crítico, pero envuelto en un empaque superficial que le permite reír un poco y que, finalmente, no alcanzará para mayor reflexión que la muy reiterada, pero aceptada de manera conforme: en la sociedad prevalece el valor del estereotipo cultural de turno y quienes no lo alcanzan serán motivo de cierto rechazo de los demás, principalmente en el amor.

martes, 19 de enero de 2010

Los abrazos rotos


Pedro Almodóvar Caballero (60 años) trae su película de 2009, pues desde que inició la productora El Deseo S.A. realiza una por año, ya como productor o director (además de músico y actor). Ha producido importantes películas de Álex de la Iglesia (Acción mutante, 1993); Guillermo del Toro (El espinazo del diablo, 2001) o Isabel Coixet (Mi vida sin mí, 2002 y La vida secreta de las palabras, 2005) y otra media decena.

Cannes, César, Donatello, Goya, Bafta y Oscar le han premiado. Cuál es su secreto, cumplir con la ley de Zam, escribiendo y dirigiendo sus propias ideas.

¿Qué distingue a Almodóvar? Todos los sabemos sin equivocación. El rojo y los demás colores básicos. Sus mujeres, comunes y corrientes, no tan bellas muchas de ellas (Cecilia Roth, Carmen Maura, Victoria Abril, Marisa Paredes, Angela Molina o Rossy De Palma). El interés gay, quizá por su propia naturaleza personal. España, pues no rueda en otros sitios. La industria fílmica, base de buena parte de sus guiones casi autobiográficos (éstos últimos le deparan la etapa de reconocimiento internacional). El cine clásico de los cuarentas a sesentas en blanco y negro que, además, ha influido en el ritmo plano y en el manejo de tiempo casi real de sus producciones.

El arte de Almodóvar es sencillo: colores brillantes Kodak y Fuji, escenografía pop tipo “Andy Warhol”, música punk y flamenca, actrices que comparten su universo personal.

Almodóvar, el escritor, es un básico reflejo del tratamiento llano y plano del idioma castellano. ¿Por qué el cine español de calidad tiene ese tono impersonal en sus voces? Los actores ibéricos están dominados por la morfología de los guiones escritos y éstos, a su vez, por el respeto a la puntuación. El punto, la coma, los puntos suspensivos, las comillas y paréntesis o los signos de exclamación e interrogación, son su sino. Los actores hispanos se detienen, al observar en su memoria un punto. Lo piensan, al recordar una coma. Crean vacíos, en los puntos suspensivos. Alzan la voz, para exclamar y la bajan, para preguntarse a si mismos, tal como el guión lo indica.
El guión es “cibernética” para un actor español convirtiéndolo en robot hablante. “Los abrazos rotos” permite volver a concluir en esta característica actoral. Prueba de ello es que Jordi Molla, Antonio Banderas, Penélope Cruz o Javier Bardem no tienen ese tinte esclavo de la morfología escritural, se oyen mejor y más naturales, son permeables a los idiomas extraños y alcanzan las cimas ya conocidas. Sus demás colegas nacionales no se han podido desprender de esta actuación-lectura.

Por lo demás, Almodóvar el argumentista es primario. Pasada la mitad de un filme suyo hará que cada protagonista revele una verdad que nunca ha sido insinuada ni por el texto ni por la cámara. Pero con ello ajustará misterios, evitando creativos flashbacks visuales y sustituyéndolos con la edición plana, en el mismo tono y color, de escenas que se suponen del pasado. Los finales de Almodóvar resultan en sencillas confesiones que entraman acomodaticiamente un escrito fácil. Todo en productora El Deseo es sólo un deseo de hacer cine, que no se traiciona dejando de ser espontáneo y fácil. Es quizá esta sencillez y previsibilidad del arte de Pedro y Agustín, su hermano productor, lo que genera respeto en el público internacional.

domingo, 17 de enero de 2010

El Solista


Joe Wright, tiene el mérito de haber dirigido las bellas Pride & Prejudice, de 2005, y Atonement, de 2007 (ambas con la reconocida, pero disléxica y anoréxica, Keira Knightley). Pero a Wright se le alcanza a salir de control The Soloist, de 2009. Confió quizá en que contar con Jamie Foxx (premio Oscar como Ray Charles) en el rol del esquizofrénico habitante de la calle, Nathaniel Ayers virtuoso frustrado del chelo, y con Robert Downey Jr, como el periodista Steve Lopez, quien escribe una nota sobre el anterior personaje en The Angeles Times, era suficiente. No.
Además, el sobreactuado Downey no ha aplicado bien sus talentos sino para fungir de su reconocido Chaplin, de 1992 (como anotación 12 de sus 60 películas, han sido hechas bajo la dirección de su homónimo padre o, en otras con la producción de su madre).
El filme sorprende en cuanto descubre un ambiente tipo “calle del cartucho” en Los Angeles. Despierta expectativas, pero tiene pocos momentos de belleza musical y le faltó buen guión y dirección de actores.

Flame y Citron


El cine danés puede recordarse por Gabriel Axel y El festín de Babette, 1987; Bille August y Pelle el Conquistador, 1987 más “Las mejores intenciones”, 1991 sobre Ingmar Bergman. Se le puede recordar también por el movimiento Dogma con Lars von Trier, Thomas Vinterberg “Todo por amor”, 2002, Søren Kragh-Jacobsen, Lone Scherfig o Nils Malmros, “El árbol de la ciencia”. Dogma 95 aportó algo de renovación hasta que amplió sus perspectivas técnicas con la dolorosa "La Bailarina en la Oscuridad" (de Trier, con Björk y Catherine Deneuve).
De esas ramas del árbol cineasta danés proviene Ole Christian Madsen, director con tres películas reconocidas: La razón de Kira, 2001; Praga, 2006 y ‘Flame y Citron’ 2008.
Esta última lleva el mote de la más costosa de este cine “nacionalista”, con 10 millones de euros. La sorpresa por este presupuesto debe provenir de ese mundo minimalista en costos que es el Dogma.
Es una coproducción de Alemania, Dinamarca y República Checa, filmada en Berlín, Copenhague y Praga, respectivamente. Su guión es de Lars K. Andersen en compañía del mismo director, Madsen. Thure Lindhardt hace el rol de Bent Faurschou-Hviid, Flame (pelirojo) y Mads Mikkelsen actúa como Jorgen Haagen Schmith, Citron (apodo por la planta de Citroen).
Stine Stengade, hace un excelente papel femenino de Ketty Selmer. Por lo demás, Peter Mygind (Aksel Winter), Mille Lehfeldt (Bodil), Christian Berkel (Hoffman) y Hanns Zischler (Gilbert), componen la banda inicial, hasta que la pareja protagónica se aparta y actúa como sicarios independientes.
Flame es un antifascista enemigo del gobierno pronazi desde el 9 de abril de 1940. Citron, es hombre de familia, mujer e hija, sombra y chofer de Flame (es la reconocida cara como archienemigo de 007 en Casino Royal). ¿La correo Ketty, o el intermediario Winther?, es la pregunta que genera la aparición de traiciones de los superiores de la Resistencia e impulsa a la pareja protagónica a querer asesinar al jefe de la Gestapo, Hoffmann.
El valor principal del filme reside en estar basado en hechos reales y testimonios sobre la vida de Bent y Jorgen. Es una mezcla de historia de espionaje y nazismo en la II Guerra Mundial, pero se adentra en las dudas personales de esta especie de “Butch” Cassidy y “Sundance” Kid, aquella película gringa con Paul Newman y Robert Redford (de allí que el reconocido Festival fundado por Redford tome el nombre de su personaje), de la cual quizá haya un remake con Tom Cruise y John Travolta.
Esta comparación adelanta entonces lo que es el final de la pareja F&C. La película es bella en color, escenografía (las ciudades que mira son algunas de las más hermosas del mundo), las actuaciones demuestran un profesionalismo poco subjetivo. ¿de dónde provienen sus defectos de ritmo y excesos de paneos? Haber descargado la responsabilidad de un presupuesto y medios técnicos relativamente altos en las dos manos de un director Dogma, con mentalidad de trabajar con un dedo. Y, por último, romper con la Ley de Zam: dirigir y escribir el guión, pero al compartir este último, generando vacíos, sin enriquecer la trama.

sábado, 16 de enero de 2010

Invictus (Morgan Freeman como Nelson Mandela)



Invencibles, es producida y dirigida por Clint Eastwood. Es una película basada en el libro de John Carlin "The Human Factor: Nelson Mandela and the Game That Changed the World", cuyo texto se lee actualmente en Colombia dentro de las universidades en temas políticos relacionados con la reconciliación y el posconflicto (Carlin, John. El factor Humano. Seix Barral. 2009).

La producción

La productora Malpaso, es esa empresa que inició el vaquero Eastwood con los US$270.000 que se ganó con su participación en el clásico de Sergio Leone “The Good, the Bad and the ugly”, con el ícono del cowboy del poncho y el cigarro “the man without name”, de la trilogía del dólar, y en la cual ha hecho toda su filmografía, dentro de la que recreó ese otro ícono de “Harry el sucio”, que alcanzó cinco partes de una saga policiaca del detective Callahan, además de ganar oscares y otros premios como director y mejor película en “Los Imperdonables”, el western de aquellos pistoleros arrepentidos, y “Million dólar baby”, la recordada camarera boxeadora que llega a la eutanasia. En estas películas le ha acompañado su amigo Freeman durante dos décadas (Clint tiene uno de siete hijos llamado Morgan), quien esta vez hace un respetable Nelson Mandela.
El filme utiliza imágenes originales de archivo que obligan a Eastwood a “emparejar” color con escenas filmadas en marzo de 2009. Este es una de las películas más planas de la buena obra de Clint. Se habla de que ha de estar en la lista de nominados de este año, pero quizá esto sea pensar con el deseo. Si lo logra, habrá un factor político impulsando los posibles premios.

El contexto

Nelson Mandela sale de la cárcel en 1990 luego de 26 años de llevar el número 466/64, gracias al ofrecimiento de Frederik De Klerk, presidente de la República por el Partido Nacional, quien cede para iniciar el desmonte de la segregación racial entre un 83% de negros y un 17% de blancos en el poder. Mandela y De Klerk compartiría el Premio Nobel de la Paz en 1993, y luego de las elecciones de 1994 serían ambos el primer presidente negro de Sudáfrica y el vicepresidente de una política de reconciliación nacional que buscaba transigir con el oponente partido Inkhata de mayoría zulú. Mandela gobernaría hasta 1999, con el interés básico por el proceso de transición acerca del cual creía que era indispensable eliminar los miedos a la contraparte, tanto de blancos como de la población negra.

La historia

Mandela se propone luchar contra la percepción que la población negra sudafricana tenía del rugby, un deporte del poder blanco, para lograr "que todos, blancos y negros, pelearan por un objetivo común" y "reconciliar las aspiraciones de los negros con los temores de los blancos". Se vale del Mundial de Rugby de 1995 para que los Springboks, símbolo de la etnia opresora, fueran vistos como bandera nacional por encima de las brechas raciales. Cuando se llegó la fecha del mundial, la población negra, que no había jugado este deporte, ya lo conocía y lo aceptaba gracias a las giras de los Springboks por el país.
Paradójicamente, gracias a Mandela, este equipo de rubios (solo había un jugador negro) aprendió un himno en lengua zulú, que se había cantado en las protestas de los negros durante décadas en sus manifestaciones contra la minoría blanca dominante.
La selección sudafricana vence en el último minuto a los legendarios e invencibles All Blacks, y su estrella Jonah Lomu, de la selección de Nueva Zelanda por 15-12, con la ayuda de la estrella de rugby Francois Pienaar (Matt Damon). Con este partido se dio terminación al boicot deportivo mundial que el país había sufrido cerca de una década, utilizando el deporte más preciado en los países del área.

Resultados

En la realidad: el libro base del guión fílmico ha hecho énfasis en el factor humano, aquel que depende de las figuras representativas, de su influencia, de su carisma, de su liderazgo. Mandela y Pienaar, en el filme de talante deportivo, Mandel y De Klerk, en la vida política real.
Es por ello que la preocupación de Eastwood no va más allá del juego como un momento de emoción de masas en 63.000 espectadores y 43 millones de sudafricanos. Las bambalinas políticas de este momento, quizá agigantado por el peso bibliográfico y de prensa, han quedado en la sombra solo para historiadores y eruditos.
Se dice que el papel histórico de Mandela fue el de ser símbolo concreto de reconciliación racial, nada más. Las izquierdas se defraudaron con la afirmación de que se mantendría el capitalismo como modelo. Los resultados sociales y económicos no han sido los mejores: una población, un PIB total y un PIB percápita, similares a los de Colombia que, sin embargo, representan el 25% de la economía del continente africano. Pero, debe aceptarse que al contrario de Ruanda, Namibia y otros preocupantes sitios de conflicto en África y el mundo, en Sudáfrica se ha aceptado la amnistía limitada en interés de la verdad y de la reconstrucción nacional como el camino a una civilizada paz sin segregaciones que Mandela representa.

En Invictus: Matt Damon es solo un jugador, sin tintes dramáticos ni carisma alguno. El tratamiento del director es quizá menos subjetivo de lo que se espera de un producto artístico. Morgan Freeman logra parecerse físicamente al “Ghandi sudafricano”, al líder que reconoció estando en la cárcel que la lucha armada no era la vía.
En su rol demuestra un tardío y senil interés por el "rugby", a pesar que expresa haberlo jugado de joven, que lo “desocupa” de los problemas importantes en el manejo del Estado. Esto último, posiblemente, un verdadero reflejo de lo que fue el importante, pero fugaz, paso por el poder del personaje representado.
Corolario: ojalá Mandela sobreviva de sus achaques actuales de salud, con 92 años, y pueda asistir al campeonato mundial Fifa, de fútbol "soccer", que celebrará Sudáfrica como sede a partir de junio 11 de este 2010.

viernes, 15 de enero de 2010

Pastilla sin sorbo

El Presidente de la República (poder ejecutivo) pidiendo, fingiendo ignorancia, que se eliminen los vencimientos de términos del código penal (poder judicial).
El Procurador General de la Nación (poder público, no poder judicial ¡!!) atreviéndose a anticipar y dar por hecha la inexequibilidad del voto en blanco previsto en la ley 1354 de 2009 y a emitir un concepto sobre el referendo (tarea de la Corte Constitucional), cuyo resultado es puramente político.
El Consejo Superior de la Judicatura (poder judicial, no es organismo de cierre), emitiendo fallo sobre tutelas judiciales, tarea de la Corte Suprema de Justicia (poder judicial, organismo de cierre).
La Presidencia (poder ejecutivo) tratando de introducir Fiscal General de la Nación de sus favores para detener funciones y decisiones que son propias de la Corte Suprema (poder judicial).
La Corte Constitucional (jurisdicción constitucional) compitiendo con la Corte Suprema (jurisdicción ordinaria), y viceversa, en asuntos de decisiones sobre fallos de jueces.
Falta una Secretaría de Movilidad para dirigir el tránsito de estos "trenes". El derecho y los abogados, los juristas y los políticos, están jugando con la opinión pública, dejando sin transparencia una serie de asuntos: Los funcionarios tratando de asumir funciones que no les son propias, entrabando la acción de los organismos justos e introduciendo ideas en la gente, que son erróneas, sólo buscan dificultar el ejercicio de las funciones de jurisprudencia y justicia, por parte de los buenos Magistrados con los cuales hoy cuenta el país.

domingo, 10 de enero de 2010

Argentina y su Banco Central; Venezuela socialista



Presente año 2010
Argentina: Cristina Kirchner, peronista, destituye por decreto presidencial a Martín Redrado como presidente del Banco Central por no plegarse al pedido de utilizar reservas internacionales para el pago de deuda externa.

Pasado año 1943
Un nuevo golpe de Estado dirigido por el Grupo de Oficiales Unidos, GOU, en el cual el entonces Coronel Perón era uno de sus principales líderes introdujo cambios en la política económica que significó el alejamiento de Raul Prebisch de su cargo en el Banco Central de la República Argentina. Tres años después, ya como presidente, Perón nacionalizó el BCRA. Utilizaría la política monetaria para proveer demagogas y subsidiarias ayudas que contribuirían a que una economía, que fue a comienzos del siglo XX la tercera del mundo gracias a la carne y el trigo exportados, llegara a ser una de las más asoladas por las dictaduras y las inflaciones contra los propios “descamisados” peronistas de su pueblo.

Presente año 2010
Venezuela: Hugo Chávez, nuevo socialista, interviene la política cambiaria para establecer dos diferentes tasas frente al dólar, una baja para bienes esenciales y otra doblemente alta llamada petrolera.

Pasado año 1983
Desde la segunda etapa reformista, la China ha mantenido una autonomía cambiaria criticada por el mundo. Hoy, el gobernador del Banco Central de China, Zhou Xiaochuan, corrobora mantener una tasa diferencial que permite revaluación de la moneda, para favorecer las importaciones, y devaluación de la misma, para incentivar las exportaciones. Con ello logra un superávit comercial criticado por Estados Unidos, la Unión Europea, la Organización Mundial del Comercio, entre otros países e instituciones multilaterales.

Corolario
Ni los partidos políticos “tradicionales”, como el Partido Justicialista, antiguo Peronismo, o las teorías económicas “revisionistas”, como las del Partido Socialista Unido de Venezuela, logran desprenderse de costumbres ficticias de manipulación monetaria para ocultamiento de las verdades del sector real.
Desconocer la necesidad de autonomía de los bancos centrales en el manejo de la masa monetaria y de control de la inflación, así como de la complementaria libertad cambiaria y del comercio internacional, suelen ser herramientas desesperadas ante la incapacidad de haber asumido en su momento otras decisiones más realistas. Estas actuaciones anticipan males peores para las naciones que las acometen.

En el primer caso, el paliativo temporal usual es aumentar el financiamiento externo y subsidiar al empresariado con niveles altos de precios internos.

La consecuencia: endeudamiento externo trasladado a las siguientes generaciones e inflación como un impuesto oculto en contra de los más pobres.

En el segundo caso, el paliativo temporal está en el contento de países extranjeros, que exportan a la nación en cuestión, y de los agentes exportadores nacionales a quienes poco importa el equilibrio general de su propia economía.

La consecuencia: competencia desleal de la nación (China, Venezuela) frente al contexto global y desequilibrio de balanza de pagos a costa de sus socios comerciales y financieros.

La historia se repite, los políticos no aprenden y los pueblos asumen los errores de sus gobernantes.

Las cenizas de la luz


El director

Majid Majidi, iraní de 50 años, es director, productor y guionista de un cine que no olvida el teatro. Fue actor de cine y TV. Luego, en su obra directoral, vendrían “Baduk” de 1991, niños que llevan mercancías ilegales en la frontera Pakistaní, y “El padre” de 1995, el adolescente que a la muerte de su progenitor debe trabajar, ganadoras ambas de premios nacionales del festival de Fajr. Posteriormente, “Niños del cielo” de 1998, la pobreza reflejada en unos zapatos infantiles, ganadora del Gran Premio de las Américas del Festival de Montreal y primera película iraní nominada a los Oscar de 1999. “El Color del Paraíso” de 1999, la historia del niño ciego enfrentado a su padre, que repite premios y taquilla mundial. “Baran” del 2001, los refugiados afganos en el entorno de un niño, y “Las Cenizas de la luz” (Las cenizas del tiempo, The Willow Tree, entre otras titulaciones que le han sido dadas), de 2005, este penúltimo gran trabajo de dirección de un maestro de lo humano y su cotidianeidad, de la niñez y la ceguera, por algún motivo recurrentes en sus temáticas.

El actor y su personaje

Parvis Parastui, desempeña el rol de Yousseff, ciego a los seis años, ahora de 45, quien recupera la visión con trasplante de córnea gracias a un examen inesperado en Francia, del tumor que resulta benigno y permite el correcto diagnóstico oftalmológico.
Pero 38 años de ceguera le representan un vuelco mental y emocional, la disyuntiva de recrear una vida, o de inventar una nueva. Le horroriza la escena del aula de niños ciegos en la cual había enseñado poesía durante mucho tiempo. Le sorprende la visión física de su mujer, desconocida hasta ahora. Mantiene el amor por su hija de unos seis años, con quien ha establecido lazos de ingenuidad y juego. Sin embargo, la belleza lo impacta. No solo los objetos y el mundo a su alrededor, También, el bello rostro de su cuñada, quien según sus familiares “podría haber sido actriz de cine”, le hace cuestionarse. Un enamoramiento repentino de quien, a punto de graduarse y le pide examine su tesis de literatura, se convierte en la inflexión vital que le hace preguntarse por su vida prestada. Una vida que no había pedido ni escogido, de imágenes y estéticas a las que no había tenido derecho. Rechaza sus libros y su regreso al trabajo con alumnos y compañeros docentes, todos invidentes. No se sabrá por qué, rechazo biológico o emocional, retornará a la ceguera.
Gran actuación de Parastui, camina como ciego luego de recuperar la vista, solloza de manera conmovedora, tropieza y cae sin trucos, convirtiéndose en el personaje dentro del cual el espectador se representará asumiendo sus propios miedos.

El cine global y un resultado más

Antes se decía “mensaje a través del celuloide”, ahora hay que reconocer lo necesario de saber de otras latitudes mediante la imagen digital. Irán, como país, llega a nosotros como un foco de discordia geopolítica, como una nación de hombres embozados y mujeres cubiertas, de gobernantes retrógrados sumidos en el pasado, mitad guerreros y mitad religiosos. De rostros de barba y cuerpos provincianos. Toda una imagología alejada de los valores políticos y estéticos “occidentales” que hace poco taquillero, en principio, su cine, a los ojos de la América.
Hay que reconocer que un producto visual depende de la aceptación ética y estética de sus contenidos. De la semiótica de las razas y de sus sonidos verbales De aquí que la globalización de la cartelera, dependa de la sustracción que el espectador logre de preconceptos y prejuicios. Las caras orientales, los rostros asiáticos o africanos, en general, los vestuarios “extraños”, la pasividad o la falta de una “musicalidad acostumbrada” en sus voces, la “brusquedad” de sus movimientos corporales, van entrando en los sentidos gracias a que se ve en la pantalla a unas ciudades iguales a las nuestras, unas familias y unos sentimientos tan humanos como lo hemos sido ellos y nosotros, siempre.
Al igual que a Yousseff, el cine no monopólico descorre velos sociales ante nuestros ojos. Descubre mundos ensombrecidos por la gran prensa y la política interesada. Contribuye a reconocer como valiosos nuestros propios entornos familiares, sociales, económicos y emocionales. Genera autoestima nacional frente a esa mítica ansia de conocer países extranjeros con el supuesto de encontrar en ellos lo que nuestros congéneres no tendrían.

El cine de Majidi es uno de esos tantos otros que lleva a revalorar ese otro cine, el monopólico, por ahora ese es el adjetivo, que maquilla sus propias civilizaciones, superlativiza y, de preferencia, ficcionaliza. Ese cine “hollywoodense”, que no es malo. Pero sí, nos enajena y nos acompleja, nos provee de autoimágenes infravaloradas, de imágenes culturales engañosas. Todo ello dentro de un proceso que no es tan inconsciente para una industria multimedial que resume poderes muy grandes en el plano simbólico, en el campo ético, en el orden político y en el de la autoreflexión individual y de masas.

Corolario: Sin embargo, es aconsejable dejar de lado aquellos motes y clasificaciones subjetivas de cine “arte”, de cine “independiente” o de cine “no comercial” para cada película que nos gusta y que permite “renegar” de guiones occidentales y tecnologías sorprendentes, como si fueran anticulturales o dañinos. Lo que resulta deseable es asistir a, o bajar de internet, películas de todo género y “leer” cine ampliamente. Solo con contrastes culturales se objetivizan los criterios.