lunes, 18 de octubre de 2010

LAS INVASIONES BÁRBARAS (LES INVASIONS BARBARES)

El reciente festival de cine francés en Bogotá trajo de nuevo esta película, una secuela de “El declive del imperio americano”, filme de 1986, también dirigido por Denys Arcand. Los guiones en ambos casos son del mismo director. Con este filme del 2003 ganó más de 37 veces en el mundo. Los reconocimientos acerca de su realización y de su argumento escrito, le siguieron y en algún país se le estará viendo ahora. El Oscar le coronó como mejor película extranjera.

Las cintas, como todo en el periplo vital, pasan y solo quedan en el recuerdo fortuito. ¿La viste? ¿Recuerdas? ¿La escena de…? ¿sí? Pero, eso es todo. Un filme se vuelve tema de conversación pasajera, como los libros, buenos y malos.
¿Quién revisa un clásico del cine? Solo los “gomosos” o los expertos. Pero hay que seguir, para pasar a otro de los tantos que pueden llegar a nuestros ojos.
Sin embargo, cuando se hace “review” de un buen filme, se le puede volver a disfrutar, si su contenido lo amerita: “Las invasiones…” es recomendable.
Remy, el protagonista central se encuentra enfermo y alrededor de su cama pasarán amigos, amigas, exnovia, exesposa, hijo. En este agradable contexto de amistad y amor, pasan fugaces los días de profesor universitario de literatura, marxista confeso, frustrado por el desinterés de las nuevas generaciones que renovan las aulas. ¿Son ellos, o es él mismo, quienes no están acordes con los tiempos? Quizá sea él.
¿Cuáles son las invasiones bárbaras y a qué invaden? Están todas, sutilmente.
Nuevas ideas que reemplazan su vetusto socialismo libresco, los “ismos” que discute con sus amigos y ya no guardan vigencia sino en sus lecturas, los homosexualismos de buen recibo presentes en ellos y en ellas, sus flirteos de docente y sus amantes que han sido invadidos por los años de madurez.
En su entorno personal, todo son invasiones. De algunas no se da cuenta y de otras sí. La especulación de bolsa que invade los buenos negocios, la tecnología de portátiles y celulares que invaden la vida laboral de su hijo, la carrera veloz de la competencia en el trabajo que invade las vidas privadas, la vida familiar y los hijos que invaden las holgadas y despreocupadas viejas amistades que no se renuevan como se quisiera, la invasión de los sindicatos a la vida normal del sistema de salud, la invasión de la corrupción en la burocracia, de los extranjeros en las calles, de los narcotraficantes de frontera y sus drogas en las casas, de las adicciones en las vidas jóvenes, del desamor en las mentes de casados y lejanos. La heroína invade las venas, las nuevas ideas invaden el mundo de Remy. Pero los amigos estarán de acuerdo en que la invasión deseada llegue y todos participarán de ella.
La amistad verdadera se traduce en la aceptación del derecho a morir con dignidad. ¿Por qué, recordando todo lo escrito sobre “Las invasiones bárbaras” se echa de menos que el tema central no sea comentado?
“Invasiones” es una buena reflexión sobre la eutanasia, sobre la muerte voluntaria, aquella que elimina el dolor impidiendo terminar de manera indigna esa vida que ha pasado por los ojos de Remy. Las cánulas y las inyecciones serán el instrumento de invasión de amistad y de pruebas últimas de amor.
El filme justifica la eutanasia como cierre de la vida que todos aman, todos viven y todos desean terminar sin sufrimientos.