sábado, 1 de septiembre de 2012

SÓLOS EN LA OSCURIDAD (KIDNAPPED)

Fernando Cayo (“La piel que habito”, “El orfanato”), Ana Wagener (“Biutiful”, “El bola”) y Manuela Vellés (“El orden de las cosas”), son dirigidos por Miguel Angel Vivas. Este amante del “suspense” suma a su trabajo el buen film “Reflejos” del 2002. Con sus largometrajes el joven director guionista se emparenta, mediante la productora “Vaca Films”, a películas como “La zona” (Rodrigo Plá), “Celda 211” (Daniel Monzón) y “También la lluvia” (Gael García Bernal), entre otros menos conocidos filmes, que cuentan paranoias de encierro y sublevación de condominios residenciales, penitenciarías y pequeños pueblos, respectivamente para los excelentes títulos hispanos mencionados. En esta productora hay interés demostrado por los miedos contemporáneos derivados de la masificación y sus violencias individualizadas, por la urbanización y sus inseguridades no controladas, por un aislamiento cada vez mayor en medio del crecimiento y modernización de las ciudades.
Con la misma tónica, “Sólos en la oscuridad” se preocupa por el “apartamento” cuya etimología es claramente relacionada al aislamiento, una palabra que los españoles suelen simplificar con “el piso”. Allí donde está el espacio personal que separa a cada uno de los individuos o de sus familias del mundo, pero donde tampoco existe la solidaridad y la compañía frente a los peligros. Es el apartamento en el cual cada recodo se convierte en trampa, cada cuarto es confinamiento y cada pasillo está marcado por puertas a lado y lado logrando un suspenso. El apartamento es un lugar apacible y paradisiaco en tanto las externalidades no lo penetran. En medio de su tranquilidad, los vecinos que se desconocen, la delincuencia que busca en sus entrañas, el secuestro, son la ruptura. El apartamento se conecta dolorosamente con el mundo moderno mediante el celular y con los cajeros electrónicos, pero también con el secuestro extorsivo (“paseo millonario”). El apartamento se conecta con los demás mediante el automóvil, pero también con el choque mortal. “Sólos…” no es novedosa, pero su guión es bien elaborado, aunque intrascendente, mezclando lugares comunes de hoy y acudiendo a un lenguaje visual muy sajón. Con sólo doce plano secuencias, desarrolladas con eficiencia en dos semanas, logra contar mediante frases violentas, una historia creíble, sin las meta especulaciones usuales del cine español.