jueves, 26 de noviembre de 2009

Día Internacional de la NO Violencia contra la Mujer


Hace una década la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en conmemoración del asesinato político en 1960 de las tres hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, activistas políticas (recomendable el filme “In the Time of the Butterflies”, 2001 de Mariano Barroso, con Salma Hayek como Minerva), por orden del dictador de República Dominicana Rafael Leonidas Trujillo, quien ejerció su dictadura desde 1930 a 1961 (recordemos también. la excelente película “La fiesta del Chivo”, basada en la homónima novela de Vargas Llosa y dirigida por su primo Luis Llosa).

Parece, sin embargo, que cada país rememora la fecha mencionada haciendo un énfasis especial en lo que considera que es el delito más visible de violencia contra la mujer. En Colombia parece haberse relacionado directamente con la violencia intrafamiliar ejercida por el cónyuge. De toda forma, se trata de una fecha de oposición de la sociedad civil hacia todo lo que signifique violencia ejercida contra el género femenino.

Cabe, sin embargo, recalcar en que esta violencia no es específica, sino que se presenta como un problema integral en el cual aparecen fenómenos que van de la violencia intrafamiliar, del maltrato infantil, pasando al abuso sexual, a la explotación sexual comercial de niñas y adolescentes (identificada como ESCNNA), a la trata de personas, mal denominada como “trata de blancas”, a la discriminación contra la mujer y las conductas sexistas e imágenes mediáticas estereotipadas de la mujer, hasta llegar así a la muy poca participación femenina en los órganos de dirección, decisión y poder de los Estados y de las empresas. En Colombia existe un amplio marco normativo que cubre todos estos problemas (uno muy sonado, la Ley de cuotas), pero que no los resuelve ni aún de manera superficial.

Toda esta es una sola VIOLENCIA, con sus diversas facetas. Esta violencia contra la mujer, separada de manera esquemática solo por temas de ordenamiento penal (tipificación de delitos), de debate legislativo (por proyectos coyunturales de ley), por orientaciones académico investigativas (igualdad de género, por ejemplo), es realmente una sola. Todos los tipos de maltrato físico, sexual, psicológico, discriminativo, de nutrición o por usos de servicios como educación, identidad u otros, son además un buen intento de clasificación de orden puramente estadístico para tratar de agrupar de manera comprensible el problema.

De manera poco exhaustiva cabe plantear que esta violencia contra la mujer surge de la misma célula social hasta observarse a un nivel de conflicto interno. Las tendencias ciertas muestran que, principalmente, en lo intrafamiliar los agresores son compañeros permanentes y en unión libre. En el caso específico del maltrato infantil, durante varios años los estudios nacionales de salud han reiterado que son en su orden los agresores el padre, la madre o familiares consanguíneos. El fenómeno se presenta en sitios de los cuales en cerca del 80% no se declara especificidad (por temor o lealtad) y el resto revelan haber sucedido dentro del hogar. El llamado delito sexológico es de mayor prevalencia contra mujeres de 18 a 29 años y es cometido por miembro de la familia y conocido en dos terceras partes de los casos, respectivamente, padrastro, padre, tío, hermano, primo, es decir personas en primero y segundo grado de consanguinidad, o vecinos y amigos, en mínima proporción de los casos. La fábula del bosque apartado y del lobo desconocido no es cierta, sino de manera excepcional, pues la “violación” es un fenómeno comprobadamente cercano o íntimo al hogar de la víctima.

Una característica que los expertos identifican socialmente son la invisibilización y la naturalización del fenómeno, pues se ocultan las verdaderas causas y la real magnitud, a la vez que se inserta la conducta violenta como costumbre social prácticamente “aceptada”. Llama la atención que “uno de los propósitos de organismos de monitoreo al problema, es lograr la unificación de los registros de violencia intrafamiliar y abuso sexual, reportados por las entidades que atienden y recepcionan denuncias de personas y familias afectadas por esta problemática, pues esta separación metodológica no ha contribuido sino a desvirtuar su verdadera interrelación”. Se está generando una serie de confusiones, bien puede ser por la falta de distinción entre el hecho delictual denunciado y la causa que lo origina. La teoría afirma que el fenómeno se convierte en crónico ya que “los procesos de socialización refuerzan pautas de conducta machista y el uso de la agresión para corregir a quienes desobedecen las normas establecidas”. Es frecuente que la sociedad reproduzca y justifique estas conductas, por medio del sistema educativo o los medios de comunicación, entre otros, generando así problemas psicológicos y psiquiátricos, que también deben ser abordados junto con los de carácter biológico; llámense de orden genético, neurológico o médico en general. La Organización Mundial de la Salud, OMS, asegura que una quinta parte de las mujeres en el mundo es objeto de violencia en alguna etapa de su vida, y, como consecuencia de ello, presentan altos índices de discapacidad y tienen doce veces más intentos de suicidio y altas tasas de mortalidad en comparación con la población que no la padece. “La violencia intrafamiliar existe en todas las clases sociales y provoca una grave y profunda desintegración del núcleo familiar, llegando a perderse el respeto por las otras personas y a violentar los derechos fundamentales de las personas, en especial de las niñas y niños”. Se suele aceptar que son causales las pautas equivocadas de crianza y educación, las formas erróneas de disciplinar a los jóvenes, los factores deprimentes que genera la pobreza o la existencia de dependencia económica y de apego emocional.

Se ha aceptado de forma facilista que la existencia de violencia intrafamiliar hace parte de un entorno generalizado de violencia común y política dentro de una situación de conflicto interno. O, que hace parte de la idiosincrasia violenta y ancestral del colombiano, que siempre habría sido violento por naturaleza desde la época precolombina hasta la poscolombia globalizada. Que los agredidos soportan la situación por algún tipo de dependencia respecto a los agresores. Igualmente, se conjuga violencia, maltrato, agresión, amenaza, abuso u ofensa, como términos equivalentes e impone medidas de protección contra actos de violencia o maltrato que constituyeren delito o contravención, que miran desde el acoso laboral a la mujer a las formas contemporáneas de servidumbre y esclavitud, incluidas las peores formas de trabajo infantil.

Al respecto de la violencia, en general, Johan Galtung, politólogo noruego, de los fundadores y protagonistas más importantes de la investigación sobre la paz y los conflictos sociales, quien ha participado en más de 40 conflictos como mediador, que en 1987 recibió el Premio Nobel Alternativo y en 1993 el Premio Gandhi, ha escrito 50 libros y más de 1.000 artículos publicados y tiene un inmenso impacto en la disciplina de Estudios para la Paz, ha introducido varios conceptos nuevos, entre ellos son los más conocidos aquellos que se agregan a la violencia directa, física o verbal y visible para todos, como son la violencia estructural y la violencia cultural, fuerzas y estructuras invisibles, pero no menos violentas, que obran de legitimación de la violencia en el patriarquismo, racismo o sexismo. Galtung afirma que, en el mundo, la violencia directa es un fenómeno netamente masculino, y en más de un 95% es cometida por hombres “pudiéndose quedar corto”, según sus propias palabras. En la violencia sexual es mucho mayor que de 25 a 1 la proporción de la que es cometida por hombres que por mujeres. Galtung ha llegado a afirmar que la curva de testosterona coincide con la edad militar y se ha visto empujado a proponer como una opción contra la violencia, la posibilidad de algún tipo de medicación para varones, aunque agrega soluciones como la de imponer educación igual en términos culturales para varón y mujer, mediante una socialización similar (recientemente se ha focalizado alguna atención al denominado “matoneo” en las escuelas, o “bullying curriculum”, que se observa por igual entre mujeres que en los hombres). También, aconseja Galtung, prolongar la relación madre – hijo como una medida para humanizar a los hombres.

Al interior de la prevalente familia “disfuncional y problemática” se mezclan otros factores de violencia sin abuso, pero impulsada por elementos relacionados con la característica genética del hombre y de muchos aspectos socioculturales que ocultan factores biológicos y de insatisfacción física y mental que las denuncias a nivel judicial no revelan. Por último, cabe recordar que, desacatos con base en “objeción de conciencia”, sea esta profesional o de creencias religiosas, como la oposición al fallo constitucional que favoreció la demanda de Mónica Roa al artículo 122, “permitiendo abortar a toda mujer cuyo embarazo ponga en peligro su vida o salud, o que sea el resultado de conducta constitutiva de acceso carnal o acto sexual, o de inseminación artificial o transferencia de óvulo fecundado, no consentidos; y/o en el cual se pruebe que existe una grave malformación del feto incompatible con la vida extrauterina”, es en el país un acto institucionalizado de violencia contra la mujer, hecho que completa ese enorme ciclo de avances jurídicos y científicos combinado con acciones retrógradas, en que se ha transformado la lucha de la mitad de los habitantes en defensa de sus derechos frente a esa otra mitad de "reyes" de la selva.

Hace mucho que te quiero



El cine francés sabe contar historias. Lo hace sin sobresaltos, sin ediciones rebuscadas, sin gratuidades con la taquilla. Philipe Claudel, el director y guionista de esta película, cuenta lo que sucede cuando Juliette sale de prisión, luego de haber pagado quince años por su delito. Léa, su hermana menor, la busca y le invita a compartir su hogar en Nancy, con Luc y las dos hijas adoptivas de ambos, además del abuelo, quien ha perdido el habla y ocupa su tiempo en leer. Aunque las dos hermanas se sienten como extrañas, el ensimismamiento de Juliette es aliviado por el esfuerzo de Léa en reconocer a la hermana que apenas recordaba. El sexo furtivo con un desconocido, la amistad de Michel y otros amigos de la familia, incluyendo una pareja de inmigrantes iraníes, Samir y Kaisha, van contribuyendo a normalizar la vida de la protagonista y a exorcizar en compañía de su hermana la sombra de un pasado de causas incógnitas, cuando ambas comparten la verdad alrededor de Pierre, el desaparecido hijo de Claudette, que hoy tendría 21 años de edad ...
Pero, Claudel no ha sido director de cine, sino literato, docente, de la Universidad de Nancy II. La lista de sus novelas incluye J'abandonne, premio Francia Televisión 2000, los relatos Petites mécaniques, premio Goncourt de Novela 2003, Almas grises, premio Renaudot, también en 2003, La nieta del señor Linh, 2006, y El informe de Brodeck, premio Goncourt de los Estudiantes 2007. Este año gana como director de cine, el Bafta (Academia Británica de las Artes Cinematográficas y de la Televisión), a la mejor película de habla no inglesa con este “A longtemps que je t'aime”.
¿Cómo se explica un escritor, acostumbrado a galardones literarios, ganando el Bafta con su “opera prima” fílmica? Esta una distinción que han obtenido en veintisiete años películas como Cristo se paró en Éboli, Danton, Carmen, Cinema Paradiso, Adiós a mi concubina, El Cartero, El tigre y el Dragón, Amores perros, Diarios de Motocicleta, El laberinto del fauno, o la Vida de los otros. Una respuesta: el cine francés relata bien con tono literario. Un poco a la inversa, se entiende bien entonces que un escritor desee expresarse con el lápiz de una cámara y con personajes que actúen. Y ese ha sido siempre el gran secreto del cinema francés.