domingo, 13 de septiembre de 2009

DISTRICT 9



Este film de ciencia ficción con poco menos de dos horas acomete una gran industria tipo hollywood fabricada en Suráfrica con artificios neozelandeses. Peter Jackson el maestro de la saga del “Señor de los anillos” funge de productor con solo US$30 millones. Neil Blomkamp, aporta sus 30 años, para dirigir este bigmacproduct y cumple la ley de zam (un guion escrito y dirigido por la misma persona es la mejor fórmula de calidad y éxito en el cine). Le acompaña en la escritura del guión Terri Tatchellr con quien cumple la tarea de expandir un cortometraje del 2005, del mismo autor, titulado Alive In Joburg. Es allí, en Johannesburgo del 2001, donde se desarrolla la historia, actuada por quien desempeñó el mismo rol en el ya mencionado corto, un esforzado Sharlto Copley, desconocido actor para este lado del mundo, quien hace gala de un bajo carisma unido a una gran capacidad de melodramatizar, de manera a veces cómica, el personaje que, finalmente, seguirá vivo en “Joburg”. Los espectadores, que serán masivos, deberán encontrar en qué consiste el nudo de esta envolvente metáfora de acción que comienza cuando ya han pasados dos décadas del momento en que una inmensa nave extraterrestre queda suspendida sobre la ciudad y su millón de pasajeros alienígenas, que pasará a 1,8 y a tres millones en el transcurso del cuento, son confinados por el gobierno en una zona de Nigeria, denominada Distrito 9.
Estos elementos ya reseñados con la ayuda de la información dispuesta en la red, ayudan a comprender aquello que se encuentra tras las bambalinas de esta producción. La película tiene una puesta en escena del tipo noticiero CNN, con franja noticiosa subtitulada en pantalla, con movimiento de cámara en mano que son, definitivamente, la novedad del siglo XXI extraida de los video clips, y música altisonante que ampara disparos extraños y estruendos metalizados propios de un film de guerra.
Pero, este largometraje (palabra ya desueta) tiene sus propias particularidades. Los alienígenas, con aspecto de calamar de dos metros e hijos del tamaño de medio metro, acompañan a toda una población negra de anárquicos subversivos armados, de soldadesca mercenaria surafricana y de cascos azules del la MNU (una magna naciones unidas). Es acá donde empieza la gran metáfora que se asoma a la conciencia geopolítica del espectador. Los ghettos de desplazados se reflejan en el Distrito 9. La basura, la pobreza, contrastan con el despliegue tecnológico de los medios y de los ejércitos regulares. Todo confabula para mantener en una intención falsamente “humanitaria” a los “gambas” encerrados para evitar su cruce con nuestra especie. La alta tecnología gamba solo puede ser manejada por estos mismos alienígenas y, por ello, hay curiosidad de diversas naciones en adueñarse de ella.
Duele ver en los aliens personas como nosotros, en negros y blancos personas como los enfrentados en un apartheid no muy lejano. La Nigeria que nos muestran semeja la Namibia invadida por los “afrikaners”, el rechazo a los gambas es un símil de un racismo inocultable, todo a manera de documental enlazado con entrevistas creíbles, la prepotencia blanca que allana, confisca, abusa a la población de esta especie de campo de concentración, todo lo cual nos hará pensar y hacer contrición de los tantos símiles que hay en la actualidad irresoluta de la geopolítica internacional.