jueves, 1 de julio de 2010

YO, TAMBIÉN



Pablo Pineda, es un "chico" de 34 años con síndrome de Down y actúa su propio rol como Daniel, lo que le ha merecido ganar el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, junto con su compañera de papel Lola Dueñas (Laura), quién ganó esta Concha de Plata, el Goya y el de Unión de Actores.

Pineda es en la vida real Licenciado en Psicopedagogía y diplomado en Magisterio de Educación Especial. Representa en el filme este mismo trabajo. Laura es normal, poligámica, libre y apartada de su familia. Se encuentran de manera paulatina en la vida y la simpatía, inteligencia y humor de Daniel abarca la escena.

Álvaro Pastor y Antonio Naharro escriben y dirigen al alimón su opera prima. Reconocible también en el Festival Sundance, esta película es un buen ejemplo de lo que puede ser el cine como instrumento didáctico para quienes no entiendan un problema de índole médica o psicosocial, y pedagógico para aquellos que deseen saber cómo enfrentar este tipo de casos en su entorno familiar o laboral. La discapacidad de toda índole puede ser sobrellevada por la sociedad en la medida que haya conocimiento práctico de cada síndrome y la cinematografía es una de las mejores herramientas para lograrlo. No todos los discapacitados, antes malamente denominados minusválidos, son tan interesantes como Daniel (Pablo), pero pueden hacer perfecta parte de una sociedad que tiene males peores en tantas personas corrientes y sanas que malviven con su entorno.

El cine ha plasmado este síndrome en diversas oportunidades. “Johnny Palillo” interpretado por Roberto Benigni en 1991 y “Yo soy Sam”, por Sean Penn del 2001 son de las más notorias. La industria anglosajona del cine poco se ha interesado por el tema, pero la iberoamericana lo ha hecho en varias oportunidades: “Tinta roja” (peruana) de Francisco Lombardi en el 2000; “Te quiero, Eugenio” de Francisco José Fernández de 2002; “León y Olvido” de Xavier Bermúdez del 2004, “Vida y color” de Santiago Tabernero del 2005 y “Las palabras de Vero” de Octavi Masiá del 2005 (Con Verónica Romeo, cantante y compositora española famosa por Operación Triunfo 2001), todas producciones españolas, son ejemplos recientes. También, “Anita” de Marcos Carnevale del 2009, argentina, con Norma Leandro (ganadora del Cannes y participante en “Historia Oficial”, Oscar 1986 a mejor película) y Alejandra Manzo representándose a ella misma. Una explicación a esta especialización temática es la poca necesidad de recursos materiales y la enorme dependencia de las calidades histriónicas y actorales, que abundan en Iberoamérica.


Pablo Pineda quiere significar “yo, también amo, yo también deseo, yo también me excito” y da en su diálogo la clave terapéutica única para todos los seres humanos y explicativa de su sorprendente caso de “mongolismo” adaptativo y desarrollo intelectual: “Mi mamá me hablaba siempre, incluso estando en su vientre”.