lunes, 21 de diciembre de 2009

Savage Grace








Barbara Daly Baekeland, es un personaje de aquellos que gustan a estrellas como Julianne Moore para continuar en el quinto round (nominación) en su lucha por obtener el Oscar. El equipo actoral que la acompaña en Savage es altamente profesional pero inocuo en cuanto a su curriculum, ya que desde el director hacia abajo no hay ni cantidad y, posiblemente ni calidad, medida en número filmes o en títulos recordables.
Julianne tiene 50 años, la misma edad de su personaje, y lleva 63 películas realizadas. Es el tipo de actriz con sello de diva en su rostro y va muy bien con el papel de esposa “plebeya” de Brooks, el heredero de la fortuna del belga inventor de la baquelita en 1909, Leo Baekeland, ese material no conductor de calor (todo lo contrario a lo que la ciencia busca hoy para ahorro de energía).
La interacción entre Bárbara y su marido, es tensa desde el comienzo. Su medio social es muy alto y se adorna de algunos intelectuales reconocidos como Marcel Duchamp, el pintor dadaísta-surrealista de origen francoamericano, o Carlos de Santiago, finalista en 1949 del premio literario español Nadal con “El huerto de Pisadiel”???, o con James Jones, el autor de una docena de libros entre los cuales reluce “De aquí a la eternidad”, llevado a memorable película. Precisamente la esposa de James, Gloria, amiga íntima de Bárbara, le había salvado a esta de un previo intento de suicidio.
Bárbara era una bella modelo (fotos) y había hecho algún casting para optar a ser una estrella hollywoodense junto con el actor Dana Andrews, pero, quizá por su matrimonio, no alcanzó este objetivo.

El dinero gratuito aburre, genera un clima social aislado, es simiente de distorsiones sociopáticas y germen de depresiones. Anthony, su hijo gay, había sido diagnosticado con esquizofrenia y tendencias paranoides pero no aceptaba atención profesional. La noticia del matricidio cometido por Anthony dio la vuelta al mundo en 1972 e, igualmente el posterior intento de asesinar a su abuela materna, quien le había hospedado a su salida de la cárcel en 1980. Tony argumentaba haber sido forzado sexualmente por su madre. Un año después, Tony aparecería muerto, sofocado con una bolsa plástica, sin haberse comprobado si fue suicidio, como se argumentó.
La película en su escenografía limpia y su cinematografía inmaculada se acogen bien al estatus social que retrata. El vestuario de Coco Chanel, quien, en la época, había diseñado toda una colección de su ropa con accesorios y adornos fabricados en bakelite, lo cual contribuyó a la supervivencia de esta industria en la depresión de entre guerras.
El guión es basado en el libro de Natalie Robins y Steven M. L. Aronson. No sabremos si el uno, el libro, o el otro, el guión, restaron importancia a los elementos que no aparecen en el filme y que la prensa ha dado por verdaderos. Sin embargo, de esta manera, la perspectiva que ha quedado de este caso es de tedio y relaciones disfuncionales, de ocio enfermizo y promiscuidad, sin buscar antecedentes mayores en las vidas de los personajes.