viernes, 18 de febrero de 2011

EL DISCURSO DEL REY (THE KING´S SPEECH)

Es una película que ha despertado los mejores comentarios y arrastrado buenos galardones en su paso por los festivales, pero con un "trote" algo exagerado. No se duda del mérito de Colin Firth para ser oscarizado por su protagónico del rey Jorge VI de Inglaterra, enfrentado a la obligación de representar el patriotismo de una nación en medio de la explosión de la segunda guerra mundial del siglo pasado y con un simple discurso que debía ser bien leído.

Esta es una película que ha despertado los mejores comentarios y arrastrado buenos galardones en su paso por los festivales, pero con un "trote" algo exagerado.

No es que se pueda dudar del mérito de Colin Firth para ser oscarizado por su protagónico del rey Jorge VI de Inglaterra, enfrentado a la obligación de representar el patriotismo de una nación en medio de la explosión de la segunda guerra mundial del siglo pasado y con un simple discurso que debía ser bien leído. Ya en “A single man” del 2009 Firth había mostrado la capacidad de afrontar papeles bien interesantes, aparte de los intrascendentes y melosos que ha acumulado en su carrera.

Si bien la película sobre el discurso (catalogada 95 entre 250 por sus 21 galardones y 68 nominaciones) está bien dirigida por el joven de 38 años Tom Hooper a cargo de las experticias de Bonham-Carter (Reina Isabel), Jacobi (el arzobispo de Canterbury) y Rush (el autodidacta fonoaudiólogo Lionel Logue) y Pearce (el hermano de Jorge y dimitente rey Eduardo VIII quien cambió una corona por la divorciada Wallis Simpson), pocos de sus elementos artísticos pueden ser vistos como excepcionales, mucho menos frente a otras competidores, por ejemplo, en la búsqueda de algunos de los veinticuatro oscares en disputa.


En el terreno de la historia, cabe comentar que el importante personaje de Winston Churchill queda a la sombra para dar despliegue en el guión al mediocre rey (desperdiciando al excelente actor Timothy Spall). Debe decirse, además, que el mérito de dejar de gaguear es el único de Jorge VI aportado a Inglaterra, aparte de la elegancia en el vestir de quien fue el último monarca que ostentó los títulos de Emperador de la India y Rey de Irlanda, independizadas para la segunda mitad del siglo XX. Para la historia real, los destinos de los ingleses quedaron en las manos del primer ministro Churchill.

Allí en la película también están las niñas Isabel (actual monarca Isabel II) y Margarita (fallecida en el 2002), hecho que, sin duda, está impulsando la importancia dada al filme en Estados Unidos con 12 nominaciones al premio de la Academia, todas con meritoria suficiencia, debe mencionarse, pero ninguna representativa de algo descollante para el producto fílmico ni que aporte nuevos caminos en el oficio de la industria. Aparte, debe traerse a cuento como un factor a favor de este filme en la competencia Oscar la importancia geopolítica de un país que es prácticamente el "viejo mejor amigo" (parafraseando un poco a nuestro Santos) de la aún potencia del norte, todo lo cual puede pesar en el parecer de los "académicos de las ciencias y de las artes".

127 HORAS (127 HOURS)

¿Quién lleva el mérito de esta película? Sin duda la introspección de James Franco (un archienemigo de “Spiderman”), a quien se le ha comparado con James Dean. Su rol del hecho real sucedido al alpinista Aron Ralston es altamente meritorio y muestra sus alcances histriónicos. Su soliloquio admirable, no obstante, recuerda que le queda camino por recorrer frente a otros íconos del oficio actoral. Aunque nunca se sabe en materia de votación de academias.

Es meritoria la capacidad de reinvención constante de Danny Boyle con producción compartida, guión coescrito y dirección. Basta recordarle ”Shallow grave” (Tumbas a ras de tierra), “Trainspotting”, “The beach”, “28 Days Later”, “28 weeks Later”, o “Slumdog Millionaire”, para comprender las diferencias entre uno y otro estilo fílmico. Sus experimentaciones en cada estilo demuestran un éxito simultáneo al primer intento o una integral visión de la industria. Es un diestro artífice pero no ha podido alcanzar un tono de autor que lo categorice, lo identifique y lo coloque en las listas memorables de los ingeniosos (no genios) de la pantalla grande. En este caso, las seis nominaciones en el Oscar (ya ha arrastrado algunas y varios premios en Europa) revelan la calidad ante todo del montaje, la coordinación de la banda sonora y el guión adaptado, aunque se echa de menos la referencia a la edición dinámica que sobresale al compás de sonidos que recuerdan la iconoclastia de “Pulp fiction” con diversos géneros musicales.

Esta película tiene como su fórmula mágica el montaje, el entrelace de sonidos, colorido, cámaras testigo y tomas que involucran al espectador. Se destacan las primeras bellas imágenes, hasta el momento en que el personaje cae para quedar aprisionado a un destino enfrentado con valentía.