sábado, 27 de marzo de 2010

LA ISLA SINIESTRA

Shutter Island es vendida como una película de suspenso, terror o drama. Mejor lo primero. Leonardo Dicaprio cumple ya cuatro filmes, pasando a ser el actor fetiche que reemplazó a De Niro en la obra de Martin Scorsese.

Se dice que Dicaprio ha madurado en edad y profesionalismo. Solo en temáticas, quizá. La “Isla…” se basa en una novela de Dennis Lehane, quien tiene a su favor la interesante “Río Místico” filmada por Eastwood.

La ubicación temporal del argumento es en 1954, alrededor de los agentes judiciales (Sheriffs) Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio) y Chuck Aule (Mark Ruffalo) que investigarán en una institución mental para criminales situada en Shutter Island, que hace referencia a lo cerrada de la isla pues es imposible salir si no es por un ferry. Se trata de averiguar como una psicópata ha escapado de su celda. El doctor John Cawley (Ben Kinsley), director de la institución, no está dispuesto a colaborar. Michelle Williams es Dolores Chanal, esposa de Teddy, Emily Mortimer es Rachel Solando (psiquiatra en fuga), Patricia Clarkson (es esta misma en segunda versión), Max von Sydow es el Dr. Jeremiah Naehring (un nazi escondido).

El filme es algo expectante, al estilo antiguo del maestro Alfred Hitchcock, con elementos de To catch a thief (escenas selváticas y al borde del mar), Vértigo (faro), Birds (papeles y cenizas que revolotean inexplicadamente recordando las nubes de pájaros), Frenzy (la referencia a la corbata para explotar un automóvil). Scorsese es y será muy recordado por su manejo del tema mafioso en el cual ha sido más exitoso. En los demás, es un director multifacético, resulta un industrial pulcro. Películas de buen presupuesto, publicidad, nombres y actores taquilleros. Hay un leve tono de surrealismo en los recuerdos pero Scorsese no será quien para lograrlo bien.

¿Con qué cuenta el filme? goza de un buen elenco, entretiene, genera dudas con un buen guión que logra convertir a los que llegan al comienzo, en personajes que ya estaban allí recluídos, qué pena … nada más.