jueves, 3 de febrero de 2011

EL TURISTA (THE TOURIST)

La película previa, desarrollada en Niza y que da origen a este remake, se denomina “Anthony Zimmer”, film francés del 2005 del director-escritor Jérôme Salle con Sophie Marceau, Yvan Attal y Sami Frey (estrella de los años cincuenta).

Columbia Pictures consideró presupuestar US$70 millones para vender un poster con Angeline Jolie y Johnny Depp, que jala público y se desarrolla esta vez en Venecia, comprando derechos para esta versión a la canadoamericana. Es, otra vez, cine de crisis para atraer al público con base en un elenco fuerte, pues están Paul Bettany (“Código Da Vinci”), Timothy Dalton (un “007”), Rufus Sewell, el verdadero turista y Steven Berkoff, un eterno antagonista con porte de ruso malo.

El director de nombre largo - Florian Maria Georg Christian Graf Henckel von Donnersmarck – tiene solo otro filme, este si excelente, “La vida de los otros” (Oscar 2007), producción alemana sobre espionaje interno. En esta oportunidad se simplifica, intenta divertir y le resulta una película que es demasiado intrascendente.

Lo que en el argumento busca el personaje de Jolie es un títere, cualquier turista, para despistar a la mafia y Scotland Yard en la búsqueda de un tal Alexander Pearce que ha robado US$2.300 millones. La cara de Depp servirá para ocultar hasta el final una cirugía que este mismo Pearce se ha hecho y con ello despistar al público mundial, y a la misma hermosa personificada por Jolie.

¿Qué pasa con esta película? Que en su producción sucede lo mismo que en el argumento. Florian Maria Georg Christian Graf Henckel von Donnersmarck, el director buscó seis importantes actores para dirigirlos como títeres. Jolie es caradepalo, Depp sostiene su risa de pirata (Jack Sparrow) cantinflesco para intentar aparecer serio, Dalton aparece solo dos veces para dar órdenes, Sewell hace una actuación que parece de extra, Berkoff mata y se deja matar sin sentimientos en su cara y, lo que es peor, Bettany (actor de mayores proporciones) merece un cortometraje de sus mohines, movimientos de cine mudo, desesperos al no saber qué pasa… con ademanes de… títere.

La película salva el valor de la boleta porque vuelve a mostrar la linda Venecia, los trenes rápidos de Europa, los hoteles elegantes y los clásicos cafés parisinos, tan románticos como siempre. Pero, el director irrespetó a estas grandes figuras intentando moldear muñecos de cera inexpresivos, acentuada base maquilladora, a Jolie le “brilla” su popular cara, para explotar el poster alrededor del mundo.

No obstante, puede haber un factor X que explica lo que parece faltar a la película. Este es su raíz argumental, la película precedente y el resto del staff, todos franceses.

Hay una vertiente actoral gálica, que es de tradición mimesca (Marcel Marceau), infantil (“Amelie”, por ejemplo), la proyección y dramaturgia impregnada de comicidad, donde los “métodos” actorales de Strasberg, Stanislavsky, Grotowsky, Barba, entre otros, ceden a imágenes del Kabuki japonés, serias y sutiles, pero inexpresivas facialmente y cuasicómicas. El ejemplo más sencillo es el reconocido pirata Sparrow del mismo Depp (“Piratas del Caribe”), muy “franchute”, algo “chaplinesco” pero expresivo en exceso haciendo difícil la interpretación contenida en un sentimiento concreto. De este tipo de acción y actuación se llenó “The tourist”, llevando al espectador, occidentalizado con el tono artístico americano, a preguntarse si ve un “thriller” de acción y espionaje, con violencia cómica, o si Jolie y compañía han envejecido con su profesión. No, lo que sucede es que fueron títeres de una dirección de actores “a la francesa”. Por lo demás, para el director es un paso artístico en falso luego de “The lives of others”, aunque con recaudos suficientes para pagar la cara nómina de esta película.