sábado, 18 de febrero de 2012
EL ARTISTA (THE ARTIST)
Berenice Bejo estelariza acá para su esposo el director Michel Hazanavicius. Ambos franceses, aunque ella nacida en Argentina, comparten con el protagonista Jean Dujardin la aventura de recrear una pequeña historia sobre la transición del cine mudo al sonoro en medio de la cual un actor cae en decepción, declive, depresión y derrota profesional. Al elenco lo complementan John Goodman (“Pedro Picapiedra”), James Cromwell (“Babe”) y Penélope Ann Miller (“Chaplin”), quienes luego de estas películas han sido caras muy reconocidas en una gran cantidad de filmes norteamericanos y europeos.
Solo US$18 millones de presupuesto bastaron para revivir el blanco y negro, con música incidental y bailes evocadores de la gran depresión. Todo el derecho tiene esta producción gala de retomar los inicios del cine como espectáculo, pues desde Georges Melies, pasando por los hermanos Lumiere, las productoras también francesas aún vigentes como Pathe o Gaumont, fueron los vástagos de toda una corriente cultural dominante en el género mudo que precisamente por no tener barreras idiomáticas alcanzó total éxito, expandiendo la pantalla de plata a nivel global y abriendo una mina de oro a la cual los grandes estudios norteamericanos supieron explotar de inmediato.
El cine es francés y alemán en sus comienzos como género tecnológico y artístico, las grandes empresas productoras y los mercados cinematográficos ampliados son norteamericanos. “The artist” recrea las Clara Bow y Mari Pickford, también recuerda los John Barrymore, Douglas Fairbanks y Rodolfo Valentino. Además de los gerentes, directores y empresarios, como Griffith o De Mille.
La historia comienza muy bien, con excelentes actuaciones de Dujardin y Bejo, que gesticulan, se mueven y transmiten a la mejor manera de la cinematografía de hace un siglo, sin requerir profundas ojeras, exagerados movimientos y constantes ayudas de silenciosos letreros. En realidad “The artist” no recrea plenamente las condiciones técnicas de la época pues siendo versión modernizada su única diferencia con la actualidad es ser no parlante.
“Tha artist” puede ser un film algo didáctico para las juventudes de hoy, pero poco aporta a la historiografía e incluso a la cinematografía. Sus nominaciones tienen fundamentalmente una raíz nostálgica y una intención mercaderista, a pesar que para recrear ese universo deben reconocerse las descollantes actuaciones y el manejo de alta calidad técnica en la producción. Es un buen producto francés anticrisis en alianza conveniente con la enorme capacidad de distribución europeo-americana de Warner, Weinstein y Entertainment.
La corta película tiende a decaer en el tercio final del filme, finalizando con mucha menor fuerza narrativa que cuando empezó. Cabe esperar que el magnífico Dujardin no le birle el galardón de la Academia como actor principal al protagonista de la sencilla historia de “The descendents” e igual no pase con el reconocimiento a mejor película.
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