sábado, 28 de agosto de 2010
EN EL SÉPTIMO CIELO (WOLKE 9)
Andreas Dresen había enviado previamente a la cartelera colombiana “Whisky y Vodka” y “Verano en Berlín”, bajo su dirección. Ahora “Nube 9” o “En el Séptimo cielo” , hace referencia a una especie de paraíso personal en el cual las necesidades han desaparecido en un ámbito de dicha y satisfacción, el éxtasis de la dicha absoluta aparece. ¿Es la adultez esta novena nube? Es posible. Se gana serenidad, plena tranquilidad consigo mismo y los demás, usualmente, y se goza de los pequeños placeres. Si a ello se le agrega, de nuevo, el retorno del sexo, pues se está “en el séptimo cielo”. La nube nueve augura males en el Japón y suertes en la China, pero es la cábala del 666 que sumados llegan a este dígito. Hay cielos o infiernos en estas cifra mágicas dependiendo de la cultura.
La momma Inge de 62 años tiene una aventura “juvenil” con un hombre “mayor que ella” de 76 años, hasta aquí siete cielos o novena nube. Su esposo desde hace más de treinta años lo sabrá por confesión de ella misma y todo cambiará para los dos, llegando al borde celestial de la última nube: allí el vacío.
Inge es corista y el summun de su felicidad se refleja en un corte cantado en grupo con las otras coristas de tercera edad, en la Oda a la Alegría de Schiller en el 4º. movimiento de la novena sinfonía de Beethoven.
Dresen fotografía desnudos a todos estos adultos mayores. Las cejas superiores descendidas por los años, las pieles moteadas por la edad, las cabezas canas y las caras surcadas. Pero hay atracción aún, desespero hormonal, recuerdos excitantes, nuevas búsquedas y el retorno de fluídos vitales a los escasos músculos ya un tanto desligados de sus propias pieles. Los peinados y cosméticos no contribuyen a algún coqueteo que ya no es de esperar, pero la química circula al interior de lo que fue alguna vez más bello.
El Dogma 95 (Lars von Trier - Thomas Vinterberg) trascendió de Alemania al mundo. Ya no es una moda ni menos una vanguardia, ahora es un lenguaje audiovisual más, disponible a gusto de los autores. Cámara al hombro en movimientos comprensibles para el espectador, sin cuidar las luces, pues al entrar a un cuarto no importará el oscuro pleno, ni lo que ello dure.
Estos vacíos de luz y de sonido hace parte de la estética minimal y naturalista también en la historia de Inge, Werner y el osado Karl, en la cual Andreas Dresen, con sus 47 años, se da el derecho de sellar su filme con alguna llama castigadora que nadie esperaba.
ALMAS PASAJERAS (PASSENGERS)
Rodrigo García, colombiano e hijo de Gabo, 51 años, es un director de TV (es su fuerte, en HBO). En el cine, con “Cosas que diría con sólo mirarla”, “Nueve vidas”, “Passengers” y vendrá “Mother and Child”, solo ha demostrado que es un técnico, no un autor. Sus películas reúnen elencos importantes, utilizan tecnología de punta y son editadas bajo esquemas académicos, pero son elegantes productos, sin suficiente alma, realizadas al gusto de los productores.
En “Almas pasajeras” se adentra en el manido tema de los espíritus que no quieren irse luego de que el cuerpo muere y en las relaciones novelescas entre este y el “otro mundo”. Pero hay muy buenos novelistas y “filmakers” que han tocado de manera notable el tema (Shiamalan, Amenábar… y una larga lista) y por ello es difícil llegar a impresionar una vez más.
“Passengers” juega con la idea de que la vida es pasajera y que los muertos desean comunicarse con la psicóloga de turno, Anne Hattaway, uno de los cuales, Patrick Wilson, resulta con un poder de comunicación sobrenatural, luego de un accidente aéreo por una falla de fabricación que alguien desea ocultar y que las almas no difuntas querrán que se sepa. Anne es la carita sorprendida que saltó a la mirada mundial principalmente con “El diablo se viste de Prada” y Patrick es el Búho de “Watchmen”, dos películas recomendables cada una en su género.
Pero acá, eso es todo. Aunque la película alcanza a entretener.
García Barcha podría intentar alcanzar la “Ley de Zam”: quien escribe el guión que también dirige, tendrá éxito. Es posible que tenga algo de imaginación si lo intenta como guionista y que pueda utilizar sus destrezas técnicas de academia (Harvard y American Film Institute) en hacer buen cine. Por ahora, dirige por encargo este tipo de películas “pasajeras”.
En “Almas pasajeras” se adentra en el manido tema de los espíritus que no quieren irse luego de que el cuerpo muere y en las relaciones novelescas entre este y el “otro mundo”. Pero hay muy buenos novelistas y “filmakers” que han tocado de manera notable el tema (Shiamalan, Amenábar… y una larga lista) y por ello es difícil llegar a impresionar una vez más.
“Passengers” juega con la idea de que la vida es pasajera y que los muertos desean comunicarse con la psicóloga de turno, Anne Hattaway, uno de los cuales, Patrick Wilson, resulta con un poder de comunicación sobrenatural, luego de un accidente aéreo por una falla de fabricación que alguien desea ocultar y que las almas no difuntas querrán que se sepa. Anne es la carita sorprendida que saltó a la mirada mundial principalmente con “El diablo se viste de Prada” y Patrick es el Búho de “Watchmen”, dos películas recomendables cada una en su género.
Pero acá, eso es todo. Aunque la película alcanza a entretener.
García Barcha podría intentar alcanzar la “Ley de Zam”: quien escribe el guión que también dirige, tendrá éxito. Es posible que tenga algo de imaginación si lo intenta como guionista y que pueda utilizar sus destrezas técnicas de academia (Harvard y American Film Institute) en hacer buen cine. Por ahora, dirige por encargo este tipo de películas “pasajeras”.
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