domingo, 14 de abril de 2013

SPARTACUS (WAR OF THE DAMNED)

Una triste despedida a un amigo. Eso es “Victory”, el último capítulo de la excelente miniserie sobre “Spartacus”, el líder de la histórica tercera guerra servil finalizada en el 71 a.c. (las anteriores rebeliones habían sido sofocadas en 135 a.c. y 100 a.c.). Euno y Cleón, primero, Trifón y Atenión, luego, Spartacus, finalmente. La importancia de esta última radicó en el mayor número de rebeldes (120.000) y el gran esfuerzo que su derrota representó para la república que fenecería en 31 a.c., dando paso a la época imperial. Roma pasó históricamente (753 a.c-476 d.c.), de una era monárquica, que según historiadores se desarrolló a través de 244 años, a una republicana de 478 años de duración hasta la conocida como el imperio, en los últimos 476 años. Su caída parece haber tenido causas diversas entre las cuales una decadencia interna de costumbres y recursos, de avance bárbaro por toda la actual Europa y del impacto ideológico y político del cristianismo sobre el paganismo. Esto para el imperio occidental, pues el imperio de oriente, o bizantino, sobreviviría hasta 1.453 d.c. Spartacus, que no era su verdadero nombre sino su mote de gladiador, era quizá romano o posiblemente tracio. No hay precisiones históricas, así como la productora Starz tampoco se comprometió nunca a una hermenéutica del personaje o de alguna novela previa, sino a la dramatización de un guión con lugares ciertos y algunos pocos nombres que sí han quedado en la historiografía sobre el particular. Se ha ido esta entrega televisiva interesante, que se expresa como resultado, según versiones, de una mixtura de efectos derivados de la reconocida “300”, de luchas “Gladiator” e, incluso, de elementos del libro de Howard Fast, que se hizo filme con guión de Dalton Trumbo (“El niño y el toro”, “Papillon”), actuación de Kirk Douglas y dirección de Stanley Kubrik. Pero no. “Spartacus” respeta bien todos los hilos documentados de la historia real, agregando creativamente en “Blood and sand”, “Gods of the arena”, “Vengeance” y “War of the damned”, una dramaturgia nítida de la violencia y el erotismo que se presumen propios de las costumbres de la época. Los diálogos del guión conjunto, la música de Joseph LoDuca, la producción de Steven DeKnight y los efectos especiales combinando “strings” y pantalla azul, entre otros, son magistrales a través de unos cuarenta capítulos. Se destacan de manera importante los textos de tonos shakesperianos y sus ricas retóricas, metáforas y modulaciones en veces poéticas. “Blood and sand” (ver este blog), comenzó con una “Red serpent” bellamente enlazada al final en la muerte del personaje. Andy Whitfield (Q.E.P.D.) y Liam McIntyre, se aíslan de actuaciones “hollywoodescas” para dar corpórea credibilidad a Spartacus, aquel quien cada uno en su ejército decía ser en la “Guerra servil”. “Gods of the arena” (ver este blog), surgió como precuela forzada por la desaparición de Andy Whitfield, pero la elocuencia fílmica de conjunto permitió que los espectadores del mundo tuvieran una visión más cercana de las intimidades de los “ludus”, las “arenas” y los motivos humanos de la sublevación. Los diálogos entre esclavos, con frases de elocuente comprensión y de latente rebeldía, las interrelaciones de poder y las veleidades políticas en la relación de lanistas y gladiadores, así como de “domines” y senadores, de generales y de damas, de damas y sirvientes, son en “Spartacus” toda una didáctica del modo esclavista de producción que prevalecería hasta el siglo VII (algo diferente del esclavismo en el modo de producción feudal o en el mercantil). “Spartacus…” es inmensamente teatral, con algo que solo despectivamente podría ser calificado de “gore”, o ignorantemente de “porno”. Las luchas y los amores representados con la elegancia del “slow motion” y la belleza de los cuerpos (cabe recordar a David Hamilton y “Bilitis”), son una semántica propia de la época representada y una simbología de la enorme debilidad de los fuertes, de lo utilitario de la esclava y lo irracional del soldado y el domine, pero unas señales de la esperanza de libertad y de la pureza del amor de siempre. “Vengeance” (ver este blog), la segunda temporada de la historia central, partió de la rebelión en el ludus de Batiatus, hasta la batalla del Vesubio con Espartaco, Crixus, Oenomaus y Gannicus, Agron y Varinus, contra Glaber y Ashur. “War of the damned” cuenta los temores politicos y militares de las partes, y los conflictos sociales en uno y otro bando. Los campeones de Capua, finalmente degollados, crucificados o lanceados, quedan delineados de manera nítida con el respaldo de muy buenas actuaciones que impiden pensar en el prejuicio de atletas sin histriónica. Es así como los indelebles Crixus, Gannicus, Agron, o Tiberius. Crassus, César y el oportunista, pero de gran relevancia, Pompeyo, cierran luctuosamente los tempranos reclamos libertarios de Spartaco para dar paso al primer triunvirato de gobierno en la historia humana.