sábado, 15 de octubre de 2011

NACIDOS PARA SER LIBRES (BORN TO BE WILD)

Una verdadera muestra de cine en 3D filmado mediante la técnica de IMAX.

Se trata de un documental de poca duración (50 minutos), que hace demostración de lo que significa la fusión de dos técnicas de filmación y proyección que constituyen la vanguardia de la cinematografía.

Resulta en una lástima el hecho que no haya productos masivos filmados en IMAX (Image Maximum). Unas pocas muestras de ello, desde que esta tecnología hizo su aparición en 1964, han sido, en el 2002 “Apollo 13”, “Space Station”, en 2004 “The polar express”, en 2006 “Superman returns”, desde el 2007 “Kung Fu Panda”; “Madagascar”, “Monstruos vs Aliens, “¿Cómo entrenar a tu Dragón?”, ”Shrek 4” y, parcialmente, en 2008 “The dark night” y “A Christmas Carol” (Los fantasmas de Scrooge), nada más.

El desperdicio de estas técnicas conjuntas en la industria cinematográfica se compensa al ver el documental “Nacidos…”. El Dr. Birute Galdikas y la Dra. Dame Daphne Sheldrick, expertos en orangutanes y elefantes, muestran cómo se intenta preservar estas dos especies, en contra de la cacería irracional por parte de seres “racionales” que desconocen el trasfondo natural de estos animales y sus instintos sentimentales, de confianza hacia el ser humano y de ejemplo de solidaridad y libertad.

Con la sensación de estar dentro de las escenas, de sumergirse en las cristalinas aguas, de volar junto con las avionetas, de participar de las manadas y de poder tocar cercanamente a estos simpáticos seres, el espectador disfruta de un cine hiperrealista en imagen y sonido.

Esta combinación supera la actual moda del 3D convencional, quizá con excepción de las técnicas auténticas de James Cameron que, de paso, deben destacarse en su autenticidad de la serie de maquillajes que se mercadean actualmente sobre antiguas películas, o sobre filmes 2D que engañan al público con base en el uso de sombreados digitales.

CENTURION


Neil Marshalll se encarga de la mala dirección de un filme poco creativo cuyo guión es escrito por él mismo para gastar US12 millones en un producto tramposo. Es una trampa tendida llevar a la pantalla el icónico vestuario de las huestes romanas, dentro del género “péplum” (túnica) o “robe” (manto). La escenografía oscura justificada quizá con un argumento tonto de época, las corazas y armas brillantes, el sonido metálico, las batallas cuerpo a cuerpo y las simulaciones de puesta en escena a lo “Gladiator”, buscan jugar con el público desprevenido.

El muy talentoso Michael Fassbender (“Hunger” del director Steve McQueen, es una muestra de las mejores actuaciones del cine en una película un tanto tediosa), se presta a ganar una poca platica, muy por debajo de sus méritos profesionales. Apariciones sin importancia de Olga Kurylenko (“Quantum of Solace”, “Hitman”, “Max Payne”).

“Centurion” busca con una mala imitación de lo visual de filmes de gran atractivo taquillero, sustraer el valor de la boleta del bolsillo de espectadores poco enterados.

PAUL


Del desconocido e infratalentoso director Greg Mottola, una película en la cual los actores Simon Pegg y Nick Frost dan rienda suelta a sus tontas ideas de mal guión. Se gastan un interesante presupuesto de US$40 millones, con la seguridad de engañar al público mediante el poster altamente reconocible del alien del Area 51, un icónico personaje del siglo XX.

Pegg y Frost, dos rellenos del cine intrascendente, escriben sketches inconexos, relacionados solo mediante forzados intertextos muy estadinenses, alusiones a Mister Steven Spielberg, Dios y Darwin, para con descaro que intenta ser simpático, parafrasear la historia de “E.T.” con referencias directas y nave final, todas plagadas de bobaliconas caídas, disparos inocuos, persecuciones desordenadas, explosiones obligadas y, en general, un paquete de “piñata” que, con respeto, solo consumen ingenuos espectadores que contribuirán al bolsillo de este equipo de desempleados del cine.

El elenco incluye a Jason Bateman, Sigourney Weaver y Blythe Danner, con raudas apariciones que solo buscan zancadillar al público para que traspase hacia dentro de la puerta del teatro.