miércoles, 3 de abril de 2013
CRISTEROS (FOR GREATER GLORY)
Con US$12 millones de presupuesto, al cambio del peso mexicano en 2011, esta película está basada en hechos reales de la denominada Guerra Cristera, entre 1926 y 1929, un hecho posterior al clímax bélico de la revolución mexicana. Es en esta dicotomía que reside la poca objetividad de la buena película un tanto mal dirigida y escrita por el novel Dean Wright (solo experto en efectos visuales para “Narnia”, por ejemplo).
Es un filme que atrae por su fondo histórico y el gran elenco que incluye a Andy García (Enrique Gorostieta Velarde), Eva Longoria (Tulita, su esposa), Peter O'Toole (Padre Christopher), Bruce Greenwood (Dwight Morrow), Oscar (Victoriano 'El Catorce' Ramírez), Bruce McGill (Calvin Coolidge), Catalina Sandino Moreno (Adriana), Santiago Cabrera (Padre Vega), Eduardo Verástegui (Anacleto González Flores), Rubén Blades (Plutarco Elías Calles), entre los más reconocibles. Mauricio Kuri un pequeño gran actor hace al mártir y beato José Sánchez del Río.
¿Dónde está la subjetiva ahistoricidad del filme? En elementos dramáticos, quizá necesarios al guión, pero no ciertos. 1) Liga al Padre Christopher, una emblemática figura por haber sido fusilado en la persecución inicial al clero extranjero, con el niño José. 2) Relaciona a su vez, a este y de inmediato, con el niño José (beatificado en el 2005 por Benedicto XVI), el mártir a quien tajan las plantas de los pies haciéndolo caminar hasta su tumba abierta para dispararle luego de acuchillarlo sin haber logrado que dejara de exclamar ¡Viva Cristo Rey!. 3) Relaciona a este niño José con Enrique Gorostieta Velarde, un burgués de carrera militar que, como General de le Revolución (1910-1917), adquiere tal prestigio como para ser luego alquilado como mercenario experto por la rebelión Cristera. 4) Argumenta que la Rebelión Cristera se origina solo en la persecución del gobierno mexicano y su Presidente Calles hacia la Iglesia Católica, olvidando la enorme frustración que el campesinado tenía ante el incumplimiento de las expectativas de los revolucionarios mexicanos y frente a la Constitución de 1917.
El contexto de tal frustración era el asesinato casi sistemático de los principales jefes revolucionarios Zapata, en 1919, Carranza, en 1920, Villa en, 1923, y Obregón, en 1928. Los “Cristeros”, como eran conocidas las fuerza sublevadas de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa (LNDLR, cuyo líder era Anacleto, personificado por Eduardo Verástegui) se habían convertido si bien en adalides de esta frustración, en bandoleros asaltantes de los poblados y sus mismas iglesias.
En la Revolución Mexicana, el ejército constitucionalista, de Venustiano Carranza, Álvaro Obregón y el mismo Plutarco Elías Calles, había derrotado en 1917 los ejércitos campesinos de Pancho Villa y Emiliano Zapata, sin realmente resolver la redistribución de la tierra, que prevalecía en 1929, cuando la rebelión de Cristo Rey. La misma iglesia, no tenía interés en la demanda campesina e indígena por la tierra, que en este filme se resume solo en una supuesta guerra religiosa contra un anticlericalismo que creía a algunos curas como una amenaza comunista.
Se debe recordar que en los años 1930, el Vaticano señaló a México, a la España de la Segunda República y a la Unión Soviética como un "triángulo terrible" del anticatolicismo. Tras la LNDLR había una alianza de latifundistas e Iglesia, que en realidad estaba en contra de los logros que hubiera podido alcanzar la revolución, según el historiador Jesús Silva Herzog, en triunvirato con el ejército, en lo que resume como “hacienda, sacristía y cuartel". En resumen, el buen filme de Wright se convierte en una aventura con intertextualidad histórica, pero con un uso maniqueo de los icónicos hechos del fusilamiento del Padre Christopher, el martirologio de José y la traición a Enrique Gorostieta, sin mayor contextualización que una simple guerra espiritualista, nada relacionada con el aún prevalente problema de la mala distribución de la tierra, y que provocaría entre 90.000 o 500.000 muertos en tres años, según la fuente que se escoja. Por lo demás, técnicamente una película con sobresaltos de edición a la que salvan los carismas actorales conocidos, no tanto su calidad como actores.
MAMÁ (MAMA)
El productor ejecutivo Guillermo del Toro ha encontrado una posición más cómoda amparando con su prestigioso nombre a directores noveles como Andrés Muschietti, quizá porque “dirigir al director” con un bajo presupuesto, en este caso US$15 millones, augura mejor negocio sin mayor compromiso de autor.
En la renovada tendencia de productos anglo-hispanos Jessica Chastain (Annabel), Nikolaj Coster-Waldau en doble papel de hermanos (Lucas yJeffrey), las niñas Megan Charpentier (Victoria) e Isabelle Nélisse como Lilly (de quienes en realidad depende la credibilidad de esta película), buscan adentrar al espectador en sus miedos. En una película que tiene el típico sabor del suspenso español que parece encantar al público, el actor Javier Botet (Niña Medeiros en la saga REC), presta una vez más su esquelética figura para corporizar a Mama (sin tilde), secundado por Hannah Cheesman y su faz, agregadas a tres voces diferentes. Este personaje integrados y colgado de cuerdas (la técnica de “strings” china), son el epicentro de la atención hacia el alma en pena que no se va al otro mundo sin conseguir su objetivo de recuperar a su hija muerta o a cualquiera que le sustituya en ese eterno amor frustrado de mamá.
El resultado tiene solo dos logros: taquilla y (según el director y su hermana productora) una mezcla de risas y sustos que, en verdad, se dan en la sala de exhibición. Por lo demás, este film es una dosis más de la fórmula española que ya poco sorprende pero coexplotada por canadienses.
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