sábado, 15 de enero de 2011

LAS HIERBAS SALVAJES (LES HERVES FOLLES)



Alan Resnais dirige, ya con 88 años de edad. Es uno de los grandes representantes de la “nueva ola” francesa de los sesentas a ochentas del siglo XX, junto con Jean-Luc Godard, Agnés Varda o Francois Truffaut. Es recordado por el “Hiroshima Mon amour” de 1959, “Je táime, je táime” de 1968, “Mon oncle d'Amérique” de 1980 y otras muchas, quizá con menos impacto en Latinoamérica.

Con base en la novela “L'incident”, de Christian Gailly (Les editions de Minute, 1996), Resnais construye algo que si bien se anuncia como drama resulta ser mejor una comedia muy francesa con Marguerite Muir (Sabine Azéma de 61 años y esposa del realizador Resnais) y Georges Palet (el reconocible rostro de André Dussollier de 64 años y 122 filmes).

¿Qué contiene en lo profundo este filme poco a gusto del espectador común? Un reconocible aire de desasosiego propio de las edades maduras y de la idiosincrasia francesa claramente identificada con la apertura amplia a las relaciones amorosas de toda índole pero que, a edades avanzadas, se convierte más en una paranoia romántica, una torpe búsqueda de relaciones casi forzadas y un deseo de reencuentro con las locuras juveniles del amor.

La remembranza de Resnais a “Los puentes de Toko-Ri” con William Holden, Grace Kelly, Fredric March y Mickey Rooney, dirigida por Marc Robson en 1955 y ganadora del Oscar ese año por sus efectos especiales de batallas de portaaviones y cazas enemigos, denota las preferencias del novelista por el escritor James Michener (recordable por muchos libros, entre ellos el llevado también a la pantalla grande como “Sayonara”) y las del director por esos filmes de acción grandilocuente tan contrarios a su obra en general de introversión a los personajes.

Se identifica muy bien en el filme a Mathieu Amalric, el fabuloso actor de “La escafandra y la mariposa” y el malvado contra 007 en “Quantum of Solace”. Pero la pregunta que se genera con “Las hierbas…” es ¿porqué la reciente ola de vuelta de directores ya ancianos como Claude Lelouch, Werner Herzog, Alan Resnais, y… una larga lista de mayores de 80 años a la caza de taquilla mundial? Una primer tentativa de respuesta es el clima de crisis de la industria fílmica que busca un renacer en el talento aún vivo de maestros que perduran en la historia del cine del siglo XX y probablemente lo logren también en el XXI.

MEGAMIND (MEGAMENTE)

A los niños gusta esta película, aunque su paradoja argumental va dirigida a mayores. De allí que se anuncia el filme como algo “después de lo cual las películas de superhéroes no seguirán siendo lo mismo”.

Exageran sin embargo. No basta con argumentar que el superhéroe bueno desea aislarse de su admirable vida de invencible al servicio de la ciudadanía, que el camarógrafo “don nadie” puede alcanzar superpoderes y ridiculizarse a sí mismo, que la periodista obnubilada por el superhéroe bueno termine enamorada del malo archienemigo (Megamind) y que este mismo se aburra y pierda interés como malvado al no tener un archihéroe a quien combatir. Por lo demás, “DreamWorks” muestra con esta producción su deseo de convertir imágenes animadas en muchos dólares, lo que Steven Spielberg deseó cuando vendió estos estudios de producción de películas vivas para quedarse con la marca y únicamente unos escritorios y pantallas de computador para dibujar estas pequeñas pero rentables figurillas que se mueven al arbitrio de los lápices electrónicos y de la exitosa 3D.

A dicho escenario del cine actual debe agregarse un comentario acerca de que las voces de los dibujitos son anunciadas bajo los grandes nombres de los actores y actrices que contribuyen a vender el poster, como lo hacen en este caso Will Ferrell, Tina Fey o Brad Pitt.

SKYLINE


De la industria típicamente gringa, con un menor perfil que otras producciones de consumo masivo, proviene esta filme simple. Se puede señalar que es resultado del exitoso modelo industrial de división del trabajo que constituye lo que se conoce con el realmente indefinido nombre de “Hollywood”, acerca del cual, además de un gran aviso clásico en una colina, no existe un sitio específico en el que se produzcan películas como empanadas y bajo ese nombre. Con un presupuesto de US$10 millones han logrado unos US$65 millones con este filme intrascendente.

“Skyline” es un producto de la organización “Hydraulx” de California, fundada hace ocho años por Gregor y Colin Strause. Los Strause Brothers, directores sin talento artístico pero con vocación innovadora y negociante, están relacionados con títulos como “Iron Man”, “Jonah Hex”, “The A-Team”, “Avatar”, “2012”, “Fast & Furious”, “X-Men”, “ Wanted”, “The Incredible Hulk”, “300”, “Constantine”, “The Day After Tomorrow” o alguna “Terminator”, entre otras muchas, como diseñadores de escenas parciales con efectos especiales específicamente ideados por su empresa.

Aparte de “Skyline”, su otro mediocre logro de directores ha sido “Aliens vs. Predator”. Ojalá no sigan en la importante labor de dirección, cuando su verdadera vocación es el diseño industrial de efectos. Se les relaciona también, con videos musicales de U2, Linkin Park, Will Smith, Britney Spears, Jennifer Lopez, Aerosmith, Shakira (Wherever Wherever) y con spots publicitarios para marcas multinacionales como Gatorade, Ford, Jeep, Coca-Cola, Nike, PlayStation, Toyota o Universal Studios, y otras importantes empresas.

Pero, debe reiterarse que su talento no es dirigir pues los hermanos en cuestión son una mina de creatividad en CGI (imágenes generadas por computadora) reproduciendo locas pero rentables ideas. En el caso de “Skyline” se repite un lugar ya común de invasiones alienígenas provenientes de algún lugar galáctico, a ciudades norteamericanas de megalomaniacos rascacielos, autos modernos, chicas fáciles, vacíos fisiculturistas jóvenes pero osados, desperdicio de vidas que poco importan y láseres que todo lo acaban. Nada más, pues “Skyline” es un portafolio de mercadeo para esas imágenes de destrucción vendibles a productores con mayor talento argumental.