martes, 10 de agosto de 2010
SIEMPRE A TU LADO (HACHI: A DOG'S TALE)
Esta historia del perro Hachi, un precioso animal de raza Akita, está dirigida por el sueco Lasse Hallström (67 años) con el estelar del siempre, pero ahora justificado, canoso Richard Gere (61 años).
A Hallström se le recuerda en Colombia básicamente por “Casanova” y “Chocolate”, bellas puestas en escena del playboy del medioevo y de las maravillas que pueden rondar entre el amor y las recetas con cacao.
Este Hachi es una nueva versión de un film japonés “Hachiko Monogatari” de 1987 y dirigido por Seijirô Kôyama, sobre una historia real del profesor universitario que, de la manera más desprevenida, halla un perro perdido por su dueño en una estación de tren. En el cuento original se sabe que dicho animal hacía semanas esperaba a su amo y que éste había muerto en un accidente fuera de la villa.
En la historia remake, Gere no conoce de esto aunque el hilo conductor irá a anudarse para obtener un desenlace similar. Hachiko empieza nueva vida al lado del profesor, este desaparecerá a ojos del animal (un infarto en medio de una clase frente a sus alumnos) y, sin embargo, Hachi esperará más de una década a su amo en el pequeño parque frente a la estación, yendo a la mañana y regresando a la tarde, envejece y muere en un invierno. Los pobladores erigirán una estatua de bronce en ese sitio para homenaje a la fidelidad amorosa del perro.
¡Nudo en la garganta para las salas de teatro!, lloriqueos y pañuelos disimulados. Pero una historia plácida con taquilla restringida, pues la masiva entrada se guarda para los estruendos, los metales y el marketing de la violencia “controlada”.
Acerca del tema, cabe recordar que muchos han tenido o mantienen una mascota, con mayor o menor destreza de crianza y domesticación. Los científicos hablan de esto como “evolución provocada”, un concepto un tanto desafortunado. La filosofía, ha logrado resumirlo, según Roger Scruton, analizando la diferencia intelectiva de los animales respecto al hombre. Tienen deseos, pero no opciones. Se orientan por instintos y experiencias del momento, pero no pueden hacer proyección hacia el futuro. Socializan de manera instintiva, sin diálogo, razonamiento o moral. No hay imaginación o sentido estético. Sus emociones se limitan al nivel físico. No hay consciencia de sí mismos ni lenguaje abstracto.
Sin embargo, la relación entre hombre y animal se ha basado en una “antropomorfización” que el primero hace de los segundos. Darcy Morey o Richard Gould, han hecho hipótesis antropológica de “que la domesticación no sólo ha constituido una transformación de los fenotipos, sino una evolución en toda la regla, con su modificación hereditaria de los caracteres selectivos…” la enorme variedad de razas caninas proceden en realidad de cuatro tipos de lobos que son el europeo, el norteamericano, el chino y el indio. El hombre ha domesticado infinidad de especies salvajes a través de 10.000 años, pero ha extinguido muchas de ellas por subsistencia, placer, descuido o diversión.
No obstante, en el caso de las mascotas, el proceso es inverso y la genética ha llevado a mayor número de subespecies, principalmente de canes y gatos. Parte fundamental de la explicación de ello es la mencionada “antropomorfización”, ese sentimiento humano que interpreta los rasgos o actitudes particulares, las miradas, la sensibilidad frente a los estados de ánimo del amo, la atención que prestan, el cuidado recibido, como un todo que se confunde con conductas o intelecciones humanas. Estos seres tienen instintos bien arraigados, defensa de su territorio y su comida, apareamiento azaroso, cacería muchas veces inconsecuente. El hambre, el dolor, el frío o el regocijo, son percibidos y entendidos por el hombre, pero no son resultado de acciones comunicativas similares a las posiciones intelectivas, que las aporta solamente el ser humano.
A pesar de toda la racionalidad y la racionalización que se haga de las relaciones de una mascota con sus amos, los espectadores de “Siempre a tu lado” no podrán impedir que la “antropomorfización” les anude la garganta, les humedezca los ojos y les limpie el corazón.
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