viernes, 13 de mayo de 2011

LOS ÚLTIMOS TRES DÍAS; The Next Three Days (“Anything for her”; “Pour elle”)


Russel Crowe y Elisabeth Banksm, dirigidos por Paul Haggis, siguen el guión de este último, solo que basado en un original de Fred Cavayé, quien escribió y dirigió hace tres años su original francés. Allí Vincent Lindon y Diane Kruger representan esta historia de la acusada y prisionera, cuyo esposo hará lo imposible por rescatarla de lo que cree ha sido imputación y condena equivocada sobre un delito no cometido.
En este tema de los “remakes” cabe relievar la importancia de los mercados específicos, en medio de una “globalización” en apariencia general. Se adquiere la obra intelectual para reproducirla con mano de obra nacional, a menores costos y con reducción de procesos de producción y riesgos de comercialización. Se sigue el buen guión y todo va de maravillas. El éxito asegurado por previa experimentación, también mantiene los linderos de mercado, delimitados y cerrados a una internacionalización de los productos fílmicos.


Russel-Vincent planean, presupuestan, programan la logística de un escape para su esposa Elisabeth-Diane. El color de la pantalla es igual, la posición de cámaras es la misma, los enfoques idénticos, sobre una historia interesante. A quien tuvo que interesar primero este debió ser a Hagguis (ganador por el guión de “Crash”, guionista también de “Casino Royale”), pues el rasgo estilístico de Cavayé es el suyo. Líneas coherentes de adelante-atrás, con las cuales los sucesos se van dando de manera hilada con indicios previos que enlazan bien la historia. Es esa habilidad redactora del guionista la que permite al espectador disfrutar sin devanarse los sesos tratando de intelegir lo que se le quiere transmitir.

Es por eso, como rezan las diversas titulaciones del filme, que él “hará todo por ella”, “en los próximos tres días” que son “los últimos” de plazo, antes que se le traslade a otra penitenciaria. ¿Es inocente para merecer todos sus sacrificios “por ella”?



Cabe decir que siendo una buena historia, ameritaba reproducirla con el know how hollywoodense para el mercado americano. Sin embargo, este filme comprueba una vez más que NO hay globalización de mercados y que los tratados de “libre” comercio NO son sinónimo de libre competencia. Las obras del intelecto, los derechos de sus autores, ceden su valía como insumo para que su explotación beneficie a otros. Ya poco está quedando de la idea de autorías con derechos patrimoniales de carácter universal, pues están siendo sustituídas por derechos de explotación simplemente locales.

Pastillita para el sistema de salud, EPS.

La intervención de Saludcoop es una medida tardía a la que el gobierno Uribe no quiso enfrentar a través de Supersalud. Esta EPS (que contiene a Cafesalud y Cruz Blanca) representa fácilmente el 28,36% de los activos y participación en el sistema compuesto por 24 grandes empresas promotoras de salud. Es un organización con presencia en más de 900 municipios de Colombia (el 90%), a través de 13 gerencias regionales y 150 oficinas seccionales.

Pero este gigantismo con apariencia de empuje y crecimiento por competitividad, es todo lo contrario a la eficiencia, la eficacia, la equidad y la economía deseables. El Ministerio de Protección Social y la Supersalud han hecho caso omiso hasta este año de la infracción a todas las normas que regulan el sistema de salud en Colombia por parte de esta, como también de muchas de las otras 23 EPS. Es tal el grado de incumplimiento de normas en Saludcoop que, siendo una entidad que maneja dineros públicos derivados de la Unidad de Capitación y existiendo reglamentaciones que limitan sus inversiones a una proporción de los excedentes obtenidos, alcanzó a asignar en contra de lo previsto legalmente unos $650.000 millones. Esta cifra representa una deuda al sistema, que deja entrever la multiplicación de empresas creadas para integración vertical (lo que cual les está prohibido a las EPS), que ha extendido sus conexiones hasta llegar a crear empresas de manera indirecta fuera del país, reflejando nexos interfamiliares de los directivos y de los contratistas. A pesar que sus ventas confirmadas del 2009 ascendieron a $3.284.309 millones (unos US$1.875 millones), esta EPS ha revelado de manera cierta o no, una situación que afirma que su atención por cada uno de sus cuatro millones de usuarios vale al año seis (6) veces más que lo que cuesta la atención promedio nacional en todo el territorio.

Tal ha sido el desmedro y desorientación de los recursos públicos en esta entidad, que el anterior Superintendente de Sociedades (las superintendencias integran vigilancias indirectas de carácter transversal: Supersalud, Supersolidaria, cada una en lo suyo), solo pudo alertar sobre la necesidad de que Saludcoop se convirtiera en Grupo empresarial para justificar su orientación fuera de la normatividad y su expansión incontenible por efecto de desconocimiento consciente a las regulaciones existentes.

Tardía intervención que, de toda forma, no eximirá que se den ajustes a conveniencia de sus malos gestores y muy seguramente ninguna penalización a nivel de los altos directivos. La intervención habrá de durar hasta tres años, pero podrá llegar a significar solo un traspaso de mano de esa maquinaria empresarial que enriquece a pocos con los recursos de muchos. Auditores, fiscales, abogados y contadores revisarán lo ya revisado desde hace siete años, para concluir lo mismo: que una empresa de estas dimensiones debe ser salvada a cualquier costa para impedir un peor impacto en el sistema neoliberal de ley 100. Otros serán los beneficiados, nuevos proveedores, nuevos directivos, iguales indicadores de eficiencia y eficacia, mayores costos a través de una UPC rediseñada, sobrefacturación de siempre y muy deficientes revisorías por parte de las autoridades de control, seguirán marcando el rumbo de la salud en el país.

LA PONTÍFICE (LA PAPISA; THE POPE)


Sonke Wortmann, un director alemán de títulos fílmicos poco reconocibles en el medio colombiano, orienta el rol principal desempeñado por Johanna Wokalek (vista en “Baader Meinhoff”, una historia sobre la temida guerrilla urbana alemana del siglo pasado). Wokalek tiene el tipo físico preciso para este papel pues es delgada, de rostro duro y representativo de una inteligencia oculta y forjada a golpes de la vida, como la Papisa Juana, este novelesco personaje, que en la ficción y siendo mujer pasó como hombre llegando a ser la máxima autoridad de la iglesia católica en el siglo IX. Sucedió al pontífice Sergio II (844-847 d.c.), con el nombre de Johannes Anglicus, nombre suplantado a su hermano, en una época que el acceso a la cultura y la intelectualidad solo se permitía al varón. Juana aprende así latín, lee las santas escrituras, conoce elementos vanguardistas de la física y otras ciencias, demuestra destrezas dialécticas y de debate, atrayendo la atención de quienes le conocen de cerca.

Los intertextos históricos

Lotario I es el malvado emperador que desea arrodillar al poder eclesiástico. Gerol es el amor carnal de la humana Papisa, con quien ha experimentado el funcionamiento de un sistema de esclusas de agua que moviliza puertas. Aesculapios, su profesor, es la representación de la sabiduría con el nombre del dios de la medicina (a quien se atribuye el signo del caduceo, distintivo de la profesión médica, y otras como el comercio, con dos serpientes rodeando una vara y acápite de águila). En esta ficción, es contemporáneo de Blas Pascal y sus vasos comunicantes, pero sucesor del conocimiento de Arquímedes en el manejo de las fuerzas del agua. Dicha intertextualidad histórica permite que en esta interesante ficción se use dicho fenómeno mecánico-físico como un truco casi mágico para amedrentar las huestes de Lotario y evitar un golpe de facto al “reino de este mundo”.

En tanto, Anastasio, bibliotecario oficial y otro intertexto de la realidad, siempre dominante poder tras el trono pontificio, aunque es hecho a un lado por la inteligencia de Juana, moverá hilos de conspiración para lograr el asesinato del enfermo Sergio. Con la muerte del Papa se ha de promover la elección popular de un nuevo líder de la iglesia que, sorpresivamente, será Juana. Ese “muchacho” inteligente que se ha ganado la voluntad del difunto Papa. Estando embarazada de Gerold, esta pareja morirá de diversa forma durante la celebración de la Semana Santa. Anastasio la ha de suceder por autoproclamación durante cinco días como Juan VII (que ha sido aceptado antipapa, usurpador, por la Iglesia) hasta ser desterrado por el pueblo de Roma. En una mezcla de ficción y realidad, su ánimo de vindicta le impulsará a escribir el “Liber Pontificalis”, esa real y extensa biografía de 36 papas que, según la mítica de esta novela, buscó evitar que el nombre de una Papisa mujer, manchara la historia de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. San León IV (Orden de San Benito) seguirá en la sucesión, permitiendo que el gran supuesto del corto reinado de una mujer no quedara escrito en la historia oficial del Vaticano.

La puesta en escena, la escenografía, el reducido grupo de personajes históricos y de ejércitos pequeños, girando alrededor de odios personales que se convierten en premisas políticas, muestran las verdaderas pequeñas dimensiones geográficas y humanas de los hechos narrados, pero permiten una explicación de estos como hitos de grandes implicaciones históricas para la civilización occidental.

Un corolario

Un buen libro, un repaso histórico, excelente puesta en escena, mejores actuaciones y John Goodman. Ese regordete y reconocido actor que representó a Pedro Picapiedra en el cine, trabajador de innumerables productos cómicos de tipo Disney, está allí haciendo un enorme Sergio II, el magnánimo, sabio y digno Papa que reconoce los talentos médicos y humanos de la joven Juana. Este papel de Goodman en tierras alemanas obliga a reconocer el gran mérito de quien, teniendo tantos kilates actorales, ha entregado toda su actividad a papeles menos serios pero necesarios, como demostración de una admirable calidad personal y profesional en los terrenos hollywoodenses.

CARANCHO


El carancho es un ave rapaz, de tipo buitre, un zopilote o un ave de rapiña, como se quiera, que merodea los restos que deja la muerte. Un carroñero. Con este mote se conoce a las abogados, mejor tinterillos, que viven de la desgracia ajena, y que pasan por las rendijuelas de la ley sin corazón alguno.

Acá en este buen filme se desarrolla una historia de corrupción alrededor del sistema de salud, no dentro de su administración como sucede en Colombia, sino fuera, en los vericuetos del engaño posible para cobrar pensiones e indemnizaciones a costa del dolor de seres humanos dispuestos a todo para vivir con el dinero que una última y sucia opción les ha de deparar. El carancho es sucio, inconmovible, llega hasta el delito para lograr que a su cliente le paguen por una invalidez o un accidente voluntarios. Ricardo Darin, ese serio actor argentino de “El secreto de sus ojos” (Oscar a película extranjera 2010), “XXY”, “”El hijo de la novia”, “Nueve reinas”, “Kamchatka”, entre otras memorables cintas argentinas, vuelve a cumplir su cometido profesional de encarnar personajes socialmente adaptados a la escala de valores que les convenga, y sin falsas poses elegantes para la pantalla. Martina Guzmán, emblemática actriz de algunas de las películas del director de esta cinta, Pablo trapero (“El bonaerense”), le acompaña. Darío Valenzuela (“El niño pez”) también está en el elenco.

La simulación de accidentes de tránsito y búsqueda voluntaria de sus malas secuelas, permiten explotar al sistema de prestación de servicios de salud al amparo de la enorme nube de 8.000 siniestros anuales realmente ocurridos en el país austral, para que los “caranchos” puedan vivir del mortecino de sus clientes. El filme fue enviado a los Oscares de 2011, pero no quedó en la escogencia última de nominados, aunque dentro de la larga y meritoria lista de thrillers argentinos recientes, se destaca como un producto de calidad universal.