viernes, 9 de julio de 2010

Especulaciones sobre los Ministerios y los Ministros de Santos (I)


Entre los Ministerios cuestionados por su aparente doble conformación por funciones están, realmente, el Ministerio de Hacienda y Crédito Público (Juan Carlos Echeverry) y el Ministerio del Interior y de Justicia (¿??).
Muchos desearían que el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (Juan Camilo Restrepo), eliminara de su denominación la palabra “desarrollo” por cuanto es un resultado obvio que se espera de todo el aparato ejecutivo, con lo cual el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial (Sandra Bessudo) tendría que hacerlo de igual manera. Otros más progresistas insinuarían que este último debería deslindarse con partición hacia un nuevo Ministerio de Vivienda, dadas las elevadas carencias que en este sentido muestra la situación social del país.
Con referencia al Ministerio de Minas y Energía (Carlos Rodado Noriega), no faltaría quienes le añadirían responsabilidades ambientales desligadas del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial actual.
Respecto al Ministerio de Comercio exterior, Industria y Turismo (Sergio Díaz Granados), se tiene implícito que son todas actividades orientadas a la promoción hacia y desde el exterior. Sin embargo, el problema surge cuando algunos “think tanks” recuerdan que hubo un Ministerio del Desarrollo, que era orientado al fomento de la industria en el país, exportadora o simplemente destinada a la atención del mercado interno, y renueva la añoranza de su renacer independiente.
Al Ministerio de Cultura (¿??), dado que se orienta a una actividad considerada casi suntuaria, intangible o desfasada de la realidad interna, le surgen críticos que lo anexarían al Ministerio de Educación (¿??) o le querrían desmembrara en dos hacia la creación de un nuevo Ministerio del Deporte y la Recreación.
El Ministerio de Educación Nacional puede tener, posiblemente, la menor carga de ideas reestructurantes. No obstante, no faltarían quienes desearan un Ministerio de la Educación Superior que permitiera elevar la calidad a ese nivel, o el Ministerio de Investigación, Ciencia y Tecnología, que fomentara estos importantes rubros de avance dentro de un mundo competitivo y globalizado.
El Ministerio de Defensa Nacional (¿??) no ha tenido mayores comentarios. Quizá simplemente que sus funciones presupuestales fueran todas responsabilidad plena del Ministerio de Ministerio de Hacienda y Crédito Público, para que no existieran enormes rubros un poco por fuera del control transparente del tipo de adquisiciones y de su negociación.
Respecto al Ministerio de Relaciones Exteriores (María Angela Holguín) habrá sugerencias de deslindar en el mundo de hoy una especie de Ministerios de Relaciones Multilaterales, de DDHH y DIH, de Cooperación Internacional o el de Soberanía Territorial y Desarrollo Fronterizo, divisiones con que ya cuenta esta cartera pero a las cuales se les podrá encontrar un mayor énfasis dependiendo de intereses políticos a desarrollar frente a las coyunturas pendientes con la Corte Penal Internacional o con los mercados comunes de constante aparición.
Ya el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (¿??) cedió a la tentación de este cambio de titulación que podría conducir a preguntas respecto a la eventual necesidad de pensar en un Ministerio de Medios que intente el manejo consensual de las políticas de eticidad y propaganda frente a la inconmensurable importancia de los medios periodístico, como cuarto poder del mundo actual.
El Ministerio de Transporte y Comunicaciones (Germán Cardona) tropieza un tanto con su segunda denominación. Pero también con el hecho de que aparte de ser una entidad normativa de los medios de transporte en tarifas y similares, es una entidad responsable de construcción de infraestructura física carreteable, aeroportuaria y portuaria en lo marítimo.
Con relación al Ministerio de la Protección Social (¿??), se le ha endilgado la carga de responder por unos intangibles Ministerios del Trabajo y de la Salud. La causa es consuetudinaria y se debe a la unívoca relación financiera entre los sistemas pensionales y de cesantías y el sistema de salud. Un tanto problemático es el cuestionamiento sobre la inexistencia de un Ministerio del Empleo, tocante al siempre prevaleciente frente de la creación de ocupación y generación de ingresos. Algunos reenvían esta inquietud a un Ministerio de Desarrollo, con el único problema de que este término tiende a parecer solución a todas las falencias sociales.
Finalmente, el Ministerio del Interior y de Justicia carga una falla estructural. Como resultado de una fusión se pide siempre su regreso a la antigua doble estructura. Un Ministerio de la Justicia y un Ministerio del Interior, el primero encargado de temas de relación con la rama judicial y el segundo de los temas de manejo político con las territorialidades, gobernaciones e, incluso, alcaldías. La primera pregunta sería acerca de la incoherente existencia de un Ministerio con funciones que son propias de la autonomía de la Rama o poder judicial. El Ejecutivo está por principio fuera de la responsabilidad de impartición de justicia. No obstante hay bases políticas coyunturales a favor de la recreación de dicho Ministerio.