sábado, 29 de enero de 2011

EL GRAN CONCIERTO (THE CONCERT)


Hay una racha de películas recientes apoyadas en el acompañamiento musical de las obras clásicas (fundamentalmente, Tchaikovsky o Beethoven). Esta es una de ellas.

Con intervención como relacionista pública. a la cual agradece el director, de Jackeline Bisset la bella francesita que cautivó el mercado americano de los años ochentas, se hace esta producción dirigida por Radu Mihaileanu (Rumano de 52 años).

Aleksey Guskov (¿??) es el director de orquesta que muestra al público asistente un ejemplo de lo que fueron las persecusiones al interior del estado comunista de la Rusia Soviética de los años setentas del siglo XX. Las purgas contra artistas proclives a la defensa de grupos religiosos o políticos mal mirados por el establecimiento socialista se enfocan acá de manera tragicómica.

Es de destacar la participación de Mélanie Laurent, una actriz francesa que sorprendió en “La Rafle” (La redada) y, aún mucho más, en “Inglorious Basterds” de Tarantino. Hace de una estrella concertista de violín, Anne-Marie Jacquet, como también de dos frente a cámaras (como su madre exitosa y su madre ya loca por confinación en la fría Siberia), que demuestran su potencial actoral. También es de anotar la presencia de Miou-Miou, una figura universal del teatro y el cine, con 80 películas y 60 años, en el papel de la representante de la concertista.

Las aventuras de los integrantes de la orquesta envejecida del Bolshoi tres décadas luego de la purga política, la presentación en el Teatro Chátelet de París intermediada por empresarios incompetentes y suertudos de los lados ruso y franco, de las referencias a la mafia rusa y a una generación defraudada por el sovietismo, sirven para hacer de paso un homenaje melómano a Tchaikovsky. Se destaca así en la cartelera, este producto desconectado de los trucos hollywoodenses saturantes, que permite reconocer elementos del mundo artístico europeo.

SECRETARIAT


¿Emocionan aún las carreras de caballos? ¿Son algunas producciones de la productora Walt Disney algo fuera de época? Las respuestas son que quizá no y quizá si, en su orden. Pero no se debe negar que el público se involucrará en los triunfos del clasificado en los años ochentas como segundo caballo de cien en la historia del hipismo americano.

La historia se centra más en su dueña Penny Chenery (Dian Lane, la interpreta), que hace una aparición fugaz pues aún vive y quien se empeñó en sacar adelante el legado familiar en bancarrota, apoyada en las aptitudes del animal que ganó la triple corona (Kentucky, Preakness y Belmont) en 1973 con imposición, además, de récords de velocidad. Lucien Laurin el preparador (John Malckovich) permite a su actor un desempeño simpático diferente de sus usuales protagónicos medievales,

Un desprevenido contraste de esta clase capitalista de propietarios de “studs”, con la ola pacifista de los años setentas, en la cual una de las hijas de Penny promulga un “love and peace” mezclado con vestuarios seudorevolucionarios a la “Che Guevara” que es simple moda, lleva a que todos continúen en los carriles del “american way of life”. El patrimonio familiar dependiendo de las ventajas zoomórficas de “Secretariat” es algo bien endeble como actividad económica, pero permite gozar ciertamente los finales de las famosas carreras y apuestas del Estados Unidos del siglo pasado.

EL RETRATO DE DORIAN GRAY (THE PICTURE OF DORIAN GRAY)


Algunos posters presentan con el problema ortográfico de “grey” a esta película basada en una de las reconocidas obras de Oscar Wilde, publicada hace 120 años y permanente aún en la memoria de todo docente de literatura que se respete. Perteneciente al género gótico, en este film basta con que la cámara muestre nubosidades del clima, arquitectura sin alumbrado público moderno y puesta en escena de las clásicas calles londinenses, para que se cumpla este supuesto cometido artístico.

El acento inglés de Colin Firth (posible Oscar 2011 por su papel reciente en “The king´s speech”), le basta también en este caso para personificar a Lord Henry Wottom, quien es el responsable de adentrar a Dorian por el camino de los placeres no tan vanos de la carne y otros si más desdeñables. Basil Hallward (Ben Chaplin, de “The thin red line”) es quien pinta el cuadro del agraciado doncel Gray, una belleza masculina quizá magnificada por la pluma idealizante del homo Wilde.

Más famosa la novela por su relación con los escándalos de la época victoriana de código penal homofóbico que, quizá, por una valor estilístico, es el contenido social lo trascendente. La mirada a un alto sector social burgués desinteresado, cuasinoble e incompetente para enfrentar las épocas de la revolución industrial, que deambula entre mansiones y castillos construídos con la explotación feudal, sin ocupación definida diferente a la de practicar el “dandismo” en reuniones sociales y de adiestrarse en lúdicas de elevado nivel social, especulaciones artísticas y literarias, permite a Dorian mostrarse cual un Fausto goetheiano que se condiciona a la juventud eterna de su retrato convirtiéndose en lo que hoy se llamaría asesino serial.

Dorian es personificado por Ben Barnes (el Principe Caspian de Narnia) como un príncipe ya no encantado sino encantador, que finalmente pagará por aquel verdadero amor de Sibil Vane (Rachel Hurd-Wood, de “El perfume”).

El director Oliver Parker viene de realizar “The importance of being Earnest” en versión cine de otro título del mismo Wilde. El mérito de esta película radica en la claridad de lectura que aporta a la actual generación de un texto clásico. La factura industrial del producto artístico audiovisual es apenas suficiente, sin ser novedosa o fuera de lo ordinario en la industria inglesa.