domingo, 13 de mayo de 2012

EL CONSPIRADOR (THE CONSPIRATOR)

En marzo 4 de 1861 se posesiona Abraham Lincoln, en aparente paradoja el primer presidente Republicano de los Estados Unidos, abolicionista y defensor de los derechos civiles universales. Un mes después comienza la guerra de Secesión. Luego de cuatro años, el 9 de abril de 1865, termina la guerra y seis días después Lincoln es asesinado por un actor de teatro. Lincoln ejercería una presidencia de guerra y paz, desencadenada por unos pocos Estados Confederados (con una población de 9 millones, 3,5 de los cuales negros) en contra de la Unión (22 millones). Una economía rural de algodón, tabaco y azúcar levantada en contra de un modo de producción en proceso de industrialización modernista. Las fuerzas del General Grant (2.200.000 soldados, 110.000 dados de baja y 250.000 civiles muertos) vencerían al ejército minoritario de Lee (1.100.000 activos, 90.000 soldados y 150.000 civiles muertos). El resultado de esta guerra fratricida sería la inclusión de las enmiendas 13, 14 y 15 en la Constitución, prohibiendo la esclavitud y extendiendo los derechos civiles y el derecho al sufragio a todos independientemente de su raza.
En el contexto del final de esta guerra, la historia de “El Conspirador” pareciera hacer referencia a John Wilkes Booth, el magnicida. Pero el verdadero conspirador es el abogado joven Frederick Aiken (James McAvoy), quien hará defensa de Mary Surratt (Robin Wright), en proclamación de la duda y la falta de evidencias como factores jurídicos de declaración de la inocencia de quien sería la primer mujer ejecutada por el gobierno federal. Su hijo, uno de los conspiradores, sería posteriormente juzgado, pero no condenado. Estos elementos, hoy son cimientos del derecho penal, pero mediando un tribunal militar para juzgamiento de una persona civil en este caso de enormes connotaciones políticas y con las heridas aún abiertas de la guerra secesionista, eran de muy difícil argumentación. Es así como la verdadera conspiración se da al interior del tribunal con el fin de satisfacer el deseo de sangre y venganza de un país sensiblemente impactado por la aparente retaliación de los vencidos. El filme, de solo US$25 millones de presupuesto es un fracaso económico, a pesar de la interesante hipótesis del guionista James D. Solomon, la dirección del reconocido Robert Redford y un elenco de mucha importancia que incluye, además de McAvoy y Wright, a Justin Long, Evan Rachel Wood, Tom Wilkinson, Kevin Kline, figuras muy conocidas, junto a Toby Kebbell (Booth) y Danny Huston (Fiscal). El argumento conjuga una conspiración magnicida, con una conspiración jurídica y una conspiración política, en un interesante discurso de fundamentos legales pero un argumento de difícil consumo masivo, acerca de un hecho histórico del cual aún existen dudas alrededor de la verdadera causa de la muerte de Booth. La historia oficial afirma que murió quemado en una vivienda a raíz de su persecución. La leyenda dice que escapó. La exhumación de sus restos se realizaría hace dos años, en un examen forense a bordo de un barco y en secreto, de todo lo cual no hay resultados.