sábado, 13 de febrero de 2016

Acerca de la Reserva Van Der Hammen

La reserva en discusión actualmente en Bogotá, no requiere de ser una zona feraz y virgen para ser respetada. Su conservación se justifica simplemente porque se encuentran en ella características mínimas de ser un área fértil apropiada a las necesidades de especies diversas de fauna y flora, ya identificadas, y convertirse en el mayor bosque natural urbano de Latinoamérica. La llamada Reserva Forestal del Norte Tomas Van Der Hammen supone un esfuerzo fiscal de adquisición de parte del área, que ya se encuentra en uso habitacional y de floricultivos, entre otras actividades, con el estricto objetivo de proveer un cinturón ecológico desde los cerros orientales hasta el margen del río Bogotá, que de respiro parcial a la contaminada urbe. Para la adquisición de los predios privados ya ocupados, el Consejo Distrital de Política Económica y Fiscal (Confis) ha propuesto hace un año unos $90.000 millones, mientras la empresa de Acueducto ha apropiado otros $21.000 millones, todo ello dentro de los términos de referencia del Plan de Manejo Ambiental de la Reserva. Es decir, el analfabetismo ambiental de la administración capitalina supondría una política pública contraria a estos avances, consistente en destinar tales recursos del presupuesto público a la compra de los predios ahora en uso como simple base de proyectos habitacionales con la única ventaja de estar relativamente cercanos a las áreas de trabajo de la ciudadanía. La propuesta más inmediata de las autoridades distritales ha pasado de referirse a las poco más de 1.400 hectáreas de la zona a, supuestamente, afectar solo unas 550 ha., lo cual no atenúa el pecado ambiental que se propone cometer.
¿Por qué resulta difícil entender que en el mundo actual la concepción de reservas ambientales dentro de ciudades en constante expansión se convierte en una prioridad de la política pública? 1. Debe recordarse que una reserva no es un sitio nunca tocado por la contaminación humana. 2. Una reserva es un propósito social de desarrollo de un núcleo orgánico diverso a partir de ciertos factores facilitadores. 3. Los factores que facilitan la creación, y conservación, de una reserva, residen en la preexistencia de especies vivas representadas en animales y plantas, fundamentalmente, conservables de manera sostenible y que contribuyen a establecer un pulmón purificante para una ciudad en constante proceso de contaminación. 4. La declaración de una reserva es una propuesta de respeto, desarrollo y conservación de determinadas especies características en una zona predeterminada. 5. Una reserva no se mide por caracteres de bosque o selva virgen. El punto de partida no es la conservación de algo que no deba ser afectado, sino de una propuesta de desarrollo de unos pocos elementos a partir de los cuales surge una zona rica en especies de todo género y ampliada con base en características particulares que han sido identificadas en un comienzo.
Una de las iniciativas del Milenio ha sido llegar de 10 a 20% de la extensión mundial protegida. Existen cálculos acerca de que se ha logrado alcanzar un 11,5%. El calentamiento global causa la pérdida actual de biodiversidad marina y terrestre. El 40% de la productividad primaria de la superficie terrestre y el 35% de la correspondiente a los océanos es utilizada por los seres humanos, en tanto que un 40% de las especies aún vivas se encuentra en extinción. Si bien las áreas protegidas cumplen requisitos constitucionales de protección, generan limitaciones de usos en zonas aledañas que pueden estar negando la defensa de ciertos beneficios públicos considerando la propiedad como un bien de todos. Las metas de conservación deben atenderse de manera urgente pues se calcula que en otros cincuenta años los elementos de biodiversidad actuales ya no persistan. Lo que hoy es aún un paradigma de conservación versus desarrollo, debe ser sustituido por el desarrollo sostenible, que es un concepto actual y ético. El déficit de presupuestos públicos invertidos frente a lo que realmente se requiere para mantener áreas protegidas terrestres es del orden del 66 al 74%. Sin embargo, y a pesar de todos los esfuerzos mundiales y de Colombia en particular, la creciente expansión de áreas protegidas no ha podido prever la pérdida de biodiversidad biológica y requiere de otras nuevas e innovadores estrategias. La primera de estas es de acción real frente a la clara afectación climática y la amenazante crisis hídrica, con orientación de recursos financieros que pertenecen a todos hacia causas como la preservación y conservación, en ese orden, de la Reserva VDH ya y no en ese concepto necio e ignorante del crecimiento habitacional de mediano y alto costo. (NOTA: Los datos cuantitativos porcentuales se encuentran en Sánchez, Juan y Madriñan, Santiago (compiladores) Biodiversidad, conservación y desarrollo, Colección Ciclo Básico. UniAndes, primera edición, 2012. Principalmente los capítulos de: Germán Corzo, acerca de “Las áreas protegidas como estrategia de conservación de la biodiversidad”; y Camilo Mora “¿Pueden las áreas protegidas del mundo revertir la pérdida de la biodiversidad?)