Esta palabra es un sustantivo que viene de la palabra “espada” y ha sido tema de diversas épocas de la filmografía. Estos guerreros circenses se jugaban la vida para obtener indulto, no sin antes convertirse en vedettes del Estado, ídolos de la plebe y prostitutos pagados por las damas de alcurnia en subastas aceptadas socialmente. Quizá por ser identificados con la saga de las luchas a muerte en el circo romano, los italianos hicieron de cinecittá el hollywood de creación de las historias alrededor de este tipo de personajes. Quizá por su bajo costo y la ambigua relación establecida con su nacionalidad convirtieron a las películas de “romanos” en uno más de los géneros de aventuras, en veces confundido con personajes bíblicos y de la historia de Cristo. Con muy pocas excepciones la calidad no fue característica de éstos filmes, aunque como en toda área de creación artística hay hitos que marcan al género.
Fue quizá la vida de Judá, de la familia Ben Hur, aquella cúspide temática que todos recuerdan quizá junto con una ficción producida anteriormente sobre el manto sagrado. La historia tenía fundamento en las conexiones judaicas y cristianas de la novela del Coronel Lewis Wallace. También en el contraste de la violencia de los juegos romanos con las pacíficas parábolas de Jesús el pobre y de su paralelo vital con el periplo del joven y rico príncipe de Hur.
Además, Ben Hur contaba con una estructura que siempre ha sido motivo literario, poético y filmográfico, basada en el ascenso, caída y posterior triunfo de los héroes. La medida del heroísmo la da la magnitud de su enemigo y nada mejor que el imaginario histórico alrededor de un Imperio que como el romano dejó estelas de poder, conocimiento, arte, estrategia militar e instituciones políticas, manchadas de vicios, sojuzgamiento y sangre. El contraste trascendental entre politeísmo materialmente pagano y monoteísmo espiritualmente altruísta, complementa este ciclorama de elementos muy atrayentes para el recuerdo. Las heridas infligidas por traición a la familia protagónica son curadas en venganza justificada a través de un duelo cúspide en el cual el bien triunfa sobre el mal en la siempre inexorable parábola cultural que permite ratificar y cimentar el orden establecido de las civilizaciones mediante un lenguaje universal.
Hay que reconocer que el influjo de un filme es cada vez más grande en un milenio audivisual. Hace parte de la educación informal que es de buen recibo lúdico entre las masas. La temática política será siempre viable como trasfondo argumental y la metáfora del individuo heróico posee un enorme valor inductivo sobre la conciencia colectiva, muy útil en la contemporaneidad globalizada.
Así, los grandes presupuestos de producción se han orientado hoy al desarrollo de historias renovadas con artificios tecnológicos y efectos computarizados del 2000 para relato de interesantes pormenores del pasado. Los descubrimientos y conquistas, las revoluciones, las guerras, son los ejemplos más reiterados. Entre ellos regresan los argumentos conexos a la historia de los doce césares, que en algo mas de un milenio experimentaron golpes de facto, dictaduras, asesinatos políticos, gobiernos senatoriales, debates democratizantes, repúblicas autoritarias, imperialismo e innovantes modelos de regímenes estatales.
El esquema de producción en este tipo de cine resulta facilitante pues permite combinar todos los elementos ya mencionados en una sola anécdota, mezcla de ficción y realismo histórico. Además el oligopsonio distribuidor transcontinental asegura los réditos del negocio con base en un mercado globalizado. Es por ello que una vida novelesca como la de Máximus, el general romano que llegó a esclavo, el esclavo que se convirtió en gladiador y el gladiador que se enfrentó a su imperio y fue mártir, en el año 150 A.C., permite un producto cinematográfico por excelencia.
El Imperio Romano es gobernado por el anciano Emperador Marco Aurelio, justo soñador demócrata apoyado en los triunfos y la popularidad del general Maximus Decimus Meridiums (Rossell Crowe), quien añora regresar a su mujer e hijo como un campesino más. Pero este sueño antagoniza con el deseo imperial de llevarlo al poder de Roma ante el riesgo del gobierno cruelmente autoritario del envidioso Cómodo (Joaquín Phoenix), hijo de Marco Aurelio. El celo marital y político llevarán a éste a dar muerte a su padre, ordenar la ejecución de Maximus y quemar a su esposa e hijo, luego de ser violados y ahorcados. Sobreviviente, Maximus es llevado a la provincia romana de Zuchabar, donde es comprado por Próximo, un exgladiador indultado que comercia y prepara esclavos para el circo, quien lo convierte en "El español".
Los juegos han sido revividos por Cómodo, en contrario a la prohibición decretada por Marco Aurelio y con miras a simpatizar, como nuevo emperador, ante la plebe. Aprovechando los honores fúnebres celebradas con luchas de Gladiadores, en el Coliseo un magnificente edificio con cuatro pisos, sótanos y ascensores, cuya arena podía inundarse para presenciar incluso batallas navales a muerte entre cien buques enanos, y ante miles de espectadores, como era de usanza en la época, en los circos de toda provincia colonizada. Las aurigas eran celebradas a campo traviesa en los pueblos, o en el Circo Máximo, estadio de Roma con 250.000 cupos. Máximus tendrá la oportunidad de venganza en el Coliseo, no sin atravesar grandes escollos, para cumplir de manera póstuma el deseo de Marco Aurelio, de reorientar a Roma hacia una república libre de corrupción.
Russell Crowe, es El español. De origen neozelandés de 38, educado en Australia, militante contra el racismo antimohori, de sangre aborigen, actor desde los seis años y graduado del National Institute for Dramatics Arts de Sydney, ganó merecidamente el Oscar de la Academia estadinense por este rol protagónico. Russ le Roc, su nickname en el conjunto musical "30 Odd Foot of Gunts", tocó un single de relativo éxito llamado "Quiero ser como Marlon Brando", donde ejercia como guitarrista y cantante, y bien que ha logrado alcanzar lo que su letra insinúa. Debutó junto a Sharon Stone y Gene Hackman en "The Quick and the Dead", el Instituto de Cine Australiano le ha galardonado durante tres años consecutivos, tiene el Premio del Círculo de Críticos de Cine Australianos y el Premio al Mejor Actor en el Festival de Cine de Seattle en 1993. nominado antes a los Oscar de 1999 por su Dr. Jeffrey Wigand en "The Insider" de Michael Mann, ganó premios como Los Angeles Film Critics, el Broadcast Film Critics y el National Society of Film Critics. Anteriormente había logrado aclamación interpretando a Bud White el vicioso policía de "L.A. Confidential". Rodó el mediocre "Proof of Life" con Meg Ryan y "Flora Plum", dirigida por Jodie Foster. Este actor moderno merece especial atención si su papel de guerrero romano, premiado por la academia con el codiciado Oscar, se contrasta con el matemático nobel de A Beautiful Mind, pues entre las dos representaciones hay un amplio espectro que ya no necesitará prueba mayor de su capacidad de desempeño histriónico. El logro es tal que, en adelante, peligra su repetición y la rutina.
Joaquin Phoenix (Cómodo), de Puerto Rico, con solo 26 años ha estado en "8mm", con Nicolás Cage de Joel Schumacher, y en la comedia negra de Gus Van Sant,To Die For de 1995, filme de culto interpretado por Nicole Kidman, en “U Turn” de 1997 film apolítico de Oliver Stone, con Sean Penn, Nick Nolte y Jennifer López.
Connie Nielsen (Lucilla), hija de Marco Aurelio trabajó con Gary Sinise y Tim Robbins en la ciencia ficción de miedo "Misión a Marte" de Brian De Palma y en 1997 como la hija de Pacino en "El Abogado del Diablo”.
Richard Harris (Marco Aurelio), Emperador de Roma, irlandés, comenzó su carrera artística en el teatro, en 1991 se erigió con dos nominaciones, el Oscar y el Globo de Oro, por su actuación en The Field, recibió el Oscar al mejor actor por su interpretación en This Sporting Life, con una nominación al BAFTA y Palma de Oro en Cannes en 1963. Ganó un Globo de Oro por su Rey Arturo en el musical Camelot.
Oliver Reed (Próximo), es quien compra a esclavos para hacerlos futuros gladiadores, hizo más de 100 películas en 40 años, entre otras "Oliver", "Los Tres Mosqueteros" y "Los Cuatro Mosqueteros" con Michael York, Richard Chamberlain y Raquel Welch. Gladiador está finalmente dedicada a su nombre pues muere durante su filmación.
El negro Djimon Hounsou (Juba), que de esclavo a Gladiador busca su libertad para encontrarse con su familia en Africa y hace amistad con Próximo, recibio una nominación para el globo Dorado y ganó una Imagen de NAACP. Trabajó con Steven Spielberg en "Amistad "y en la serie de televisión ER.
Derek Jacobi (Gracchus), Senador de Roma, enemigo de Cómodo, alcanzó nominación de BAFTA para su actuación, ganó un Edimburgo International para su retrato de Francis Bacon en "El amor es el Diablo", mereció un Emmy en televisión por la afamada Yo, Claudio y una nominación Globo de oro por su papel en El Décimo Hombre.
Con esta nómina de altura, un presupuesto de 200 millones de dólares, formato extraordinario, tema musical de excelencia, perfecta fotografía, logros escenográficos con base en tecnología de punta y traslado colosal de equipos allende los mares, cada escena es un logro pictórico. Las frases en los diálogos actorales son el producto de mesas de trabajo de historiadores y publicistas. La estructura del relato rememora un Ben Hur del tercer milenio y una puesta en escena que connota el más digno y moderno poder de mensaje en la aldea global contemporánea.
La historia de un hecho real como el circo que llegó a justificar fiestas y funerales de hasta 5000 hombres y 11000 animales muertos para diversión en una sola celebración, enseña lugares, vestimentas, debate social y permite la metaforización de la caida de un orden que externalizó aportaciones en el derecho, la política y el arte, pero internalizando los gérmenes de su derrota histórica.
Ridley Scott dirige con la maestría intelectual y técnica que los puristas critican con envidia. La pragmática conjunción de recursos no le permite ningún fracaso llevándole a la cima del éxito comercial y la aceptación internacional. Con un “autor” o un “artesano” peligrarían todos los esfuerzos, pero Scott no falla, ahora ni con Thelma y Louis, no con Blade Runner, menos con el segundo Hannibal y tampoco con Black Hawk Down. Nada en él es mediocre y por ello suma una veintena de oscares y una cincuentena de nominaciones y premios festivaleros. Es un director acorde con las exigencias del momento en marketing, mass medias, medios electrónicos de audiovisión y mercado global de un mundo ávido de aprender la historia mediante imágenes raudas, sonidos inolvidables e íconos bellos.