viernes, 13 de mayo de 2011

LA PONTÍFICE (LA PAPISA; THE POPE)


Sonke Wortmann, un director alemán de títulos fílmicos poco reconocibles en el medio colombiano, orienta el rol principal desempeñado por Johanna Wokalek (vista en “Baader Meinhoff”, una historia sobre la temida guerrilla urbana alemana del siglo pasado). Wokalek tiene el tipo físico preciso para este papel pues es delgada, de rostro duro y representativo de una inteligencia oculta y forjada a golpes de la vida, como la Papisa Juana, este novelesco personaje, que en la ficción y siendo mujer pasó como hombre llegando a ser la máxima autoridad de la iglesia católica en el siglo IX. Sucedió al pontífice Sergio II (844-847 d.c.), con el nombre de Johannes Anglicus, nombre suplantado a su hermano, en una época que el acceso a la cultura y la intelectualidad solo se permitía al varón. Juana aprende así latín, lee las santas escrituras, conoce elementos vanguardistas de la física y otras ciencias, demuestra destrezas dialécticas y de debate, atrayendo la atención de quienes le conocen de cerca.

Los intertextos históricos

Lotario I es el malvado emperador que desea arrodillar al poder eclesiástico. Gerol es el amor carnal de la humana Papisa, con quien ha experimentado el funcionamiento de un sistema de esclusas de agua que moviliza puertas. Aesculapios, su profesor, es la representación de la sabiduría con el nombre del dios de la medicina (a quien se atribuye el signo del caduceo, distintivo de la profesión médica, y otras como el comercio, con dos serpientes rodeando una vara y acápite de águila). En esta ficción, es contemporáneo de Blas Pascal y sus vasos comunicantes, pero sucesor del conocimiento de Arquímedes en el manejo de las fuerzas del agua. Dicha intertextualidad histórica permite que en esta interesante ficción se use dicho fenómeno mecánico-físico como un truco casi mágico para amedrentar las huestes de Lotario y evitar un golpe de facto al “reino de este mundo”.

En tanto, Anastasio, bibliotecario oficial y otro intertexto de la realidad, siempre dominante poder tras el trono pontificio, aunque es hecho a un lado por la inteligencia de Juana, moverá hilos de conspiración para lograr el asesinato del enfermo Sergio. Con la muerte del Papa se ha de promover la elección popular de un nuevo líder de la iglesia que, sorpresivamente, será Juana. Ese “muchacho” inteligente que se ha ganado la voluntad del difunto Papa. Estando embarazada de Gerold, esta pareja morirá de diversa forma durante la celebración de la Semana Santa. Anastasio la ha de suceder por autoproclamación durante cinco días como Juan VII (que ha sido aceptado antipapa, usurpador, por la Iglesia) hasta ser desterrado por el pueblo de Roma. En una mezcla de ficción y realidad, su ánimo de vindicta le impulsará a escribir el “Liber Pontificalis”, esa real y extensa biografía de 36 papas que, según la mítica de esta novela, buscó evitar que el nombre de una Papisa mujer, manchara la historia de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. San León IV (Orden de San Benito) seguirá en la sucesión, permitiendo que el gran supuesto del corto reinado de una mujer no quedara escrito en la historia oficial del Vaticano.

La puesta en escena, la escenografía, el reducido grupo de personajes históricos y de ejércitos pequeños, girando alrededor de odios personales que se convierten en premisas políticas, muestran las verdaderas pequeñas dimensiones geográficas y humanas de los hechos narrados, pero permiten una explicación de estos como hitos de grandes implicaciones históricas para la civilización occidental.

Un corolario

Un buen libro, un repaso histórico, excelente puesta en escena, mejores actuaciones y John Goodman. Ese regordete y reconocido actor que representó a Pedro Picapiedra en el cine, trabajador de innumerables productos cómicos de tipo Disney, está allí haciendo un enorme Sergio II, el magnánimo, sabio y digno Papa que reconoce los talentos médicos y humanos de la joven Juana. Este papel de Goodman en tierras alemanas obliga a reconocer el gran mérito de quien, teniendo tantos kilates actorales, ha entregado toda su actividad a papeles menos serios pero necesarios, como demostración de una admirable calidad personal y profesional en los terrenos hollywoodenses.