jueves, 27 de agosto de 2009

Al otro lado


Hay una regla en la artesanía del cine: la dirección por parte del guionista o viceversa, produce siempre los mejores resultados. Se sabe de parejas muy bien acopladas de director-productor, de actuación-dirección, de guionista-actor. No es del caso citarlas, pues son múltiples y explican el éxito de muchos de ellos y de ellas. Es menos visible ante el gran público la comprobación de la regla ya mencionada, pero esta es mucho más una norma con menos excepciones.

Fatih Akin, nacido en Hamburgo de ancestro turco, 36 años, ganó el premio en Cannes 2007 por este guión que, a su vez, dirigió. En los aspectos argumentales y en los formales escribe de manera muy interesante y sentimental. Luego se somete a seguir sus propias pautas de montaje narrativo, de profundidad y panorámica de sus planos de cámara, de la insistencia en sus semiprimeros planos, de ignorar los planos detalle, pues es la historia la que le interesa, de no realizar planos subjetivos pues no encuentra nada más que escritura objetiva, de no requerir planos, ni aéreos ni picados. Su color es simplemente llano y de regular calidad. No hay perspectivas. La edición imita nada más que al separador de las páginas de un libro. El mar simboliza una cercanía de dos lados, que en la realidad geográfica no se encuentran.

Esta falta de creatividad visual solo no se requería, y de eso se convence el espectador. Akin se respeta a sí mismo en su propio guión. El resultado es una historia que no pierde ritmo, que es absolutamente clara en su narrativa y aporta muchos elementos de comprensión a la contemporaneidad.

Alemania y Turquía, los dos países separados por la mitad de las naciones de Europa central y los estrechos del Bósforo y Dardanelos. Próximos a estar juntos en la Unión Europea, pero hay que esperar aún trece años. Cada uno con distancias culturales e ideológicas. Sus tiempos históricos se podrán encontrar aunque sus tiempos culturales puedan distar un siglo. Entre Estambul y Bremen. Entre el lenguaje radical y lo íconos de izquierda, que son aún de vanguardia en la pobreza, y la sociedad que los generó y los ha dejado un tanto atrás en sus costumbres.

Una película dividida en tres partes por la muerte. En Estambul, Nejat y su padre Ali, la prostituta Yeter, hacen una historia paralela a la de Ayten, la hija de Yeter, y de Lotte con su madre Susanne (la recordada Hanna Schygulla, única figura reconocible en este celuloide), en Bremen. Las dos historias están imbricada por contrarios destinos. Nejat profesor de sociología en Alemania, gracias a los esfuerzos de su padre, resulta librero en Estambul. Ayten, activista radical en Estambul carente de oportunidades de estudio, escapará a Bremen para toparse con Lotte. Dos muertes y dos presidios los relacionan y solo el público lo sabrá.

Neyat querrá darle educación a Ayten, sin conocerla, sin encontrarla infructuosamente, para resarcir la memoria de su padre vivo. Susanne tendrá oportunidad de hacerlo, para hacer honor a la memoria de su hija muerta. Neyat y Susanne se conocen sin saber lo cercano de su punto de unión.

Es la globalización, de geografías distantes, de amores cercanos, de oportunidades y de carencias, de uno de los países fundadores de la Unión Europea (1957) y de otro de los candidatos a la integración (2020). El activismo político de Ayten, que reclama esta apertura, se encuentra con la búsqueda de sensaciones de Lotte, quien ya la vive sin haberla deseado.

Alí y Susanne, los padres de uno y otra, son la representación de una generación que dió todo por sus hijos. Alí ofreció trabajo intenso en un país de atraso y Susanne vivió “paz y amor” en un país de libertades.

Hay un contraste en los resultados de estas dos vidas. Hay un contraste de culturas y de religiones. En el contexto globalizado el mundo es aún físicamente extenso. En el plano humano es ahora más cercano que antes. Se acercan en el amor igual, Se acercan en el sentimiento igual. Se distancian en oportunidades diferentes. Se encuentran en las desgracias comunes. Se hallarán en las alianzas transcontinentales, luego de que cada uno viva “en el lado del otro”.

París


¡Así es París! nunca nadie es feliz … nos quejamos… nos encanta. No saben lo afortunados que son, caminan, respiran, corren, discuten, llegan tarde …
Hay que ver esta interesante película francesa para descubrir quién piensa así. Cédric Klapisch, un director que solo ha artesanado tres películas, dirige este ejemplo de la “Crash” gringa de Paul Haggis la premiada 21 veces internacionalmente con eje en un guión alrededor de 20 vidas que se cruzan en Los Angeles policlasista, multiétnico y globalizado.
“París” pertenece a esa larga saga, de filmes que no solo reflexionan sobre los problemas de la globalización y su impacto en las individualidades, sino que buscan promocionar ciudades con ánimo turístico. Ejemplo reciente de ello es en Europa, “In Bruges”, de Martin McDonagh, con un elenco de altura que muestra todos los mayores atractivos de una bonita ciudad tras el disfraz de ficción y, para el turista, los diálogos con frases sugerentes.
París, es la globalización con sus problemáticas interraciales, migracionales y de retrospección sobre la vida para lograr la introspección depuradora. Es la promoción turística, con el sutil disimulo de las intenciones de cámara para mostrar la arquitectura destacable.
La historia de un bailarín parisino del Moulin Rouge, enfermo cardíaco esperando la llamada para acudir a un trasplante de salvación con 60% de probabilidad de fracaso, le da nuevo significado a su vida y reinterpretación a la vida de la ciudad.
El guión es diverso sin ser denso. No le falta capacidad de síntesis y ese es su principal logro. Es barroco como el mensaje que lleva, no saturará al público. Es intencionalmente fabricado, como un tour por la ciudad luz sin recurrir a la noche. La cámara escribe la mitad del texto. Las miradas hablan lo que los diálogos no incluyen.
París, la película, es multicultural, multiracial, con un enfoque politizado que es válido para cualquier crítica al discurrir vital de toda capital reconocida, lo cual la hace universal. También la ciudad, mezcla las clases sociales sin generar las fricciones revolucionarias que aportó a la historia mundial, es megalómana frente a toda otra representación nacional de cualquier país. Los parisinos se saben importantes en el escenario global.
El profesor de historia enseña reticencias y lugares comunes sobre los jardines de la ciudad, Es contratado para presentar un documental en el cual recae en Baudelaire, Balzac y los demás, se introduce, como otros tantas veces, en las catatumbas repletas de cráneos apilados, entre los cuales están sin identificar Moliere, Robespierre o Rabelais. Pero su preocupación es el sin sentido de su vida, el desamor ante la belleza joven. Finalmente llega la conquista mediante mensajes de texto celular sin ver la ligona infiel oculta tras su cara de ángel juvenil. Retoza su regresión adolescente y la ciudad es para él un recorrido para volver a la misma previa melancolía.
El hermano arquitecto exitoso, casado con preciosa mujer, es motivo de la buena envidia del historiador. E impulsa su asistencia al psicoanalista. Llora la muerte reciente del padre de ambos y recupera su balance emocional al recibir su primer hijo. La ciudad es de él, desde las alturas de sus proyectos en curso.
Los inmigrantes norafricanos añoran pasar el mediterráneo y convertir las postales recibidas en fotografías. La ciudad es para ellos un paisaje y una serie de oficinas de asistencia social. El amor es para ellos la familia desarraigada y el dolor de compatriotas náufragos.
La asistente social divorciada, Juliette Binoche, rumia sus cuarenta años y sus tres hijos, pero se aplica al cuidado de su hermano enfermo. Para ella la ciudad es mercados y colegios, de los cuales emergerá finalmente el amor.
Los merchants, plenos de testosterona, conocen de la dependencia de la ciudad en cuanto los alimentos de muchas nacionalidades. Las modelos de Christian Dior, recorren la pasarela como epicentro de la mirada mundial para la cual París es moda. El amor es para las modelos bajar unos escalones sociales y retozar con los briosos merchants en juerga.
Todos se quejan. Sienten que París se está convirtiendo en ciudad de ricos, que en cada esquina brota el horror a los extranjeros.
La simbología está en el río, el mítico Sena, la torre, la mítica Eiffel, el pan, el mítico baguette, el café, las míticas mesillas en las aceras. La bicicleta, reina de las ecológicas ciclorutas, está siendo sustituída por la moto oriental. La globalización en las postales del río y la torre, que “llegan de fuera”, en la inmigrante que se emplea con la regañona panadera de baguettes, en los enormes embalajes de fruta y verdura del tercer mundo.
La propietaria de panadería, la trabajadora social, el arquitecto, un vagabundo requiriendo subsidios, el historiador enfrentado a la madurez solitaria, las modelos de Dior, los inmigrantes ilegales norafricanos, el profesor de natación de Camerún, la estudiante que expresa su amor con libertad francesa, todos se topan en las calles sin conocerse entre sí.
El amor es epicentro en la capital francesa de la cultura latina ampliamente reconocida. El amor de tío, el amor de excompañero de clase, el amor de hermanos, el amor casual, el amor no realizado, el amor divorciado, el amor joven y el amor viejo.
Las alturas son protagónicas. La Eiffel soberbia, las obras del arquitecto, las ventanas elegantes del historiador, la azotea vacía desde la cual lanzar unas cenizas al viento de la ciudad.
¿Cuál es el fundamento en el enfoque visual a París? ¿Cuál es la preocupación central de todo el “crew” y de todo el “casting”, de todo el equipo de producción de “París”? La migración.
La emigración y la inmigración, los dos flujos del sistema globalizado de problemas que van y vienen, de socialización de carencias del tercer milenio. La muerte: va cabalgando en los años viejos, va en moto, va en barcaza ilegal, va en taxi. El bailarín quiere asistir sin compañía a su cirugía y su referente de vida y de historia arquitectónica es pasar de largo por el frontis del Pére Lachaise.

La Elegida


Ben Kinsley (Oscar 1983, en Gandhi) quien cumple 66 este diciembre de 2009 y Penélope Cruz (Oscar reparto 2009, en Vicky Cristina Barcelona), quien cumplirá 36 el próximo abril de 2010, se interpretan y viven esa misma distancia generacional en el filme de título equívoco La Elegida.
“Elegy”, significaría una métrica poética, pero se le entiende como una serie de versos de profunda pena sobre la muerte de alguien, el amigo, la amante quizás … Insinuar que hay una elección por parte del profesor de arte David Kepesh, judío separado, cazador de jovencitas bajo la disculpa de que, luego de una fiesta de despedida de curso, ya no son sus alumnas, no cuaja en el título amañado. Tampoco es elegida Consuela Castillo, quien se parece a la maja de Goya en sus ojos españoles y en su pose de senos para el lente aficionado del “sabio” amante. George O´Hern (Dennis Hopper, 158 filmes en 55 años desde Rebelde sin causa) es el poeta y compañero de squash de David, y quien se atreve aconsejar una serie de cartabones de conducta y desamor rutinario que son posiblemente la causa misma de su fallo cardiaco final, momento en el cual no sabrá si amó más a su amigo que a su compañera de toda la vida.
Caroline (Patricia Clarkson), es la cincuentona, amante única por dos décadas, “una entre un millón de mujeres que tienen sexo sin pedir nada a cambio”.
Isabel Coixet, dirige basada en el libro de Phillipe Roth “El animal moribundo”y comprueba una vez más su antigua preocupación por estos temas pues tiene en su haber My Life Without Me (2003), A los que aman (1998), Cosas que nunca te dije (1996), Demasiado viejo para morir joven (1989), entre sus otras doce películas como directora – escritora.
Keppesh seduce a Consuela, cubano – americana, y conoce de ella que ha tenido pocas, inocentes pero aberrantes relaciones lo cual hace surgir peligrosos celos otoñales y una filosofía personal de su entrada a la vejez. O´Hern, se hace conforme y temeroso de aventurarse en la retoma de sus lides juveniles y Caroline ahora es consciente de que ya no está ejerciendo igual atracción que cuando era joven.
La “elegía” es quizá un mensaje triste, posiblemente algo poético, sobre la lucha interna entre la conciencia de la pérdida de la belleza y del amor que traen los años y la lascivia y carnalidad que buscan rechazar esta cruel e ineludible verdad de las edades avanzadas.
Consuela encuentra que el destino, dolorosamente, le da la oportunidad de equilibrar con pérdida de belleza la inmadurez amorosa de quien le dobla en años. Esta elegía es por los años jóvenes que se van y los deseos que permanecen, por el amigo que se fue y por los años perdidos por un padre ante un hijo envuelto en problemas similares, por el vacio que produce el sexo sin amor, por los libros que ya publicados no significan igual. Esta elegía la escribe David.
La puesta en escena es formal. Lin MacDonald ha participado en tanto film diverso que opta por la convención: teclados bellos de piano, cuadros con pequeñas figuras artísticas famosas, estanterías de libros repartidas en el apartamento ordenado del judío melancólico que mira a través de las ventanas, autos nuevos, paseos por el central Park, salones de clase espaciosos y bien iluminados, cuerpos conservados por el ejercicio, restaurantes elegantes, alto nivel de vida.
La música seleccionada por Marc Artís Garcia, Christy Carew, Angie Rubin es de José Ayala, Bach, Beethoven, Leonard Cohen, Al Lerner, José Sabre Marroquin, Arvo Part, Richter, Erik Satie, Cecile Schott, Scott Senn, Gecko Turner, en 17 temas por 6 intérpretes y responsables de la selección, de los cuales dos son originales (Artis García y Gecko Turner), es sutil casi imperceptible, con excepción obvia de la sonoridad cubana en la fiesta a la cual el viejo enamorado no quiso asistir causando una larga ruptura.
Los grandes grupos de puesta en escena y selección musical, algo no usual en la industria, y la elevada participación femenina y francesa en aspectos técnicos demuestran un énfasis formal que es, posiblemente, el factor inocuo de esta película. La limpieza, la factura perfecta, restan a la melancolía buscada para dar soporte a la elegía visual que no entristece tanto como se desearía, ni da el tono buscado ante el advenimiento de la vejez de todos, la muerte del poeta y la enfermedad de la estudiante, en ese mismo orden y sin mayor reflexión final.

lunes, 17 de noviembre de 2008

QUANTUM OF SOLACE

Lo mejor: El papel de Craig

Lo peor: Falta de originalidad

Todos entendemos que es una continuación de Casino Royale y que se ha adentrado al 007 en la "moda" de volver a los héroes más humanos y carnales. El título, que indica una "mínimo de consuelo" por la muerte de Vesper en la anterior entrega, nos lleva a una triste competencia con la trilogía de Bourne: son iguales las luchas cuerpo a cuerpo, es igual el antihéroe y se exagera claramente la edición rápida para superar la agilidad que ganó un Oscar en Bourne. Sin embargo, esta ciega edición de 007 no respeta las leyes de la óptica y resulta en un errado truco técnico. Las referencias políticas tontas a movimientos bolivianos no justifican los groseros calificativos despreciativos a nuestros países latinoamericanos y su anacrónica referencia a dictadores mafiosos y la facilidad con que se les derrocaría. Aunque ficción, el laureado Paul Haggis yerra en este guión. Haggis va bien con sus tramas acerca de problemas étnicos y sociales en la actual sociedad estadinense, pero no es apto para juegos masivos de entretenimiento como lo es y debe seguir siendo Bond. Si seguimos así, es mejor esperar la siguiente de Bourne y desear que los US$225 millones de Quantum se recuperen con la esperanza de que resucite el Bond clásico al cual se le puede aplicar con mayor inteligencia una cirugía guionística en vista que las novelas de Fleming ya fueron todas utilizadas.

jueves, 19 de junio de 2008

Elizabeth La Edad de Oro


Qué buen papel, con una cara no tan bella pero con altura de reina, el de Cate Blanchett. Clive Owen, es un Sir Walter Raleigh que solo cumple por el supuesto de extracción baja y ralea que tiene el pirata que fue figura del reino isabelino y que llena la parte banal del filme. Geoffrey Rush, siempre bien en su papel de sir Francis Walsingham, es el nunca faltante primer ministro manipulador de toda urdimbre política y cortesana de la época. Un papel sorprendente corresponde a Samantha Morton, como María Estuardo, la ajusticiada traidora, personaje al cual engrandece más allá de su corta aparición. Jordi Mollá, hace un Felipe II bien español.
Shekhar Kapur, el indio director, maneja con admiración por el imperio de otras épocas. Se acompaña de una música compuesta por Craig Armstrong (¿?) y A. R. Rahman (prolífico en Bollywood), estupenda y que recuerda la estela dejada por Gladiator. Se ayuda Kapur de ingenieros de escenografía que magnifican el corto presupuesto de 50 millones de dólares. Así, Kapur se ha hecho merecedor al derecho de completar la trilogía de la historia de los 44 años de Elizabeth en el poder.
La reina Elizabeth, en su época de oro, debe enfrentar traiciones que provienen de todo lado. La de mayor trascendencia para la estabilidad de su trono viene de Felipe II de España, su propia familia pues había sido segundo esposo de Maria I, exesposa de Enrique VIII padre de nuestra Elizabeth I, todo dentro de la casa Tudor, y por lo cual eran medio hermanos o Felipe era padre político, como quiera que se le interprete. Elizabeth es protestante, dentro de los cambios religiosos del siglo XVI, y Felipe es católico, empeñado a restaurar su iglesia en Inglaterra por la vía bélica. Para ello, organizó la denominada Armada Invencible, que dominó los mares más allá de su muerte.
La reina virgen, nunca se casó pero sintió enorme atracción por el pirata Walter Raleigh, colonizador del Nuevo Mundo y fundador de Virginia en honor a su reina. Elevado a la categoría de Sir, es Bess, la dama de compañía y tocaya de la reina, quien amará a Raleigh, entrelazando una historia de frustración sentimental de su ama.
La película traza bien la red de espías, franceses, españoles e ingleses, Jesuitas y sicarios, todos dentro de un complot de asesinato para tomar el trono inglés, del cual se deriva la final decapitación de María Estuardo, reina de Escocia, prima de Elizabeth y descendiente directa del poder de Francia por ser hija de Médicis y Estuardos. Es precisamente por ello que se prueba que Felipe no está interesado en darle el poder a Francia, su enemiga, sino en utilizar la dinástica de María, intrigando al interior de la corte Isabelina en la cual esta altiva, culta e inteligente reina sin reino estaba cautiva.
El atractivo bélico llega a la pantalla con las escenas de la derrota histórica de la Armada Invencible, por obra de tormentas y elementos climáticos en contra, aunque también por argucias guerreras de Raleigh. En el plano de la producción es notorio el buen logro de estas escenas, mediando solo un barco de dimensiones reales, construído con tres lados diferentes para la cámara: uno español, otro inglés y una parte trasera que funge del camarote del pirata Raleigh. Los demás navíos de la flota estarán dibujados a 3D sobre olas reales fotografiadas previamente.
Esta misma brillante producción logra una buena selección de castillos, templos e interiores con la misma clase de color de piedra y mármol que mantiene una luminosidad natural. Las cámaras escondidas a grandes alturas en los techos y bóvedas magnifican los escenarios y aprovechan las escaleras, los pisos camuflados y los pequeños interiores, todo lo cual permite al espectador una perspectiva esplendorosa. Por lo demás, el vestuario se ciñe a las viñetas históricas y ha recibido nominaciones y premios de carácter técnico.
Blanchett gusta, impresiona, humaniza y explica la personalidad de Elizabeth. La primera Elizabeth, de 1998 fue su quinto trabajo profesional, luego del cual ha realizado 27 películas en nueve años, 22 de los cuales entre una y otra de las dos Elizabeth filmadas hasta hoy. Este papel la destaca globalmente, aunque su oscar como actriz de reparto lo debe al papel de Katharine Hepburn en Aviador, de Scorsese. Esperemos gozosos la tercera y última parte de un tipo de trabajos que se planean sin esperar grandes retornos de taquilla pero que son un aporte a la buena fílmica de los documentos de la historia universal.

domingo, 1 de junio de 2008

LA GUERRA DE CHARLIE WILSON

La industria fílmica gringa ha resentido las críticas acerca de su superficialidad. Es común ver ahora, tanto en TV como en pantalla grande la nota acerca de que le obra esta "basada en hechos reales". Muchas películas finalizan con las fechas y nombres que le dicen al público cuál fué la suerte final de los personajes que acaba de ver. Esta estrategia es correcta. Sin embargo en la guerra de Wilson hay un elemento trascendente: se explica cómo funcionan los canales políticos de intervención en la política de otros países, de intervención armada por tercer mano y de la conciencia de clase que permite entender y apoyar estos exabruptos por parte de los poderes económicos tras los representantes políticos electos por el pueblo norteamericano. Acá es más importante dilucidar cómo se toman las decisiones, se asignan presupuestos y se canalizan recursos para manipular a actores de conflictos externos. Por ello, las pocas escenas de "acción" parecen forzosas, hechas como material para el thriller publicitario y como comprobación de la eficiencia final de las estrategias políticas ya vistas. Merece verse. Sin embargo, adolecerá de la incomprensión del mercado debido a que la industria del séptimo arte no ha podido conciliar la fórmula de las 2T: temática y taquilla.

LIONS FOR LAMBS

Este tipo de cine (Charlie´s War, The Kingdom, etc.) es contestatario en Hollywood. Es bien producido, buenos guiones que se basan en historias reales. Resultan muy didácticos para las facultades de ciencia políticas o para cualquier persona con los elementos básicos. Muchos periodistas desearían entender la guerra de la forma en que estos argumentos lo hacen. La falla fundamental es su correspondencia con la dirección. Uno llega a la conclusión que el director puede hacer comercial una cinta, equivocarse y resultar en un bodrio o hacerlo bien, a pesar de lo cual sin ningún éxito monetario o en reconocimientos internacionales. Aquí dirige Redford a quien cabe admirar. Sin embargo, parece haberlo hecho sólo para el canal HBO o la distribución por Sundance y eso es una falta pues el producto se ha de perder en la memoria. El cuestionamiento a la intromisión en Afganistán y a las decisiones políticas que permiten dar paso al hambre bélica del ejército estadinense son interesantes pero la metáfora básica de la línea argumental es ingenua.

IRON MAN

Iron Man actualiza al superhéroe (es de hierro, terrenal y dirigido por un ser humano) y Supermán se vuelve anacrónico (es de acero, extraterrestre e irreal). Ya no se es héroe para rescatar personas que caen de rascacielos y estar oculto en un empleado mediocre de bajos ingresos. Ahora, se debe enfrentar al enemigo “terrorista” y ocultarse en la persona de un yuppie inventor consumista (de automóviles, de whisky, de apartamentos y … de mujeres).

Para fabricar un muñeco que vuele de esta manera se requieren grandes presupuestos y estos solo se encuentran en las corporaciones multinacionales, siempre ligadas al presupuesto militar. Entonces, el superhéroe urbano, de las calles, es ahora un arma secreta para la guerra globalizada.

Las actuaciones? Paltrow, Bridges y Downey prestan su nombre para atraer público que ya los conoce. Paltrow aporta un nombre parado en unas largas, hermosas y conocidas piernas; Bridges sustituye su cabellera por una barba en el mentón y sigue igual de inocuo; Downey está peor: coquetea con la cámara a lo Gibson para parecerse al dibujo de Tony Stark, eso es todo.

Los diálogos? Cada vez más son cortos y dicientes, pero superficiales, como las frases insertas en los globitos de las tiras cómicas.

El resultado? Marvel es una industria con divisiones de Cómics, TV, Video Games, Movies y Toys. Iron Man estará en todas estas versiones, pero, principalmente y solo eso: como un juguete fílmico de consumo masivo que copia la BigMac con un BigFilm para consumir en domingo.

LOS NIÑOS DE NADIE (ALL THE INVISIBLE CHILDREN)

Los directores Mehdi Charef, Emir Kusturica, Spike Lee, Kátia Lund, Jordan Scott- Ridley Scott, Stefano Veneruso, John Woo, se unen para aportar a través de Francia e Italia como productores, un documento que “denuncia” la realidad infantil de las grandes ciudades a través del mundo. En medio del conflicto africano, del problema serbio croata, de la pobreza de Brooklin, del reciclaje en Sao Paulo, de los enfrentamientos en la comunidad británica, del raponeo en las calles napolitanas y del vacío consumista japonés, están los niños invisibles a los adultos.

En otro orden, Tanza es soldado, Uros es gitano, Jonathan será fotógrafo de guerra, Little Cat es vendedora de flores, Blanca es una adolescente VIH; Ciro es raponero callejero, Bilu y Joäo son recicladores. Todos reflejan la relación despiadada de los adultos con las cosas y los placeres. El consumo y el escapismo dan origen a una generación que sufre la irresponsabilidad de los mayores. Están esos niños ahí, sin voz ni posibilidad de incidir en un futuro más positivo, no importan.

Los niños son resultados de placeres adultos, que acompañan vidas frustradas, que viven del desecho de la generación que los antecede y que sobreviven el hoy en anuncio de que algo anda mal en la desorientada carrera competitiva de sus padres. Los grandes son perdedores, todos. Los pequeños recogen estas pérdidas para convertirlas en una ganada experiencia que ojalá les conduzca a un mundo mejor, pero que no será mérito de quienes solo mueren sin fruto alguno.

LA LISTA NEGRA (THE BLACK BOOK)

Se va sobre seguro al escoger un film de Paul Verhoeven. Pero, esa talentosa Carice van Houten estaba oculta. Su especie de Mata Hari tiene una absoluta credibilidad que hace que el guión de Gerard Soeteman, siempre asociado a varias obras de este director, y basado en libro sobre hechos verídicos, resulte un thriller-novela que enfoca la guerra desde un ángulo no visto antes. Los judíos dejan su pasividad, se defienden y atacan; los alemanes toman posición acomodaticia, traicionando, enamorándose, haciendo parte de los juicios aliados de posguerra. Pocas veces se ha observado en la pantalla que la guerra “saca lo peor del ser humano” y en este caso añade las reacciones contra supuestos y reales traidores, luego de la rendición nazi.

La sangre, la violencia, el sexo, se muestran con visos realistas sin exhibicionismo alguno, como en la no ficción. Verhoeven logra un documento serio y, a la vez, comercial, de un retrato inverso de La Lista de Schindler. El autor de tecnoaventuras como Robocop y Total Recall, de erotofilmes como Showgirls y Basic Instinct, en su etapa americana, y de una veintena más en su juventud neerlandesa, reúne todas sus destrezas en esta competente versión de la resistencia judía, menos dramática, más realista y heroica que las usuales historias, lo cual le permite llevar a su protagonista hasta un kibbutz isrelí, a manera de tierra prometida, construído con los dineros recobrados por ella de manos alemanas y judías, pertenecientes a las familias traicionadas por sus propios correligionarios.

The Elite squad (Tropa Elite)


La llegada del Papa al Brazil requiere una limpieza social previa en las favelas de Río de Janeiro. Para ello se responsabiliza al Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE). Con la técnica de encuadrar uno a uno cada personaje y luego hacer conjunción de todos ellos para un desenlace o clímax, el novel director José Padilha, con cinco filmes en su haber en una década, busca continuar con la escuela realista del cine carioca que tantos triunfos ha obtenido, por ejemplo, con Caranduru o Ciudad de Dios.

Esta especie de SWAT latino se conforma con miembros de la policía local que son sometidos a una selección cruda al estilo israelí, en que median el trato absolutamente soez, la patada artera, la cachetada y el golpe, la inmundicia como alimento, el vómito mezclado con la comida, la práctica del tiro al blanco, la tortura por ahogamiento, el ajusticiamiento sin corazón, que hacen parte de las pruebas para optar a ser uno de los 2 o 3 por cada cien que serán BOPE.

Los traficantes de drogas son el enemigo principal, está en las calles y mezclados en las universidades. La principal y más reconocida universidad privada es epicentro de la historia pues en ella estudia uno de los prospectos para sustituir al Capitán Nascimento, quien es el mismo encargado de su selección pues desea retirarse con su esposa e hijo recién nacido. Neto y Matias compiten sin saberlo. El primero falla mientras que el inteligente Matias, busca su grado en derecho dentro de la universidad. La ciudad rodeada por más de setecientos barrios marginales, es tierra sin ley y gobernada por los señores de la droga y los incompetentes funcionarios del “sistema”. Una voz en off acompaña las imágenes, diálogos y acciones, en un ballet de violencia que parece realizado por actores naturales, y ello es una de sus virtudes. Si Ciudad de Dios observaba el lado criminal de las mafias marginadas, Tropa de Elite mira el lado de la ley representado en su policía. La fábula del guión y el desenlace del film alrededor del servicio de la Policía al sistema, y del sistema que se sirve de la Policía sin que sirva a la mejora de la sociedad, en un círculo vicioso de sangre y tráfico interminables, es la enseñanza de esta crónica que le confirma al público aquello que sospecha pero se niega a aceptar: los malos están en ambos lados, del crimen y de la ley.

CLEANER

Con esta película recuerda uno que solo hace poco tiempo los malos ganan en el cine. En la filmación de remembranzas históricas, no puede negarse la victoria de la delincuencia o la maldad. Pero en la ficción solía darse el triunfo a quienes representan justicia, pureza, familia, valores positivos y todo aquello que se considera políticamente correcto.

En Cleaner, el personaje central descubre su complicidad con el lado corrupto de la ley y el orden. No solo limpia con autorización legal escenas de crimen, sino que ha “limpiado” su conciencia aplacando su sed de venganza por la muerte de su mujer, obteniendo la oportunidad de asesinar a quien lo hizo, en la cárcel y con apoyo de un compadre policía. Esto se le convierte en una deuda que finalmente pagará teniendo que aceptar haber sido instrumento para encubrir un asesinato-desaparición. Todos los inocentes resultan con su propia culpabilidad y quien ha comenzado la cadena de ocultamiento paga por los demás con su muerte, para que todos los crímenes que el espectador ha visto no sean descubiertos por el lado transparente de la ley.

Los malos han empezado a vencer en los guiones de la industria del cine para que el público comprenda lo injusto del sistema y lo corto que es su brazo justiciero. El sicario queda indemne (No country for old men), el asesino nunca será descubierto (Match Point), la justicia no se dará cuenta de que ha habido una serie de crímenes (Casandra´s dream), entre los recientes ejemplos. Durante el siglo pasado el séptimo arte aceptaba un serial de injusticias, actos violentos, inocentes inculpados, maldades, crímenes atroces, pero finalizaba sus obras con el castigo expreso o implícito y con el triunfo de la ley o de los personajes en los cuales se suponía incluída la bondad masiva del público.

En su búsqueda de recodos del mercado y para despertar el interés de la taquilla ya no son extraños los guiones perversos. No hablamos de la “onda” de las historias basadas en hechos reales que se adentró en la industria ni, por ejemplo, de los recordados “vigilantes” que fueron moda, sino del resultado de guiones que son producto de creativos para la ficción en la pantalla y que nos han introducido mediante un paulatino, velado y sutil juego en el lado oscuro de la realidad: la impunidad. ¿Habrá implicaciones culturales? ¿Distingue el público esta nueva tendencia en la pantalla grande? ¿La han reconocido los sociólogos y expertos? ¿Se distorsionan los valores o se contribuye a su nitidez mental?

Indiana Jones y el Reino de la Calavera de cristal

George Lucas (64) es productor, director y guionista en cada uno de todos sus filmes, pero se inició en forma con su segunda película, American Graffiti, en la cual la producción fue de Francis Ford Coppola. Hace parte de un cuarteto de genios del cine comercial con Steven Spielberg Robert Zemekis y Ron Howard, que parten de sus propias creaciones literarias y empresariales con gran éxito. Lucas Film Limited, Skywalker Sound e Industrial Light & Magic son las empresas de George. Star Wars e Indiana Jones, sus mundos de ficción. Ha alcanzado solo cinco nominaciones al Oscar y ganado únicamente un premio Irving Thalverg (personaje conocido como The Wonder Boy por su habilidad para escoger guiones y realizarlos), dentro del Oscar y en 1991, por ser una persona significativa para la historia del cine.

Es decir, Lucas es un industrial del cine cuyo reconocimiento se da en las taquillas. Indiana Jones, uno de sus hijos, es realizado para la venta de boletos y lo logra, porque así lo quiere su creador.

Con la música de John Williams como determinante de las principales producciones del cuarteto ya citado, en Indiana Jones el ritmo audiovisual sigue atrayendo a todas las generaciones.

A Indiana Jones le precede el personaje de Allan Quatermain, creado por Sir Henry Rider Haggard, el aventurero del Africa en Las minas del Rey Salomón, Allan y los dioses del hielo, entre otras novelas, protagonizadas luego en el cine por Humprey Bogart, Richard Chamberlaine y Sean Connery. La diferencia física con Jones es que este reemplaza el rifle de Quatermain por un látigo y pistolas, además de globalizarse hacia otros continentes.

Indiana Jones, de toda forma es un personaje diacrónico e intertextual. No respeta los tiempos de la tecnología ni la retoma de indicios de todas las épocas. Por eso no debe ser mirado para cazarle gazapos (como los números digitales de un contador de bomba antes de que las pantallas de cristal líquido fueran inventadas).

La violencia y las armas en Indy son un condimento esencial, pero con una cámara que no mira sangre ni heridas. Por eso llega al público infantil con el permiso de los padres y esto es elemento básico de su objetivo taquillero. Es por ello mismo que la permanencia de este personaje no se ha dado en la saga de cuatro entregas (de las cuales la última tuvo el doble (US185mm) del presupuesto de las tres anteriores juntas), sino en la anecdótica global del enorme merchandising de juguetería, en las 16 versiones bestselleristas escritas por Richard Brightfield, William McCay y Les Martin, las historietas impresas por millones en Marvel Comics y en las 19 versiones de videojuegos que durante un cuarto de siglo ha vivido Henry Walton Jones Jr., fuera de la pantalla grande. Harrison Ford lo ha protagonizado como parte de una carrera donde todo lo suyo se vende bien a pesar de que solamente cambie su indumentaria, conservando la boca torcida y no siendo un gran ejemplo actoral, pero siguiendo el camino multimillonario en dólares de su pandilla de amigos directores, propietaria de los más grandes estudios en la cima del mundo industrial cinematográfico.

domingo, 9 de marzo de 2008

Las crisis diplomáticas colombianas

El mundo global ha avanzado. Cabe reconocerlo. Las crisis económicas, un siglo atrás, se convertían en signo permanente. Hoy se resuelven casi de inmediato a nivel de incertidumbre. Los medias y las TICs han logrado esto.
Ojalá, el mundo diplomático pudiera resolver sus crisis de forma igualmente acelerada. La reciente problemática surgida entre Ecuador, Venezuela y Nicaragua, con Colombia, tuvo un final catalogable de feliz y puede ser un indicio de esta posibilidad global. La trasmisión en vivo y directo de la reunión de Río, celebrada en República Dominicana, es un hecho tecnológico que debe haber facilitado los acuerdos, verbales algunos y escritos otros, a que llegaron los mandatarios. Claro que cerca de una docena de plenipotenciarios contribuyeron a ello, con un debate inteligente, que sumado a una opinión pública internacional pendiente de los resultados, aceleró la solución a las asperezas entre países hermanos.
No obstante, un análisis más extendido permitiría preguntarse porqué en desacuerdos entre otros países de Africa y Asia principalmente, no se producen resultados tan ágiles. Y la respuesta está en los conceptos de internacionalización y multilateralismo.
Cuando un conflicto interno no se internacionaliza deja de generar el interés recíproco de países vecinos y cercanos. Sin embargo, la ayuda en su solución busca los caminos de la diplomacia multilateral, aunque ineficaz y lenta.
Pero si el conflicto trasciende las fronteras conjugado en una acción unilateral, surgen dos caminos de respuesta, bélica o diplomática, que al afectar una pluralidad de países conlleva una solución casi inmediata.
Ese ha sido el error del gobierno colombiano y ese mismo ha sido el acerto de la comunidad presente en la XX Cumbre del Grupo de Río. Hace ya cinco años, en la XVII Cumbre de este foro, 19 países habían considerado urgente el tratamiento del terrorismo en América Latina y el conflicto interno de Colombia había sido motivo de debate. El gobierno colombiano solicitó desde esa fecha la intercesión de la ONU para lograr una salida pacífica. Se ha avanzado, pero sobre una suma de hechos beligerantes. Falta la ONU, pero quiza su aparición protagónica conllevaría algo muy grave: la posible configuración de un Tribunal Penal Internacional para Colombia (recordar Ruanda y Yugoslavia) que pondría en un escenario jurídico los 17.000 crímenes del año pasado (cabría revisar cifras) y los 35.000 por año que han ocurrido en el país, los 3 millones de desplazados y los textos de la ley de justicia y paz. Un alargue diplomático de un conflicto que bien pudiera solucionarse con la ayuda de nuestros vecinos, aceptando sin soberbia y de inmediato esa propuesta una vez más expuesta en Río 2008.

jueves, 9 de agosto de 2007

Qué pasa con la Consultoría de Recursos?

Colombia es un país con las deficiencias propias del proceso de desarrollo. No se puede negar que cuenta con una gran dinámica social si se le compara con naciones similares. Es una de las repúblicas más características del modelo democrático y del esquema capitalista. Este país tiene todas las problemáticas de la sociedad global pero también las ventajas que le permiten pensar en poder vencerlas a mediano y largo plazos.
Sin embargo hay campos de la vida política, social y económica en los cuales se podría dar solución inmediata a muchas de las inquietudes del desarrollo: Bogotá, por ejemplo, es una referencia del buen ejercicio político de las libertades y del acceso al poder sin mayores asomos de corruptela y clientelismo; algunas de las ciudades de mayor población también presentan un cuadro de alta maduración en este sentido y el sector público como el privado han entrado en un proceso de modernización que invita a eliminar los factores de competencia desleal o falta de competitividad.
Colombia es moderna y posmoderna a la vez. Pero desperdicia su talento humano. El desempleo estructural, la falta de carrera de méritos y la prevalencia de preferencias familiares y políticas hace que se desprecie el conocimiento acumulado. Los jóvenes salen cada vez más temprano de las aulas de clase a ocupar sitiales de mando y gestión en tanto que las personas que han entrado en edades de mayor maduración y experiencia salen del mercado activo.
En contraste, una de los aspectos notorios de la administración pública es el paralelismo de las nóminas de contratos externos a consultores y asesores de todo tipo. En el sector privado la ubicación preferente de amigos y familiares en cargos de decisión y en la asignación de outsourcings que inciden en la segmentación social y en la orientación de las decisiones empresariales. El país requiere de un mayor uso del talento representado en la consultoría de recursos.
Debemos recordar qué es la Consultoría de Recursos. A diferencia de la Consultoría de Procesos en la cual el contratante y el contratista conocen la metodología a utilizarse en la labor contratada y destinada a la solución de un problema organizacional o de negocios, la Consultoría de Recursos hace referencia a la solución calificada de problemas sin que se conozcan los instrumentos que se van a utilizar en ello. El contratante delega en el contratista con base en su capacidad de investigación, selección y consecución de recursos necesarios la gestión del problema. Es parte de la tarea del contratista consultor de Recursos auscultar en lo desconocido para acogerse a la mejor opción. Esta búsqueda es más ágil dependiendo de su experiencia y "olfato" en la gestión y administración del conocimiento existente. Su Consulta a Recursos selectos acude a lo más eficaz y exitoso en el logro del objetivo y metas propuestas alrededor de la incógnita de solución final de la tarea a su cargo.
La Consultoría de Recursos representa un nivel de mayor dominio que el de los Procesos mismos pues va más allá de los instrumentos visibles y pasa al ámbito de los Recursos no identificables a primera vista. Puede asegurarse que los mejores Recursos se encuentran en niveles etáreos mayores y en campos que requieren capacidad investigativa rápida conjugada a una gestión inmediata y eficiente que solo se encuentra en la experiencia de los múltiples caminos recorridos, en lo individual, o en las varias opiniones encontradas en comités expeditos y con libertad de elección entre las mejores opciones puestas a su disposición.