domingo, 1 de junio de 2008

Indiana Jones y el Reino de la Calavera de cristal

George Lucas (64) es productor, director y guionista en cada uno de todos sus filmes, pero se inició en forma con su segunda película, American Graffiti, en la cual la producción fue de Francis Ford Coppola. Hace parte de un cuarteto de genios del cine comercial con Steven Spielberg Robert Zemekis y Ron Howard, que parten de sus propias creaciones literarias y empresariales con gran éxito. Lucas Film Limited, Skywalker Sound e Industrial Light & Magic son las empresas de George. Star Wars e Indiana Jones, sus mundos de ficción. Ha alcanzado solo cinco nominaciones al Oscar y ganado únicamente un premio Irving Thalverg (personaje conocido como The Wonder Boy por su habilidad para escoger guiones y realizarlos), dentro del Oscar y en 1991, por ser una persona significativa para la historia del cine.

Es decir, Lucas es un industrial del cine cuyo reconocimiento se da en las taquillas. Indiana Jones, uno de sus hijos, es realizado para la venta de boletos y lo logra, porque así lo quiere su creador.

Con la música de John Williams como determinante de las principales producciones del cuarteto ya citado, en Indiana Jones el ritmo audiovisual sigue atrayendo a todas las generaciones.

A Indiana Jones le precede el personaje de Allan Quatermain, creado por Sir Henry Rider Haggard, el aventurero del Africa en Las minas del Rey Salomón, Allan y los dioses del hielo, entre otras novelas, protagonizadas luego en el cine por Humprey Bogart, Richard Chamberlaine y Sean Connery. La diferencia física con Jones es que este reemplaza el rifle de Quatermain por un látigo y pistolas, además de globalizarse hacia otros continentes.

Indiana Jones, de toda forma es un personaje diacrónico e intertextual. No respeta los tiempos de la tecnología ni la retoma de indicios de todas las épocas. Por eso no debe ser mirado para cazarle gazapos (como los números digitales de un contador de bomba antes de que las pantallas de cristal líquido fueran inventadas).

La violencia y las armas en Indy son un condimento esencial, pero con una cámara que no mira sangre ni heridas. Por eso llega al público infantil con el permiso de los padres y esto es elemento básico de su objetivo taquillero. Es por ello mismo que la permanencia de este personaje no se ha dado en la saga de cuatro entregas (de las cuales la última tuvo el doble (US185mm) del presupuesto de las tres anteriores juntas), sino en la anecdótica global del enorme merchandising de juguetería, en las 16 versiones bestselleristas escritas por Richard Brightfield, William McCay y Les Martin, las historietas impresas por millones en Marvel Comics y en las 19 versiones de videojuegos que durante un cuarto de siglo ha vivido Henry Walton Jones Jr., fuera de la pantalla grande. Harrison Ford lo ha protagonizado como parte de una carrera donde todo lo suyo se vende bien a pesar de que solamente cambie su indumentaria, conservando la boca torcida y no siendo un gran ejemplo actoral, pero siguiendo el camino multimillonario en dólares de su pandilla de amigos directores, propietaria de los más grandes estudios en la cima del mundo industrial cinematográfico.

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