domingo, 1 de junio de 2008

LA GUERRA DE CHARLIE WILSON

La industria fílmica gringa ha resentido las críticas acerca de su superficialidad. Es común ver ahora, tanto en TV como en pantalla grande la nota acerca de que le obra esta "basada en hechos reales". Muchas películas finalizan con las fechas y nombres que le dicen al público cuál fué la suerte final de los personajes que acaba de ver. Esta estrategia es correcta. Sin embargo en la guerra de Wilson hay un elemento trascendente: se explica cómo funcionan los canales políticos de intervención en la política de otros países, de intervención armada por tercer mano y de la conciencia de clase que permite entender y apoyar estos exabruptos por parte de los poderes económicos tras los representantes políticos electos por el pueblo norteamericano. Acá es más importante dilucidar cómo se toman las decisiones, se asignan presupuestos y se canalizan recursos para manipular a actores de conflictos externos. Por ello, las pocas escenas de "acción" parecen forzosas, hechas como material para el thriller publicitario y como comprobación de la eficiencia final de las estrategias políticas ya vistas. Merece verse. Sin embargo, adolecerá de la incomprensión del mercado debido a que la industria del séptimo arte no ha podido conciliar la fórmula de las 2T: temática y taquilla.

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