Con esta película recuerda uno que solo hace poco tiempo los malos ganan en el cine. En la filmación de remembranzas históricas, no puede negarse la victoria de la delincuencia o la maldad. Pero en la ficción solía darse el triunfo a quienes representan justicia, pureza, familia, valores positivos y todo aquello que se considera políticamente correcto.
En Cleaner, el personaje central descubre su complicidad con el lado corrupto de la ley y el orden. No solo limpia con autorización legal escenas de crimen, sino que ha “limpiado” su conciencia aplacando su sed de venganza por la muerte de su mujer, obteniendo la oportunidad de asesinar a quien lo hizo, en la cárcel y con apoyo de un compadre policía. Esto se le convierte en una deuda que finalmente pagará teniendo que aceptar haber sido instrumento para encubrir un asesinato-desaparición. Todos los inocentes resultan con su propia culpabilidad y quien ha comenzado la cadena de ocultamiento paga por los demás con su muerte, para que todos los crímenes que el espectador ha visto no sean descubiertos por el lado transparente de la ley.
Los malos han empezado a vencer en los guiones de la industria del cine para que el público comprenda lo injusto del sistema y lo corto que es su brazo justiciero. El sicario queda indemne (No country for old men), el asesino nunca será descubierto (Match Point), la justicia no se dará cuenta de que ha habido una serie de crímenes (Casandra´s dream), entre los recientes ejemplos. Durante el siglo pasado el séptimo arte aceptaba un serial de injusticias, actos violentos, inocentes inculpados, maldades, crímenes atroces, pero finalizaba sus obras con el castigo expreso o implícito y con el triunfo de la ley o de los personajes en los cuales se suponía incluída la bondad masiva del público.
En su búsqueda de recodos del mercado y para despertar el interés de la taquilla ya no son extraños los guiones perversos. No hablamos de la “onda” de las historias basadas en hechos reales que se adentró en la industria ni, por ejemplo, de los recordados “vigilantes” que fueron moda, sino del resultado de guiones que son producto de creativos para la ficción en la pantalla y que nos han introducido mediante un paulatino, velado y sutil juego en el lado oscuro de la realidad: la impunidad. ¿Habrá implicaciones culturales? ¿Distingue el público esta nueva tendencia en la pantalla grande? ¿La han reconocido los sociólogos y expertos? ¿Se distorsionan los valores o se contribuye a su nitidez mental?
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