Y una disertación sobre la droga…
Son reconocidos como factores de dependencia drogas, alcohol, nicotina, comida, sexo, juego, trabajo, internet, religión, relaciones personales, entre otras. Se puede ser adicto hasta al amor o a los romances, o a lo que los psicólogos denominan las relaciones disfuncionales. Réquiem por un sueño comienza por adicción, pasa por dependencia y termina en codependencia.
Ellen Burstyn (Sara Goldfarb, es la madre), Jared Leto (Harry Goldfarb, es el hijo), Jennifer Connelly (Marion Silver, es la novia), Marlon Wayans (Tyrone C. Love, el amigo), Christopher McDonald (Tappy Tibbons), Hubert Selby Jr. el novelista y guionista; Darren Aronofsky, es el director.
En Réquiem, Harry, Tyrone y su novia forman un trío de heroinómanos que sueña. El uno con conseguir una gran partida de caballo y abrir un negocio. Sara, la madre perturbada tienen precedentes psiquiátricos y logra su escapismo mezclando anfetaminas y televisión. Ella también sueña, pues la posibilidad de aparecer en un concurso televisivo impulsa a la madre a una peligrosa dieta de adelgazamiento. Su hijo busca escapes en la droga y en el amor.
La drogadicción allí en la ficción, y fuera de ella, es un negocio, al igual que la televisión. La adicción, cualquier adicción, puede ser a voluntad o involuntaria. De aquí que hay un ambiente de libertad, que podría ser la génesis de su nudo novelístico y fílmico, pero que en Requiem se observa como el ejercicio del libre albedrío individual y como libertinaje de la sociedad y de los medios que la reflejan.
Así es el cuadro de la coyuntura social contemporánea, en la cual los negocios y los sueños equilibran al mundo. Los dos grandes peligros de este mundo globalizado pueden residir en que la política acabe o desvirtúe los negocios, o en que las adicciones, escapismos, ocios, acaben con valores y felicidades individuales, luego de haber pasado por ser la misma felicidad, de haberla suplantado.
En Colombia, el actual Comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo, ha sido un estudioso del tema de los paraísos artificiales. Propone un no al consumo de sustancias psicoactivas y dice: "La compulsión sólo aparece cuando los psicoactivos se integran al régimen capitalista de producción y desaparecen las mediaciones culturales que hacen posible su uso sin destruir los lazos de reciprocidad comunitaria". El es el autor de La Fruta Prohibida, cuyo subtítulo es La droga como espejo de la cultura. Cuál es esa fruta prohibida? El mundo de las drogas de cultivo agricola y de fabricación industrial. Pero cuál es la causa de su prohibición?
Restrepo dice que la drogodependencia no se combate con liberalización ni prohibicionismo, sino con educación para la libertad. Las adicciones sin drogas al trabajo, al éxito, al riesgo, al juego, al estrés, al deporte, son compulsiones que en las sociedades actuales son ensalzadas o propuestas como sustitutas de la falta de consistentes proyectos de vida, de alicientes o de amor.
A las adicciones se les propone prevención o rehabilitación. Cómo se prevén los sueños y cómo se rehabilitan las personas de estos? La droga no es la culpable, “La droga ha tomado la forma de un nuevo chivo expiatorio, cuya expulsión del seno de la sociedad es indispensable para asegurar la tranquilidad comunitaria”. La drogadicción ha existido desde el comienzo de la humanidad, no le había hecho daño, le ayudó a soñar y vivir, es lo que hay como argumento implícito en Restrepo, ¿porqué en la sociedad actual pasa a ser la culpable?
La lucha contra las drogas es hipócrita, su prohibición también. Se podría abogar por el derecho de soñar de manera inconsciente o a voluntad. Sin embargo, son los elementos del mundo artificial que son nocivos al mundo real, lo que los hace peligrosos y fuera de ley. Los sueños que generan daño a la propiedad privada, ruptura de normas sociales, resquebrajamiento de las leyes del capital para acceder a las fuentes del poder político y económico, son esos motivos por los que la droga es nociva, y debe ser prohibida.
Pero igual sucede con todas las adicciones. El amor adictivo, codependiente, que obliga a sumisión, a disminuir la propia dignidad del que ama, es nocivo. Es cuando aparece el amor que merece rechazo. ¿Quién lo creyera? Hoy, hasta el amor de los padres es cuestionable si este es dominante, si resta derechos al libre desarrollo de la personalidad de sus hijos.
El amor a Dios, también ha sido cuestionado. Hay varios dioses. El mundo está lleno de ellos. Ya no persisten iglesias oficiales pues la libertad de cultos las ha cuestionado como únicas. ¿Es ello una ruptura de valores? No, es la posibilidad de alcance del sueño de libertades, de opciones y de tolerancias. Empero, las guerras del mundo son ya y en el futuro, guerras de religión y de raza (de psiquis y soma, de alma y cuerpo, de lo que somos).
Restrepo propone a los profesionales de la prevención y la rehabilitación dejar atrás la ingenuidad y el analfabetismo político, el mismo que está en la base de la drogodependencia. Ni liberalización ni prohibicionismo: educación para la libertad, es lo que propone. “La solución represiva se impone de manera simplista y mecánica, sin considerar los factores de poder y las oportunidades mercantiles que dan soporte al consumo de drogas en el mundo capitalista.” Se trata de “no reproducir la dinámica de círculo vicioso que nos impone la identificación de la droga con la fruta prohibida”.
La adicción es de manera paradójica, una respuesta a la libertad, cuestiona la educación y los modos del intercambio afectivo. Las adicciones sin drogas (al trabajo, al éxito, al riesgo, al juego, al estrés, al deporte) son compulsiones que en las sociedades actuales han llegado a ser ensalzadas y hasta propuestas como sustitutas de la felicidad.
En Réquiem, no son las adicciones las culpables, no es el derecho a soñar. Lo que convierte a la felicidad y su búsqueda en tragedia y drama, son los caminos previos, las historias de sus protagonistas. Esos sueños que el mundo real no posibilita, los sueños cuyo alcance solo se da sin facilismos, aceptando las reglas, son las causas de que Sara, Harry y Marion no hayan alcanzado la tan ansiada felicidad de sus sueños, y estos hayan muerto.
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