martes, 10 de julio de 2012

EL SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA (THE AMAZING SPIDER-MAN)

Nuevamente Stan Lee (89) se da el gusto de entrar en la tercera dimensión de uno de sus superhéroes de dos planos, dibujado y cocreado hace medio siglo con Steve Ditko. Aunque en la escena del cameo correspondiente “se pierda” la oportunidad de verlo, por estar ensordecido dentro de sus audífonos de música. En las entregas anteriores, Duende Verde, Octopus, Hombre de Arena, Duende Nuevo y Venom fueron los villanos, ahora hace su aparición fílmica Lagarto (Dr Curt Connors, ya aparecido en la anterior). Sin embargo, esta entrega 4 podría considerarse una precuela de la saga, pues replica lo sucedido en la 1, aunque con variados cambios entre los cuales el más importante es la coprotagonista, el otro amor de Peter Parker ya en la preparatoria.
La orfandad temprana, el bullying en la escuela, el primer amor (Emma Stone), la intención de ser un vigilante anónimo y vengativo, la cercanía con el villano intermediada con la ciencia, las figuras paterna en los tíos Ben (Martin Sheen: 1 Globo de Oro) y May (Sally Field: 2 Oscares, 2 Globos de Oro, 3 Emmys), los primeros saltos y piruetas, el suegro policía y héroe, la máscara que va y viene, la policía y sus tropas de asalto, la ciudad amenazada, entre otros lugares comunes, el héroe golpeado, incomprendido, arrastran las simpatías tras de sí, e incluso el villano se congenia hasta con el público espectador. De alta factura y presupuesto, el personaje sigue siendo teniendo alta rentabilidad bruta de entre 300 y 500%. La entrega 1 costó unos US$170 millones, y las siguientes cada una entre US$200 y 250 millones, como la actual, con retornos de alrededor de US$800 millones por película en la reciente década. Una justificación del reinicio de una saga exitosa parece radicar en la existencia del ciclo de cada producto y de su renovación generacional, pues muchos de los que hoy se interesan en el filme no habían nacido aun cuando Peter Parker empezó a colgarse de su propia telaraña a los rascacielos de la pantalla grande, hace diez años.

LA ERA DEL HIELO 4 (ICE AGE: CONTINENTAL DRIFT)

Ray Romano, John Leguizamo y Denis Leary, vuelven como Manny el mamut, Sid el perezoso y Diego, el tigre dientes de sable. Pero el show se lo sigue robando Scrat, la ardilla con su bellota (cuya voz la hace Chris Wedge, director de otras de las entregas de la saga), que se sigue convirtiendo en un tesoro guardado para futuras producciones en este extenso mercado infantil, … juvenil y adulto. Esto de los filmes animados se convirtió en un deporte en el cual hay que saber quién es quién detrás de los caracteres. Acá los más reconocibles en Colombia, aparte de los ya mencionados, serían las cantantes Queen Latifah (Ellie, mamut mami), Nicki Minaj (Steffie, mamut hija), Jennifer López (Shira, tigresa dientes de sable) y Lady Gaga (Melanni, lagarta), entre otros más. Sin pretensiones intelectuales, el filme le embolata las poco más de dos horas al espectador.
El animado trae intertextos de la moda “piratas y textos alemanes (ja ja): Sobre la teoría de Alfred Wegener, geofísico alemán, que cumple un siglo de haber sido desarrollada, trae al comienzo, la formación de los continentes, desencadenada por Scrat al ir siempre tras su bellota. Al final, la Atlántida de Platón, que el alemán Adolf Schulten ubicó no muy alocadamente en el suroccidente de España, es hundida por Scrat, debido a su ansiosa carrera tras las bellotas. Por último, el filme, es algo didáctico para menores de siete años y para mayores con tendencia a la enfermedad que descubrió, por la misma época, un neurólogo alemán, Alzheimer.

miércoles, 27 de junio de 2012

UN MÉTODO PELIGROSO (A DANGEROUS METHOD)

David Cronenberg es un interesante y talentoso director, a pesar de haber realizado “Scanners” o “Spider” y otras cositas de segunda categoría, a cambio de las cuales sí se deben reconocer “The fly”?¡ ?¡, “M. Butterfly”, “Crash”, “A history of violence”, “Eastern promises” y este peligroso método psicoterapéutico que a primera vista llama la atención por su elenco. La parte argumental une a Keira Knightley (como Sabina Spielrein), Michael Fassbender (como Carla Gustav Jung), Viggo Mortensen (como Sigmund Freud), Vincent Cassel (como Otto Gross), Sarah Gadon (como Emma Jung), André Hennicke (como Eugen Bleuler) y Arndt Schwering-Sohnrey (como Sándor Ferenczi), personajes que invitan a pasar por la taquilla.
Cronenberg ha realizado antes lo mejor de su reciente filmografía en compañía de Mortensen, con un lenguaje cinematográfico pausado y contundente (“A history… Eastern… A dangerous..), a través del cual, de toda forma, no deja de utilizar referencias visuales fuertes al cuerpo humano y enfoques desde “el punto de vista de la enfermedad” como es, vox populi, su propio comentario acerca de cómo se debe ver su obra. En esta historia de ficción, el joven Jung, de 29 años, establece una relación profesional y erótica con Spielrein, de 18, a la vez que como trasfondo se desarrolla su matrimonio con Emma de 22 y la intelectual amistad con Freud, de 48 años y Gross de 27, en un círculo que parece más que intelectual, de especulaciones e incertidumbres jóvenes y enfermizas.
Lo que sucede en la pantalla es llamativo pero no veraz, es inquietante y respetable, pero aburridillo. De manera que, bien dirigido, con elegante puesta en escena e iconografía y lenguaje profundos, el libro de John Kerr (1994, Vintage books) llevado a esta película solo cumple su destino de lectura ociosa de conceptos que deberán consultarse en otras fuentes. La especulación novelada se basa en el desarrollo de la idea de pulsión destructiva y sádica, supuestamente propuesta por Sabina y según la cual desarrollaría Sigmund su pulsión de muerte. Lo de los azotes y nalgadas entre la pareja central es, según las referencias, un inexistente elemento histórico introducido por Cronenberg, siempre reconocido por sus referentes visuales a la fragilidad del cuerpo, pues sus desnudos torturados, heridos, acariciados, mutilados o como muestra de lascivia atraerán, además, el interés del espectador común. Los diálogos son, sin embargo, un paneo serio y analítico a las preocupaciones que Freud generaba en su más cercana generación de psiquiatras y psicoanalistas. No obstante, la presencia de Mortenssen como Freud es relativamente lejana y no habrá de satisfacer el ansia de los iniciados en estos temas, en un filme con el cual Cronenberg ha deseado pasar del énfasis en el cuerpo al de la mente, en transición que los combina cinematográficamente, con base teórica alrededor del estudio psicoanalítico de la evidencia de la torturante condición somática de la mente humana.

jueves, 21 de junio de 2012

EL NIÑO DE LA BICICLETA (LE GAMÍN AU VÉLO)

La dupla belga de los hermanos Jean-Pierre Dardenne (61) y Luc Dardenne (58) escriben y dirigen esta octava entrega de su obra fílmica humana e intimista, sencilla y muy fuera de la ola industrial del cine occidental. Los Dardenne tienen un prestigio que renuevan cada tres años y por lo cual suelen ser consentidos de Cannes. Pero la película es actual en su tema y anacrónica en su factura. Recuerda el neorrelismo italiano de los cuarentas y la nouvelle vague francesa de los cincuentas que alcanzan a coincidir al finalizar los años sesentas. Aunque fueron estilos muy claramente diferenciados, coincidían en el manejo de tiempos reales y en la insistencia en los planos generales cortos de los personajes. Así también, “Le gamín...” podría contarse en negro, blanco y gris, para que remembrara plenamente que la sofisticación tecnológica de la producción del cine parece no afectar ni se hace necesaria en las historias de los Dardenne, relatadas en lenguaje clasicista. Con un inmenso respeto por esta muestra contemporánea, la historia del niño que se apega a su bicicleta casi en sustitución lúdica de lo que le hace falta a nivel emocional, alcanza a ser solo un buen material audiovisual y pedagógico en asistencia social y familiar, sobre los riesgos usuales de los infantes institucionalizados en hogares de adopción, cuando enfrentan las calles.

PODER Y TRAICIÓN (THE IDES OF MARCH)

El buen George Clooney escribe y se dirige a sí mismo en una trama política interesante, acompañado de un elenco brillante. Ryan Gosling, Paul Giamatti, Phillip Seymour Hoffman, Evan Rachel Wood y Marisa Tomei complementan con altura los intringulis de la campaña del gobernador y prometedor candidato (Clooney) que es traicionado por su asesor (Gosling), sobre la base precisamente de haber mantenido lealtad en un mundo donde esta no se valora en medio de la batalla por los votos simpatizantes. La referencia a la traición por la cual muere Julio César en el 44 antes de Cristo y comenzando la segunda quincena de marzo, a pesar de haber sido advertido, es llamativa en el póster del film. Pero, las conclusiones no sorprenden como thriller político y llevan la película en su final a un género casi simplemente policiaco. Pero, con solo US$12 millones Clooney logra un rentable producto porque, de toda forma, no defrauda a su taquilla.

UNA SEPARACIÓN (A SEPARATION; NADER Y SIMIN)

Digna ganadora del Oscar a mejor película extranjera, esta película iraní de solo US$500.000 de presupuesto (ejemplo avergonzante para países que sueñan identidad cinematográfica con éxito mercantil), muestra las actuaciones impecables de Peyman Moadi y Leila Hatami, como “Nader y Simin”. Leila es recordable por “Leila”, film homónimo de 1998, con su belleza clásica y natural enmarcada en la elegancia simple de su “hiyab”. Sareh Bayat, es la mujer que ha de cuidar del padre de Nader generando imprevistos dramáticos y Sarina Farhadi, es la hija que hace un claro ejemplo de víctima central de un divorcio. Ambas aportan baluartes a esta sencilla, excelente y universal historia de una ruptura familiar, que se da más por incongruencia de intereses conyugales que por desamor.

MIENTRAS DUERMES (SLEEP TIGHT)

¿Es la antipatía por la felicidad de los demás algo común o solo una patología rara y excepcional? El odio a la felicidad de alguien tiene extremos perversos y simples. La perversidad de este síndrome podría calificarse de algún tipo de sociopatía, en tanto que su simplicidad sería una muestra de la muy usual y aceptada envidia. Dentro de este síndrome, Jaume Balagueró (“Rec”, “Rec2”, “Los sin nombre”), dirige al talentoso Luis Tosar en el rol de hacerle la vida desdichada a Marta Etura, quien hace una mujer amable y feliz, atenta con el conserje del cual no supondría que representa una sociopatía envidiosa, y muy desagradecida. Se trata de una temática bien realista que no encaja en la vocación de aterrador de Balagueró, pero lo refina en su capacidad de generar paranoias que, luego del cine, hacen mirar con el rabillo del ojo a … vecinos … y porteros.

domingo, 13 de mayo de 2012

EL CONSPIRADOR (THE CONSPIRATOR)

En marzo 4 de 1861 se posesiona Abraham Lincoln, en aparente paradoja el primer presidente Republicano de los Estados Unidos, abolicionista y defensor de los derechos civiles universales. Un mes después comienza la guerra de Secesión. Luego de cuatro años, el 9 de abril de 1865, termina la guerra y seis días después Lincoln es asesinado por un actor de teatro. Lincoln ejercería una presidencia de guerra y paz, desencadenada por unos pocos Estados Confederados (con una población de 9 millones, 3,5 de los cuales negros) en contra de la Unión (22 millones). Una economía rural de algodón, tabaco y azúcar levantada en contra de un modo de producción en proceso de industrialización modernista. Las fuerzas del General Grant (2.200.000 soldados, 110.000 dados de baja y 250.000 civiles muertos) vencerían al ejército minoritario de Lee (1.100.000 activos, 90.000 soldados y 150.000 civiles muertos). El resultado de esta guerra fratricida sería la inclusión de las enmiendas 13, 14 y 15 en la Constitución, prohibiendo la esclavitud y extendiendo los derechos civiles y el derecho al sufragio a todos independientemente de su raza.
En el contexto del final de esta guerra, la historia de “El Conspirador” pareciera hacer referencia a John Wilkes Booth, el magnicida. Pero el verdadero conspirador es el abogado joven Frederick Aiken (James McAvoy), quien hará defensa de Mary Surratt (Robin Wright), en proclamación de la duda y la falta de evidencias como factores jurídicos de declaración de la inocencia de quien sería la primer mujer ejecutada por el gobierno federal. Su hijo, uno de los conspiradores, sería posteriormente juzgado, pero no condenado. Estos elementos, hoy son cimientos del derecho penal, pero mediando un tribunal militar para juzgamiento de una persona civil en este caso de enormes connotaciones políticas y con las heridas aún abiertas de la guerra secesionista, eran de muy difícil argumentación. Es así como la verdadera conspiración se da al interior del tribunal con el fin de satisfacer el deseo de sangre y venganza de un país sensiblemente impactado por la aparente retaliación de los vencidos. El filme, de solo US$25 millones de presupuesto es un fracaso económico, a pesar de la interesante hipótesis del guionista James D. Solomon, la dirección del reconocido Robert Redford y un elenco de mucha importancia que incluye, además de McAvoy y Wright, a Justin Long, Evan Rachel Wood, Tom Wilkinson, Kevin Kline, figuras muy conocidas, junto a Toby Kebbell (Booth) y Danny Huston (Fiscal). El argumento conjuga una conspiración magnicida, con una conspiración jurídica y una conspiración política, en un interesante discurso de fundamentos legales pero un argumento de difícil consumo masivo, acerca de un hecho histórico del cual aún existen dudas alrededor de la verdadera causa de la muerte de Booth. La historia oficial afirma que murió quemado en una vivienda a raíz de su persecución. La leyenda dice que escapó. La exhumación de sus restos se realizaría hace dos años, en un examen forense a bordo de un barco y en secreto, de todo lo cual no hay resultados.

miércoles, 9 de mayo de 2012

LOS VENGADORES (THE AVENGERS)

Una nueva entrega de historias de superhéroes, esta vez de los nacidos en Marvel y en 3D, sistema que sigue siendo una lástima se oscurezca tanto en salas colombianas. A este tipo de productos de masas con gran éxito taquillero y de resultados siempre previsibles le suelen surgir enemigos gratuitos que, si bien suelen tener razón, hoy ya son anacrónicos críticos de algo que a las actuales generaciones no sorprende. Una de las primeras veces que hubo sorpresa la recogió un libro, recordado en Latinoamérica, muy debatido pero menos leído, escrito por la pareja del chileno Ariel Dorfman y del belga Armand Mattelart, titulado “Para leer al Pato Donald: ideología imperialista en los cómic Disney”. En este pequeño formato de 112 páginas del año 1972, un análisis marxista sobre literatura de masas hizo referencia concreta a Walt Disney y al mercado latinoamericano con la tesis de que las historietas de esta importante productora de divertimento no sólo serían un reflejo de la ideología de la clase dominante, sino que, además, serían cómplices activos y conscientes de la tarea de mantenimiento y difusión de dicha ideología. Así, mediante citas de expresiones y frases de historietas del Pato Donald, los autores soportaban el análisis del mensaje imperialista.
Allí, la fama, los precios, el mercado, los hombres de negocios, el armamento, el dinero, el tío rico, la astucia, la ironía y la constante mención de otros países, llevaban a concluir la subliminación política que conlleva la lectura de las aventuras de Donald, Rico McPato, los tres sobrinitos y otros personajes, sobre la mente infantil y la psicología de masas. Cuatro décadas después, los mensajes “nacional imperialistas”, término ambiguo, no están semiocultos. Se debe recordar que Barack Obama, en su discurso de posesión de enero de 2009, envió un mensaje que promulgaba a su pueblo no avergonzarse ante el mundo por su modo de vida: “Con viejos amigos y ex adversarios, trabajaremos incansablemente para reducir la amenaza nuclear, y hacer retroceder el espectro del calentamiento del planeta. No nos disculparemos por nuestro estilo de vida, ni vacilaremos en su defensa, y a quienes tratan de hacer avanzar sus objetivos provocando el terror y matando a inocentes, les decimos que nuestro espíritu es más fuerte y no puede ser doblegado, que sobreviviremos a ellos y los derrotaremos”... Entonces, no resulta nada nuevo, se entiende que el pueblo norteamericano tiene sus miedos y sus fortalezas bien claros. Una de tales fortalezas es la parafernalia cultural con que cuenta a nivel de todas las artes, afirmación que puede generar debates admisibles, pero no debe negarse. En este sentido, luego de las artes clásicas, del cine y la fotografía, el cómic es considerado por muchos el noveno arte y una de las fortalezas de la cultura norteamericana. Sus principales musas Marvel y DC Comics, son organizaciones empresariales del tipo Disney que, como dice Stan Lee, pionero vivo y padre de muchos de los icónicos superhéroes del cómic, “al comienzo no nos preocupaba sino si podíamos pagar la renta y continuar”.
De Marvel Studios es “The Avengers”, dirigida por Joss Whedon, guionista de la primera “Toy Story” y del seriado “Buffy la cazavampiros”, entre otros juguetes fílmicos, con un costo de US$220 millones, es firmada, mediando un cameo final en una toma a pantalla de TV, por el mencionado Stan Lee, como ya es costumbre de este creador de 90 años, quien junto con Jack Kirby y Steve Ditko son padres de fundamentales personajes como el Capitán América, Iron Man, Hulk, Thor, Hawkeye y Black Widow. Este club de la justicia, competidor directo de la “Liga de la Justicia” de DC Comics, cumplirá en septiembre del año entrante medio siglo de existencia. De “The Avengers” son un tanto desconocidas las figuras de Hawkeye y Black Widow, que nacieron un año después que los demás personajes originales que dan vida a la historia del filme. Surgieron como espías infiltrados, ella habiendo sido secuestrada de la KGB por agentes chinos que la hipnotizan para adentrarse en Industrias Stark, fue enamorada de Hawkeye, luego novia de Daredevil y, posteriormente, casada con el Capitán América y madre de su hijo. Hawkeye, por su parte, con participación menos dibujada es, desde 2006, en el papel, una mujer. Pero los tiempos han cambiado. Steve Rogers / Capitan América (Chris Evans), muerto en el papel en 2007, ha resucitado. Tony Stark / Iron Man (Robert Downey Jr) sigue airoso de los embates del comunismo del siglo pasado, el Dr. Donald Blake / Thor (Chris Hemsworth) se hace protagónico y es quien da origen a la historia desarrollada en el presente filme, Natasha Romanoff / Viuda Negra (Scarlett Johansson), aparece sin tener nexo alguno con sus compañeros, el Dr. Bruce Banner / Hulk (Mark Ruffalo) seguirá siendo forzosamente un dibujo también en el cine, Clint Barton / Ojo de Halcón (Jeremy Renner) y Nick Furia (Samuel L. Jackson) completan el telón de fondo. El mensaje básico es que la guerra fría con el comunismo ha terminado y los antiguos espías son parte del equipo.
Pero el gran trasfondo de esta historia es que el emprendedor hombre de negocios de las empresas Stark es el héroe de verdad y que las tecnologías bélicas desarrolladas son necesarias para la defensa de la sociedad actual y sus máximos valores de libertad y democracia. La simpática personalidad irónica de Tony Stark, lo convierte en el superhéroe por antonomasia del siglo XXI y a los demás compañeros en empleados (Black Widow y Hawkeye), competidores (Nick Furia), soldados (Capitán América y Thor) y aliados estratégicos de la ciencia (Hulk). El mundo tiene su centro en New York y su distrito en Manhattan y defender esta urbe es salvar la civilización universal de la amenaza de Loki (Tom Hiddleston), hermano adoptivo de Thor (en antagónica disputa por el poder en Asgard, lo que hace casi necesario haber visto el filme “Thor”). De todo esta entramado, un tanto diferente en el papel que en los filmes antecedentes, hay una inocultable apología de la industria bélica y su razón de ser en el equilibrio del capitalismo, del empresario como adalid del (des)orden establecido, de las alianzas posteriores a la “desaparición” del “socialismo real” como opción política y del triunfal desenlace que debe darse luego de los ataques del 11/11/01 que deben interpretarse como afrentas contra la humanidad. Acá, las habilidades del “pequeñín y su martillo”, de “Légolas” y su arco, del “otro” y su furia, de la “Romanoff” y del “viejo” (sarcasmos de Tony Stark para aludir a Thor, Hawkeye, Hulk, Black Widow y Capitán América) son empleadas por el patrón de una empresa cuyo flamante aviso “Stark” queda destruido dejando solo en pie la “A” de Avengers y el sistema en reconstrucción. Ser “genio, billonario, playboy y filántropo”, además de volátil y egocéntrico, supera las deficiencias del empresario y de no poder trabajar en equipo, las fortalezas físicas de otros, las destrezas de sus compañeros y los convierte a todos en marionetas del capital y defensores de la libertad y este orden conveniente. “The Avengers” es una retoma de la poderosa arma semiótica de los íconos culturales que ya no coge desprevenido a nadie y es un ingenuo producto para divertir a los jóvenes con ironías propias de una sociedad que rifa pocas oportunidades para una masa que ha de divertirse con la conciencia de su indefensión frente a las fuerzas establecidas de la industria y la aparentemente irremplazable actual organización del capital. Un sistema capitalista a ultranza que “con viejos amigos y ex adversarios, trabaja incansablemente para reducir la amenaza nuclear… y no se disculpará por su estilo de vida, ni vacilará en su defensa...”. Para ello, la industria bélica, los ejércitos obedientes al “capitán”, la ciencia y la tecnología aliadas, las fuentes energéticas del “cubo”, la astucia del hombre de negocios, siguen promulgados como valores prevalentes (a pesar de la verdad de las debilidades patentes del 2008) por Donald/Stark a los sobrinitos “Huey, Dewey y Louie”, o Hugo, Paco y Luis, que asisten en medio de la muchedumbre al cine de masas.

domingo, 6 de mayo de 2012

POTICHE (MUJERES AL PODER)

Francoise Ozon es el admirable director recordado por “8 mujeres” y “La piscina”, escritor “féministe” de guiones “charme”, que lleva la carga de orientar a los dos mayores íconos vivientes del cine francés en este filme con lugares comunes pero de identidad muy francesa. ¿Por qué era importante ubicar las situaciones en 1977? Es la primera pregunta que surge al ver vestuario y escenografía, pues, en apariencia inicial, la temática no lo obligaría. Resulta que para aceptar que un sindicalista reclame “el mes 13” o hable de forma directa de “comunista” era necesario ubicarse en los setentas y no en este milenio, además que la importancia de una fábrica de sombrillas era tal como se vislumbra en el filme solo hasta que poco después Taiwan inundara al mundo de paraguas y sombrillas baratos, como parte de su acelerado modelo de desarrollo industrial.
La enorme pareja de Deneuve-Depardieu ha trabajado en 1980 con “Le dernier métro” bajo Francois Truffaut y en “Vous aime” bajo Claude Berri, en 1981 hicieron “Le choix des armes” de Alian Corneau, en 1984, “Fort Saganne” de Alain Corneau, en 2004, “Les temps qui changent” de André Téchiné y, ahora en “Potiche”. “El último metro”, “Yo los amo” son mejor recordadas en Colombia que las otras producciones con esta importante pareja. La Deneuve con 69 años y Deperdieu con 64 se conservan bien y bastan para ocupar la pantalla con sus nombres, aunque no se esfuercen demasiado. En el filme la “mujer florero” pasa a ser la “mujer al poder” con la suavidad femenina que arrolla las testosteronas sindicalistas, que confiesa haber amado 52 hombres en su vida tras una gran sutileza de casada y que se acompaña de su hijo para que este introduzca cambios coloridos y diseños modernos en los convencionales paraguas, competidos ya quizá por el aguacero chino con altas economías de escala industrial. El hijo de tendencias equívocas y la hija de claras simpatías socialistas, el sindicalista radical metido a político dependiente de votos democráticos, la mujer francesa algo impávida frente a la infidelidad consentida y conveniente de su aburridor marido, pero mayoritario accionista, aportan todos un humor suave a este filme intrascendente.

viernes, 4 de mayo de 2012

HABEMUS PAPA (HABEMUS PAPAM; WE HAVE A POPE; TENEMOS PAPA)

Quizá solo los italianos tengan la cautela necesaria para resultar políticamente correctos en una mirada humorística acerca del Vaticano y sus interioridades. Acá hay un Michel Piccoli, 87, (“Bella de día”, “La vía láctea”, “El fantasma de la libertad”, “El discreto encanto de la burguesía, “La gran comilona”, “Lulu”, “Adios Bonaparte”, y dos centenares más de películas), preferido de Luis Buñuel y leyenda viva del cine francés, difícil de reconocer, pero con la estatura profesional necesaria en lo actoral para representar con respeto y sin parodia una figura ecuménica. Luego de una difícil, como todas, elección de Sumo Pontífice, los Cardenales aceptan en Cónclave a…. quien se sorprende, naturalmente. Pero aún mayor será la sorpresa alrededor de su figura cuando una especie de “pánico escénico” le atrape y se acobarde en momentos que debiera haber impartido su primera bendición “Urbi et Orbi” a los feligreses del mundo, agolpados en la gran plaza de San Pedro. Nanni Moretti es el buen director del filme (reconocible en este medio como productor de “La habitación del hijo”), quien logra un equilibrado manejo humorístico del tema adentrándose en su trama como actor en el rol del ateo psicoanalista llamado al Vaticano para el caso, además de como coguionista del tema. Una respetable y respetuosa escenografía, una bella Roma, un majestuoso Vaticano, dan un toque humano y creíble a la farsa sobre la posibilidad de una escapadita de un Papa recién nombrado que nostalgia su verdadera vocación de actor de teatro. La película es muy equilibrada ante la especulación psicológica sobre un Sumo Pontífice que, finalmente, como hubiere sido un hecho histórico notorio, se retracta y declara su autoindignidad para ocupar el gran cargo “alta voce… urbi et orbi”.

PINA (PINA 3D)

En 100 minutos, con dos docenas de bailarines, un soundtrack de 15 temas originales, más 9 piezas musicales más de reconocidos compositores, todo ello en 3D, el alemán Win Wenders hace un homenaje personal a la coreógrafa Pin Bausch, fallecida a los 69 años en 2009. No es un 3D “avatariano” a lo Cameron, solo una doble imagen (bifocal y efecto dimensional) que genera buena impresión espacial realista. No hay argumento, sino una exposición documental de lo que Wenders considera los aportes principales de la artista homenajeada. El “caos” artístico deberá ser traducido como un eclecticismo vanguardista en el que, por obvias razones, pesa más el cuerpo desnudo o vestido en blanco y negro para resaltar el concepto. La convencional simetría, acompasamiento de movimientos y precisión visual de hoy, es reemplazada por la iconoclastia, el expresionismo individual de los bailarines y la demostración elástica de la maestría balletiana dirigida por Pina, pero reproducida y recordada en muchos momentos por la cámara de Wenders con los recuerdos creativos que los bailarines deben a la genial coreógrafa y agradecen en pantalla.
La influencia fundamental que tuvo Pina provino de Martha Graham y quizá por ello, hay en los comienzos del filme una pieza de Stravinsky pues “La consagración de la Primavera” fue la consagración de Pina Bausch (en 1975) diseñando bailes para sus pupilos en medio del agua. En la misma tónica modernista y ecléctica se distinguen en medio de las composiciones musicales para el filme, tangos, blues y jazz (Armstrong), combinados con Purcell, con Violeta Parra, con algún tema mexicano o uno cubano, o con Caetano Veloso, entre una mixtura aún mayor. Creadora del “Tanztheater Wuppertal”, un colectivo alemán que generó algunas pioneras coreografías urbanas en ciudades como Tokio, Los Angeles, Madrid, Roma, Viena, Lisboa o Budapest, en este homenaje se le recuerda a través de las escenas al aire libre, acuáticas, paisajísticas, con algunas “locuras” de los bailarines (como la segadora). Hay una cierta preeminencia de sus sillas, primera mitad de la película y un subrayamiento del protagonismo de estas en el efecto de la “caja escenario” que se transforma en escena. Bausch daba libertad a sus alumnos-bailarines, a quienes inspiraba desde un concepto (ejemplo “alegría”) y de allí aceptaba o no el resultado creativo individual. Solo con un cierto contexto, “Pina” se deja ver, pues sin ello no hay Wenders (“París, Texas”, “¡Tan lejos, tan cerca!”, o “Buena Vista Social Club”…) y su admiración por Pina tridimensionada.

viernes, 20 de abril de 2012

EL PRÍNCIPE DEL DESIERTO (BLACK GOLD)


Jean Jacques Annaud, es un admirable director francés cuyas obras fílmicas “La guerra del Fuego”, “El oso”, “El amante”, “El nombre de la Rosa”, “Siete años en el Tibet”, “Enemigo al acecho”, entre otros menos reconocidos títulos, le dan sitial de honor en la industria. Su enfoque de obras literarias de Umberto Eco, Marguerite Duras, así como de algunos ambientalistas y conservacionistas, le aportan un definitivo y serio tinte de analista social mediante la lente cinematográfica.

Tajar Rahim (“Un prophéte“), Antonio Banderas, Mark Strong (“Robin Hood”, “Sherlock Holmes”, “Green Lantern”), Riz Ahmed (“Centurion”), Freida Pinto (“Slumdog Millionaire”), encabezan el elenco de una película que rememora las producciones de David Lean (“Lawrence de Arabia”, “Pasaje a la India…”), cuando la cámara era testigo de una realidad no afectada por los efectos especiales. La “trouppé” viajaba a los sitios geográficos alejados para el rodaje, y el munco occidental reconocía culturas orientales en “Todd-Ao”, “Cinerama”, “Cinemascope” y todas aquellas técnicas de pantalla gigante a color que precedieron a las actuales “3D” o “Imax”.

¿Qué es lo que hace que Annaud luzca como un antropólogo cinematografista? Su visión respetuosa de la diversidad cultural, de la belleza de la naturaleza respetable, de su interés por los encuentros culturales con respeto mutuo, de una respetuosa mirada a ideologías y creencias en apariencia antagónicas. Annaud respeta lo que ve y no debe resultar redundante identificar dicho respeto por los múltiples mundos y las diversas épocas con ánimo estudioso.

“El príncipe del desierto” es un título que llama a la masa sedienta de aventuras, sin revelar lo que es su nombre original de “Oro Negro” o mucho menos de la novela original “Al sur del corazón” de Hans Ruesch, en la que se basa. El eje argumental es el hallazgo de petróleo en la Arabia de 1930 y los enfrentamientos entre sultanes, unos que contemporizan con las empresas de Texas y los otros que interpretan su suelo como hollado por los pozos petroleros. Algunos que aprovechan los “petrodólares” de la época para construir escuelas, orfanatos y otras obras para suplir las enormes necesidades de su pueblo, aunque con una mezcla de preocupación por sus gentes, de impotencia productiva y sin ninguna proyección ecologista. Otros, sin esta perspectiva, siguen ceñidos a una ética ancestral y a costumbres apegadas al honor. El “príncipe” y su hermano, bibliotecario y médico, coincidirán contra los primeros, amando a los segundos y, bajo las fuertes sinergias sociales, harán regreso al que consideran un “modernismo” conveniente en la explotación del oro negro.

Annaud, nuevamente con respeto, permite ver en este documento un análisis de la forma clásica de apertura petrolera de los desiertos árabes a la voracidad multinacional y de la ruptura de patrones culturales del oriente. Los explica mirando la indefensión de los líderes de pueblos “con 1000 años de atraso” y que sin “poder producir nada” buscan remediar los males de sus gentes. La aventura de la pantalla sirve también de hipótesis con intención explicatoria del encuentro de dos mundos, aliados y enemigos por sus mutuas dependencias, para lo cual Annaud ubica sus cámaras mirando, siempre con respeto, hacia el desierto.

EL TOPO (TINKER TAYLOR SOLDIER SPY)


John Le Carré, seudónimo de David Moore, escribió esta trama hace ya casi cuatro décadas. Este muy buen novelista de espionaje de la guerra fría, será siempre recordado por las versiones fílmicas de obras llevadas al cine como “El espía que surgió del frío”, “La casa Rusia”, “El sastre de Panamá” o “El jardinero fiel”, aunque quizá no tanto por este “latonero sastre soldado espía”, claves tontas que identifican a varios de los personajes y que dan el nombre a un filme de lento ritmo para las preferencias de la época que corre.

Varios nombres tan importantes como Gary Oldman (George Smiley), Colin Firth (Bill), Tom Hardy (Ricki), John Hurt (Control), Mark Strong (Jim), Benedict Cumberbatch (Peter), Stephen Graham (Jerry), Ciarán Hinds (Roy), Toby Jones (Percy), dan vida al mundo misterioso de estos “espías de oficina” llevados a héroes del orden internacional con unos pocos enfrentamientos y mortales traiciones.

Le Carré utilizó al personaje de Smiley en numerosas de sus obras y es ello lo que llama la atención hacia Oldman, quien por lo demás abusa del patetismo del personaje para merecer, supuestamente tres nominaciones y dos premios por esta actuación. Oldman no ha sido reconocido en premios por notorios papeles como Sid Vicious, Drácula, Beethoven o de asesino convincente en muchas oportunidades del buen cine de acción. Pero acá, su representación del inteligente espía cansado (“mendigo”), no le favorece ni amerita suficiente atención a este filme. Si bien la factura de producción fílmica es impecable, el lenguaje enreda la trama que se desenvuelve al final, sin justificar la vasta novela en un guión tan apretado.

ASESINOS DE ÉLITE (KILLER ELITE)


Dirige Gary McKendry esta producción americoaustraliana, con el enorme atractivo de un título que atrae taquilla para la acción y un poster con los renombrados Jason Statham (Danny), Robert De Niro (Hunter) y Clive Owen (Spike). Además de la reconocida receta de bala, golpes, saltos, persecuciones, “tough guys”, menciones internacionales y dinero, Statham y Owen solo simulan ser invencibles uno contra el otro en el rescate de un exélite De Niro, envejecido y deprimente en un papel de muy baja estatura para su importante carrera.

Aparte de los anteriores “valores” y de estar basado en hechos verídicos escritos por un tal Ranulph Fiennes (simplemente casi homónimo de un reconocido actor inglés), en un librillo, bestseller de aeropuerto y supermercado, denominado "The Feather Men, este es un filme hecho con la sola intención de explotar los nombres del elenco, en una trama reiterada muchas veces en la cinematografía de consumo adolescente.