viernes, 4 de mayo de 2012
HABEMUS PAPA (HABEMUS PAPAM; WE HAVE A POPE; TENEMOS PAPA)
Quizá solo los italianos tengan la cautela necesaria para resultar políticamente correctos en una mirada humorística acerca del Vaticano y sus interioridades. Acá hay un Michel Piccoli, 87, (“Bella de día”, “La vía láctea”, “El fantasma de la libertad”, “El discreto encanto de la burguesía, “La gran comilona”, “Lulu”, “Adios Bonaparte”, y dos centenares más de películas), preferido de Luis Buñuel y leyenda viva del cine francés, difícil de reconocer, pero con la estatura profesional necesaria en lo actoral para representar con respeto y sin parodia una figura ecuménica.
Luego de una difícil, como todas, elección de Sumo Pontífice, los Cardenales aceptan en Cónclave a…. quien se sorprende, naturalmente. Pero aún mayor será la sorpresa alrededor de su figura cuando una especie de “pánico escénico” le atrape y se acobarde en momentos que debiera haber impartido su primera bendición “Urbi et Orbi” a los feligreses del mundo, agolpados en la gran plaza de San Pedro.
Nanni Moretti es el buen director del filme (reconocible en este medio como productor de “La habitación del hijo”), quien logra un equilibrado manejo humorístico del tema adentrándose en su trama como actor en el rol del ateo psicoanalista llamado al Vaticano para el caso, además de como coguionista del tema.
Una respetable y respetuosa escenografía, una bella Roma, un majestuoso Vaticano, dan un toque humano y creíble a la farsa sobre la posibilidad de una escapadita de un Papa recién nombrado que nostalgia su verdadera vocación de actor de teatro. La película es muy equilibrada ante la especulación psicológica sobre un Sumo Pontífice que, finalmente, como hubiere sido un hecho histórico notorio, se retracta y declara su autoindignidad para ocupar el gran cargo “alta voce… urbi et orbi”.