viernes, 4 de mayo de 2012
PINA (PINA 3D)
En 100 minutos, con dos docenas de bailarines, un soundtrack de 15 temas originales, más 9 piezas musicales más de reconocidos compositores, todo ello en 3D, el alemán Win Wenders hace un homenaje personal a la coreógrafa Pin Bausch, fallecida a los 69 años en 2009.
No es un 3D “avatariano” a lo Cameron, solo una doble imagen (bifocal y efecto dimensional) que genera buena impresión espacial realista. No hay argumento, sino una exposición documental de lo que Wenders considera los aportes principales de la artista homenajeada. El “caos” artístico deberá ser traducido como un eclecticismo vanguardista en el que, por obvias razones, pesa más el cuerpo desnudo o vestido en blanco y negro para resaltar el concepto. La convencional simetría, acompasamiento de movimientos y precisión visual de hoy, es reemplazada por la iconoclastia, el expresionismo individual de los bailarines y la demostración elástica de la maestría balletiana dirigida por Pina, pero reproducida y recordada en muchos momentos por la cámara de Wenders con los recuerdos creativos que los bailarines deben a la genial coreógrafa y agradecen en pantalla.
La influencia fundamental que tuvo Pina provino de Martha Graham y quizá por ello, hay en los comienzos del filme una pieza de Stravinsky pues “La consagración de la Primavera” fue la consagración de Pina Bausch (en 1975) diseñando bailes para sus pupilos en medio del agua. En la misma tónica modernista y ecléctica se distinguen en medio de las composiciones musicales para el filme, tangos, blues y jazz (Armstrong), combinados con Purcell, con Violeta Parra, con algún tema mexicano o uno cubano, o con Caetano Veloso, entre una mixtura aún mayor.
Creadora del “Tanztheater Wuppertal”, un colectivo alemán que generó algunas pioneras coreografías urbanas en ciudades como Tokio, Los Angeles, Madrid, Roma, Viena, Lisboa o Budapest, en este homenaje se le recuerda a través de las escenas al aire libre, acuáticas, paisajísticas, con algunas “locuras” de los bailarines (como la segadora). Hay una cierta preeminencia de sus sillas, primera mitad de la película y un subrayamiento del protagonismo de estas en el efecto de la “caja escenario” que se transforma en escena.
Bausch daba libertad a sus alumnos-bailarines, a quienes inspiraba desde un concepto (ejemplo “alegría”) y de allí aceptaba o no el resultado creativo individual. Solo con un cierto contexto, “Pina” se deja ver, pues sin ello no hay Wenders (“París, Texas”, “¡Tan lejos, tan cerca!”, o “Buena Vista Social Club”…) y su admiración por Pina tridimensionada.