lunes, 24 de enero de 2011

MÁS ALLÁ DE LA VIDA (HEREAFTER)


Nadie duda de la importanciaa de Clint Eastwood en la historia del cine, como actor, productor, director y ¡!músico ¡!!.

“Hereafter” cuenta muy bien, hasta casi el final, la historia del psíquico que desea no continuar sufriendo al ver el pasado de sus clientes. Mucho menos de aquellos que han estando al otro lado de la muerte y han regresado luego de ver “la luz al final del túnel”. Tiene una página web de éxito fomentada por su hermano, pero se aparta de la vida comercial.

Pero la historia comienza no con el personaje de Damon, sino con la francesita que se salva de milagro de un tsunami en el Asia y, siendo periodista reconocida, en lugar de relatar tramas políticas decide contar su regreso a la vida. En medio de ello está el niño que ha perdido a su hermanito y busca comunicarse con él, siendo finalmente el último “cliente” del psíquico (Matt Damon).

Eastwood, con la seriedad que lo caracteriza, logra narrar muy bien su film, pero se tropieza con el final del guión. Es atrevido hacerlo pero necesario preguntarlo: ¿no iba todo bien en la especulación metafísica? Se puede llegar a aceptar la existencia del don de mirar al pasado, pero combinarlo de improviso con un flechazo de amor entre el psíquico y la periodista escritora, surgido de una imagen (ridícula) que le permite a este ya no vislumbrar el pasado sino prever su futuro de felicidad con la sobreviviente del tsunami, es poco menos que destruír la seriedad del guión y la película. ¿Beso de amor inmediato entre quienes solo se habían rozado la mano?

Se diría que en el arte, del cine en este caso, se permite todo tipo de sesgos de autor, pero tanto Eastwood como el talentoso guionista histórico Peter Morgan no pueden atreverse a tanto. Peter Morgan es el padre de los guiones de historias reales que con tanta maestría se contaron en “Frost/Nixon”, “The last king of Scotland”, “The Queen” o “The other Boleyn girl”. Pero al entrar en el terreno de la especulación sobre lo psíquico logran que el público prevenido (enterado) salga del teatro cuestionando esa manchita rara en el último renglón de la reciente obra de los maestros Morgan e Eastwood.