domingo, 17 de noviembre de 2013

ADIOS A LA REINA (LES ADIEUX A LA REINE; FAREWELL, MY QUEEN)

Sidonie Laborde (Léa Seydoux), una joven lectora de la Corte y bordadora en secreto, que ama a Maria Antonieta (Diane Kruger), aunque no en el sentido de celar a Gabrielle de Polignac (Virginie Ledoyen), es el personaje central del filme elegantemente dirigido por el grandioso Benoît Jacquot (“Las alas de la paloma”, “Sade”,…), aunque lastimosamente poco exhibido en Latinoamérica (pero disponible en internet). El film es dramáticamente histórico, relatado con una calmada cámara reportera que mira los interiores de Versalles, en una época de inestabilidad transitoria a la revolución que marcaría un destino de democráticos derechos para el mundo.
La Corte no entendía, no sabía, solo temía. La ingenuidad de Luis XVI y su consorte contrasta, con los poderes intermedios y con la creciente conciencia burquesa a través de Voltaire, Rousseau o Montesquieu. Una lista de futuros guillotinados llega al palacio y no queda sino esperar. Pasarán cuatro años (que la película no relata) para que las cabezas principales rueden, en tanto que los cortesanos habrán de huir. Sidonie es reflejo de quienes, sin dejar de ser leales con esos seres humanos a quienes servían, representan una base social determinante: la última escena muestra a la bella Sidonie vestida de noble, protegiendo a una desleal Gabrielle, como remate de un relato serio, limpio, elegante y lleno de significantes simbólicos de un excelente director francés con sentido analítico de su historia.