domingo, 9 de octubre de 2011

SPARTACUS: GODS OF THE ARENA (ESPARTACO: DIOSES DE LA ARENA)


La primera temporada, “Spartacus: blood and sand”, con 8 capítulos, requirió el desarrollo de esta segunda temporada, “Spartacus: gods of the arena”, con 6 capítulos, de la miniserie que en total completó 25 capítulos en “Spartacus: vengeance”. La precuela y la secuela son las dos más recientes temporadas.

Los críticos más radicales, y aún los menos, hablan de esta serie como de un desplieqgue de violencia y sexo, lo cual es muy cierto. El “Spartacus” de Stanley Kubrick, con medio siglo de vida, es una muestra ingenua cinematográfica del hecho histórico de la “III guerra servil”, frente al tratamiento realista y dramático que hace la productora Starz para la televisión con este producto.

La decadencia del imperio romano de occidente se sitúa unos 400 años a.c. y su caída hacia unos 400 años d.c. En medio de estos ochos siglos, de envilecimiento social en uno de los mayores imperios de la historia, se presentaron tres insurrecciones de esclavos conocidas como la Primera Guerra Servil (135 a. C.–132 a. C.) en Sicilia, liderada por los esclavos Euno y Cleón; Segunda Guerra Servil (104 a. C.–103 a. C.), también en Sicilia, liderada por Trifón y Atenión; y la útlima, o Tercera Guerra Servil (73 a. C.–71 a. C.) en Capua, Italia, liderada por Espartaco.

Respecto a dicha era que parte en dos la historia de occidente, aparece el denominado “robe movie” (mantos), o cine sobre la época, vulgarmente llamado de “romanos”, o de “semana santa”, o películas de “gladiadores”, que ha tenido ciclos de auge y posteriores desapariciones por décadas. En este género se han realizado varias de las más costosas megaproducciones de la industria hollywoodense con duraciones de largometraje a tres o más horas por título. Su principal característica, notoria hoy ante “Spartacus…” de Starz, es el tratamiento con enfoque a partir de la visión de la clase dominante y del efecto que el cristianismo tuvo en la vida del imperio y, posiblemente, en su misma caída.

Arthur Koestler y Howard Fast, escribieron en los años cuarentas y sesentas del siglo pasado, respectivas novelas sobre este personaje. Cabe reconocer que hoy el creador Steven S. DeKnight y su equipo de siete guionistas, ha evolucionado en su relato novelístico, ciñéndose al hecho histórico real.

La dirección de los capítulos es compartidas por sucesivos nombres, a pesar de lo cual no se pierde en ningún momento el hilo conductor, el ritmo, ni la coherencia vital del argumento. Lucy Lawless y John Hannah comandan en los primeros 15 capítulos a un meritorio grupo de actores de gran calidad. Pocas actuaciones tan profesionales se observan a nivel de cine y, en este caso, de la TV. Cada gladiador deja de ser un simple ejemplar musculoso y con destrezas atléticas, para perfilar un personaje que llena plenamente su rol. La sangre corre, como elemento dramático muy concerniente a una época que vio morir más de 5000 hombres y 11000 animales, en las diversas arenas construídas en cada villa principal de la península itálica. El sexo hétero y homo, la bacanal orgiácea, son elementos propios de la relación esclavista y del desenfado moral que en todas las acciones humanas dentro de este sistema social despreciaba, tanto la vida que continuaba como la vida que terminaba.

La visión artística es acá la correcta: el punto de vista del esclavo sometido por la constante amenaza a su vida y por un sistema social basado en el dominio de unos pocos sobre muchos y en la transferencia de propiedad mediante la fuerza y la traición. Los diálogos entre esclavos contienen frases de elocuente comprensión y de latente rebeldía. Las interrelaciones de poder y las veleidades políticas están muy claramente explicadas por la relación de lanistas y gladiadores, así como de “domines” y senadores, de generales y de damas, de damas y sirvientes.

En “Spartacus…” se observa y se comprende bien la real simiente de las rebeliones internas y de las retaliaciones de poderes debilitados por el avance de las ideas de libertad y de monoteísmo, así como de amor y honor, dos valores prevalentes bajo toda civilización y a pesar de todo cambio.

El amor y el honor son los valores que quedan enfatizados bellamente con el lenguaje visual del sexo y la violencia, no explícitos, pero sí bien dramatizados como ingredientes que hacían falta para objetivizar esta mirada cinematográfica a una época tan carismática para el análisis audiovisual, para la teoría y la praxis política, en las costumbres y los personajes, las creencias religiosas y los contrastes étnicos, o los decadentes cambios culturales y las revoluciones. El lenguaje debían ser entonces sexo y sangre, dos elementos que, con equilibrio dramático argumental hacen de esta una seria producción, de aproximadamente 1400 minutos imposibles de comprimir para la pantalla grande.

“Spartacus…” es inmensamente teatral, es de sencillo lenguaje con efectos especiales que no pueden ser calificados de “gore”, con cámaras lentas que tiene como objetivo impactar a un espectador enfrentado a la realidad histórica del dominio brutal de una clase sobre otras, mediante la espada y la muerte impune e infame, legitimada por tradiciones y creencias, por dioses y semidioses bien inventados para ello, con los más bajos instintos humanos como armas de sujeción. Dos milenios después, las cosas no cambian mucho, a pesar de las máscaras de democracia y religión, para la defensa de la propiedad y de la expropiación violenta, en escenarios de violación y abuso entre géneros, de justificaciones jurídicas y del predomino de la ley del más fuerte, todo ello a pesar de las cartas garantistas de derechos y libertades.

Los títulos de los episodios de esta precuela son:

Capítulo 1: "Past Transgressions" (Transgresiones del pasado)
Capítulo 2: "Mission" (Misión)
Capítulo 3: "Paterfamilias" (Jefe de familia)
Capítulo 4: "Beneath the Mask" (Bajo la máscara)
Capítulo 5: "Reckoning" (Ajuste de cuentas)
Capítulo 6: "The Bitter End" (Final amargo)

(Ver: SPARTACUS BLOOD AND SAND, en este blog)