Están en esta película combinados los elementos de la receta americana. Director negro talentosos (John Singleton “Boyz N the hood”), figuras jóvenes atractivas y reconocidas por el mercado adolescente (Taylor Lautner: saga “Twilight”; y Lilly Collins “90286”), high school con “cheerleaders”, bonitas, feos, burlones y “bullying”. De allí, el sueño adolescente: carros veloces, prácticas de “kick boxing” que preparan para la acción, aventura (precisamente con la niña bonita), acceso a las armas adultas.
El guionista Shawn Christensen (veinteañero) escribe la trama vendedora en la cual entremezcla FBI (Alfred Molina), CIA (Adam Stanley), psicoanálisis (Sigourney Weaver) y terroristas rusos (Michael Nyqvist, de la saga “Millennium”).
La abducción no es aquí a mundos extraños por parte de extraterrestres raptores y con pérdida de memoria. Se transfigura en padres adoptivos, espionaje y búsqueda de un código. El verdadero padre seguirá anónimo por seguridad, protegiendo de toda forma al hijo, quien para enseñanza al público seguirá estudiando para poder ir a la universidad a pesar de haberse comportado como todo un James Bond. Cine de sábado en la tarde, buena producción y dirección hábil, sin complicaciones ni trascendencias.