domingo, 29 de agosto de 2010

LA CIUDAD DE LAS TORMENTAS (GREEN ZONE)




La “Zona Verde” es un lugar cierto y significa el punto más seguro en la ciudad de Bagdag, luego de la invasión de Iraq en marzo de 2003. Esa guerra de intervención, que en teoría acaba de finalizar en el presente mes con el retiro parcial de las fuerzas norteamericanas.

En esta área verde de la capital iraquí se instaló la Autoridad Provisional de la Coalición, epicentro de presencia occidental. Era la zona en la cual estaban ubicadas antes de la invasión las villas de los funcionarios, los ministerios del gobierno y algunos palacetes de Saddam Hussein y su familia, además del Palacio Republicano, principal sede suya, usada para recibo de mandatarios extranjeros.

Brian Elgeland hace el guión (“Robin Hood” 2009 y “L.A. Confidential” 1997, son sus historias más recordadas) y Paul Greengrass dirige, como experto en el manejo de escenas que han revolucionado el cine denominado “de acción”, con la saga de Jason Bourne (“Supremacy”, “Ultimatum”, pues “Identity” es de Doug Liman) que ha innovado con los movimientos en extremo ágiles de cámara en las tomas de lucha cuerpo a cuerpo, los saltos edificio a edificio y las persecuciones auto a auto. Las novelas Bourne fueron escritas por el muy exitoso Robert Ludlum, fallecido en el 2001 a los 73 años, dejando una cincuentena de historias de espionaje político, entre las cuales quedan aún unas cinco más no filmadas de la serie en mención.

Esta referencias son útiles para destacar en “The Green Zone” el tipo de acción y el argumento político. El espectador debe tomarla en serio y poner especial atención a su contenido, de aparente ficción. Este argumento de la titulada como “La ciudad de las tormentas”, trata de Roy Miller (Matt Damon), un oficial americano encargado de buscar las supuestas armas de destrucción masiva que justificaron la invasión. En el film, Miller se da cuenta que hay verdades y mentiras combinadas, creadas por el gobierno de su país dentro de una estrategia de defensa preventiva y ofensiva llena de intereses políticos. La gran maquinaria de la potencia bélica se une a la guerra mediática y la intervención de intereses de empresas monopólicas de toda índole.

Esta película apuesta por una fuerte crítica al sistema político e informativo norteamericano con la hipótesis de que quizá nunca hubo armas químicas desarrolladas por Sadam y el país invadido es un chivo expiatorio de todas las falsedades republicanas para controlar petróleo al otro lado del mundo, contener otras fuerzas en la zona y desatar un generoso mercado nacional y global de armas.


“La ciudad de las tormentas” tiene como asesores de su producción a expertos militares y veteranos de Afganistán e Irak. El espectador debe jugar a tomar en serio todo lo que allí se dice para hallar una coherente explicación a una de las más costosas e injustas invasiones, desatada por el gobierno Bush para justificación de lo que en la historia geopolítica quedó como ejemplo del concepto seudoimperial de “guerras preventivas”.