domingo, 4 de julio de 2010

TOY STORY 3


John Lasseter de 53, es miembro fundador y productor ejecutivo de Pixar. El nuevo Walt Disney es también el director de películas como Toy Story, Bichos, o Cars. Ha ganado dos Oscar. Empezó en los estudios Disney, luego en Industrial Light and Magic de George Lucas, de donde surge Pixar. Graduado de la CIA, California Institute of the Arts, no hay por qué asustarse, es el genio de TOY STORY en sus tres versiones, desde que en 1995 se hizo esta película pionera en efectos digitales de la cinematografía animada.

El mejor comentario acerca de Toy Story proviene de niños de siete años que comentan positivamente sobre la película y desearían que fuera más larga. Después de ello no cabe agregar nada.

¿Quién no ha pensado en su niñez ver cobrar vida a sus juguetes? Después del lenguaje de padres y madres hacia sus hijos no hay nada más educativo que la juguetería. Allí está la cultura de los libros y los íconos culturales. Los cuentos de Grimm y Andersen, los héroes de Julio Verne y Emilio Salgari, los superhéros de DC Cómics o Marvel Cómics, el vampirismos y la licantropía, mezclados con la hollywoodense Barbie de Martel, o los anime orientales. También la imitación en miniatura de los muebles de hogar y los instrumentos de oficios y profesiones. El juguete es la primera didáctica eficiente de la vida.

Pero, llega la edad de la madurez formal. En Toy Story, Andy tiene ahora 15 años más y va a la universidad. Y surge la duda vital del qué hacer son sus compañeros inánimes de niñez ¿botarlos a la basura, donarlos o conservarlos guardados y sin uso alguno?

Las respuestas son de carácter solidario y de índole conservacionista. Irán a un pedagógico infantil de menores recursos o a un proceso de reciclaje sano para el ecosistema. Pero, en medio de tan importantes decisiones, media el amor de los juguetes hacia Andy y es acá donde viene la lágrima del espectador adulto sensible y la primera reflexión de un niño.

Estas imágenes no son 3D de última generación (Avatar, por ejemplo), sino efectos dibujados de tercera dimensión, pues no hay cámaras en el sentido convencional. No obstante son el cine futuro en el hoy y dirigido a ser uno de los mejores momentos de la vida de todo cinéfilo: aquel en el cual ríe y llora con sus hijos en acuerdo mutuo acerca de que Woody y Buzz, acompañados de la bella Barbie, sin ser los mejores juguetes conocidos, si son los más fieles, valientes y tiernos que pueden acompañar a niños y niñas, en el camino de aprender esos buenos valores humanos tan difíciles de ser enseñados, aún por la universidad.