domingo, 9 de mayo de 2010

SÉRAPHINE


La artista
Séraphine Louis, o Séraphine de Senlis, 1864–1942, fue una pintora clasificada como perteneciente a la corriente del arte naif, o naive, género identificado por la ingenuidad de sus imágenes y su oficio, emergido a comienzo del siglo XX en Europa central y oriental, y que aparece luego de los años cincuentas en Latinoamérica.
Las pinturas de Louis reposan actualmente en el Musée Maillol de Paris, el Musée d'art de Senlis, el Musée d'art naïf en Nice, y el Musée d'Art moderne Lille Métropole en Villeneuve-d'Ascq. Es descubierta en 1912 por el coleccionista de arte Wilhelm Uhde, quien durante su estancia en Senlis, como judío oculto, descubre una naturaleza muerta de manzanas sin presentir que el talento de origen era aquella lavandera y limpiadora de pisos que le servía en silencio. Este “marchand” alemán, coleccionista, crítico de arte y escritor de gran importancia como descubridor de talentos de la pintura impresionista, fauvista, cubista y primitivista, principalmente Henri Rousseau y la misma Séraphine Louis, era abogado y uno de los primeros en poseer obras de Pablo Picasso y Georges Braque para exhibición en su propia galeria de Montparnasse en la Rue Notre Dame des Champs. El “aduanero” Henri Rousseau fue su amigo desde 1907 (el filme muestra repetidas veces un cuadro suyo preferido en el equipaje de Uhde), Picasso pintó su retrato en 1909. En 1928 organizó la primera exposición de arte naif en París con obras de Rousseau, André Bauchant, Camille Bombois, Séraphine Louis y Louis Vivin, desde allí reconocidos como el grupo del “sagrado corazón”.

Los actores y el director

Destaca el rol de Yolande Moreau, belga de 57 años, actriz, guionista y directora de profesión. En su biografía se halla que trabajó como educadora y en teatro para niños, y que en 1982 escribió y protagonizó un show unipersonal con el que hizo giras por Europa y Canadá llamado "A Dirty Business of Sex and Crime". Ha protagonizado “Sin techo ni ley” (Sans toit ni loi) del maestro Agnès Varda, 1985. Hizo un gran “paneo” como la portera en el filme “Amélie” y en Quand la mer monte de 2004, que escribió, dirigió y protagonizó, con el cual ganó su primer Premio César a la mejor actriz. Ahora en “Séraphine” de Martin Provost gana su segundo César, rol sorprendente con el cual ha acumulado otros importantes reconocimientos internacionales.

Filmó también “Gainsbourg, una vida heroica” de Joann Sfar, en el rol de la legendaria cantante Fréhel, predecesora del “gorrión”, Edith Piaff, acerca del cantante, actor y director Serge Gainsbourg (a quien se debe recordar como compositor para dúos con las más bellas como Adjani, Bardot, Petula Clark, Dalida, Mireille Darc, Deneuve, Marianne Faithfull, Juliette Greco, Francoise Hardy, Vanesa Paradis y otras tantas), más reconocido en nuestro medio por la canción Je t'aime...moi non plus, con Jane Birkin, un éxito desde 1969.
Secunda esta bella actuación de la Moreau, el actor alemán Ulrich Tukur, 53 años, visto en Colombia en la reciente “La cinta blanca” del 2009 candidatizada al Oscar, o en la excelente “La vida de los otros”, quien ha sido dirigido también por los laureados directores Costa Gavras, en dos oportunidades, y por Steven Soderbergh.
El director Martin Provost, además de “Séraphine”, cuenta con una media docena de filmes entre los que han pasado por la cartelera colombiana Tortilla y cinéma, de 1996 y Cocon, de 1992.

La película
La base de este filme es el libro de Alain Virdondelet, Séraphine de Senlis, publicado por la editorial Albin Michel en 1986. Una biografía que permite al director mantener la objetividad que suele caracterizar al cine francés, sin ceder a sensacionalismos comerciales. La rústica personalidad de Séraphine, sus manos burdas llenas de talento, la preparación de sus colores, con componentes robados, creados con barro, o sangre animal, o adquiridos con sus monedas ganadas como lavadora de sábanas en el río, aportan el preámbulo no académico de sus artesanía pictórica. Su inculta personalidad, su beatitud campesina, sus sentidos terrígenos, revelan el primitivismo de los motivos de sus cuadros. Los bellos árboles abren y finalizan el filme. Primero aquel al cual sube sin recato a disfrutar del aire, luego el otro bajo el cual posa la silla que su mecenas utiliza para comunicarse con su mente ya alejada de la realidad. Todo es campo, troncos de árboles que respiran, aguas que corren, gente con la cual se sostiene poco la palabra. Séraphine es un animalillo rezandero que tiene una especie de pacto con los ángeles para poder inculparlos de su inspiración, “que viene de arriba”. Pinta la imagen de la virgen blanca con un respetuoso rosáceo, duerme en su altar o reposa en el suelo sobre sus pinturas ya terminadas. Trasnocha incansablemente y, jactanciosa, va pidiendo aumentar el tamaño de sus obras pasando de las tablillas recogidas a manera de recicl-arte, a lienzos de 2 x 2 que llena de impresionantes mundos de hojas y flores.
Las pinturas van pasando frente a la cámara como un bello homenaje al talento puro e instintivo de Séraphine Louis, de Senlis, su pueblo, a través de una lectura profunda del texto por parte del director Provost pero, ante todo, de la encarnación magistral de los modales primarios, el rostro serio y las carnes fofas de Yolande Moreau.
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