lunes, 22 de febrero de 2010

LA CINTA BLANCA



Es una película de Michel Haneke, que ha ganado el Globo de Oro a mejor película en habla no inglesa, Palma de Oro a mejor película en Festival de Cannes, tres Premios del Cine Europeo y San Sebastián. Se encuentra como candidata al Oscar, también a mejor película en habla no inglesa.

El director, austriaco, tiene a su haber filmes reconocidos, como la historia de dos jóvenes sociópatas en Funny Games (versiones alemana en 2000 e inglesa en 2008) y La Pianista (profesora de música, histérica, enamorada de joven alumno, represión sexual resuelta en tragedia), entre una media docena de sus filmes.

En “la cinta blanca”, sus tonos grises, negros y blancos ambientan el año de 1913 dentro de una pequeña comunidad protestante alemana, donde sus principales personajes, el Barón, el Pastor protestante, la esposa del Pastor, el profesor del colegio, la baronesa, el administrador, el médico, la comadrona, los granjeros, los niños y niñas, Eva y el profesor en casa, dejan entrever comportamientos individuales, normas familiares, desgracias concatenadas y aparentemente desconectadas entre sí, que desean representar el microcosmos pre-nazi.

Este cuadro autocrítico daría indicios de la génesis de conductas nacionales que llevarían a una hipótesis sociológica y explicatoria de la entrada a la primera guerra mundial en 1914. E, incluso, de la sociopatía nacionalista llevada a las alturas del Estado totalitario del tercer Reich a partir de 1933.

Al observar los efectos que en esa pequeña villa tienen la prevalencia de principios morales ultraconservadores, derivados del puritanismo protestante, llevados a autoritarismo intrafamiliar, sumisión entre clases sociales y entre padres e hijos, en forma de agresiones cuyos autores quedarán anónimos, se tejerá una historia de la represión y la venganza humanas. Un cable tendido para zancadillear el caballo del médico, niños salvajemente golpeados en aparente venganza, niño con retardo torturado, incendio de un granero, daño de un cultivo completo, hacen surgir los miedos que nadie explica.

El maestro del pueblo, cuya voz en “off” describe en feedback los sucesos, va descubriendo comportamientos extraños en sus alumnos. La educación en la reverencia y la obediencia ciega, el sometimiento a castigo físico y humillación pública por leves faltas, son visibles a la comunidad. La falta del más leve gesto de ternura, el rechazo asqueado al sexo marital, los abusos del médico a su hija, los castigos oscuros de rechazo a la masturbación adolescente, solo son conocidos por sus protagonistas.

Sin temor a cometer un indeseado anticipo, será tácita la culpabilidad de los niños del pueblo agrupados por la hija del Pastor, en la tijera clavada al pajarillo consentido de su padre, la premonición sobre la tortura del pequeño subnormal, la “violentación” por envidia a la flauta artesanal bien hecha, que van dando trazos a la posible confabulación infantil como rechazo al mundo adulto y en augurio de la reproducción de conductas violentas, autoritarias y segregacionistas que caracterizarán su generación. Ello dentro de un reiterado ciclo social de “pedagogía negra”, aquel concepto que la alemana Katharina Rutschky introdujo hace ya tres décadas para señalar comportamientos que se transmiten de generación en generación mediando, castigos, maltratos y abusos en pro de la disciplina de toda índole. Síndrome que ha llevado a explicar muchas de las sociopatías de siempre.

La Cinta Blanca, alude a aquella que se obligaba a portar a un niño como señalamiento de estar en pecado y desobediencia, que era llevada hasta que su progenitor consideraba ya contritas ”sus culpas”. Como un señalamiento políticamente correcto al oprobio histórico que fue el nazismo, bien pudiera llegar a obtener el favoritismo mayoritario de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas, pero no quizá el de la taquilla.