miércoles, 12 de marzo de 2014

EL PRINCIPE IGOR

Los cuatro actos y prólogo originales de Alexander Borodin, inconclusos en 1887, y luego finalizados por Nikolái Rimski-Kórsakov con obertura de Alexander Glazunov, se convirtieron en una versión libre de Dmitri Tcherniakov y el director italiano Gianandrea Noseda (para una orquesta de solo unos 30 músicos) en 2014. Aunque Borodin era químico con el hobbie de músico, ello no le quita mérito a su drama clásico sobre una historia acaecida en el siglo XII. Pero, no en busca de un juego de palabras, se puede preguntar acerca de si lo escrito en el siglo XIX explica la anacronía de esta obra, debida a sus 125 años. O si la mediocridad de la actual versión para el Metropolitan Opera y presentada en diferido en Colombia, se debe a su diacronía a través del tiempo, reflejada en la “creativa versión” de Tcherniakov. O si es la sincronía incomprensible que habría en un drama del XII, realizado a final del XIX y a ojos del espectador del XXI.
Todos los espectadores, iniciados o no en estos temas, saben de la usual belleza de oberturas y arias de las grandilocuencias musicales consideradas clásicas, pero también de la necesaria complacencia y paciencia con los recitativos, a través de los cuales sus autores, no siendo literatos expertos, introdujeron reiterativas frases para estructurar argumentos realmente simples desde la perspectiva contemporánea. En este caso, solo las populares “marchas polovtsianas” del acto II, tantas veces escuchadas y admiradas, o su clamoroso “finale”, podrían oírse juntas en unos 20 minutos, con todo respeto, que poco justifican ante el público común de hoy esa larga versión de 270 minutos, que incluyó entrevistas en inglés. En una de ellas, Tcherniakov explica su enfoque creativo de manera ingenua: vestuario contemporáneo de corbata, mezclado con vestimentas del ejército ruso del 1800, un campo de amapolas que rutiniza la retina, un ballet moderno para bailar las polovtsianas en el mismo campo, unos soldados que esgrimen revólveres mientras el diálogo cantado habla de flechas, entre otras tonterías de una poco diestra puesta en escena. Pero esas libertades, que parecerían lícitas, no llevan la obra al gusto del público actual que es, según Tcherniakov, su intención. El director desfigura, desconfigura e irrespeta la única obra de Borodin con sus diletancias “artísticas” y aburre.

viernes, 7 de marzo de 2014

NINFOMANÍA VOLUMEN 1 (NYMPHOMANIAC VOLUME I)

Joe (Charlotte Gainsbourg), Stacy Martin (Joe joven), Maja Arsovic (Joe de 7 años), Anania Berg (Joe de 10 años), Seligman (Stellan Skarsgård), Shia LaBeouf (Jerome), Sophie Kennedy Clark (B), Sophie Kasten (B de 10 años), Christian Slater (padre de Joe), Uma Thurman (Señora H), Connie Nielsen (madre de Joe), Hugo Speer (Mister H) y una treintena de actores identificados con iniciales, o sin ellas siguiera (ya que se trata de sex-parteners casuales o de paso), hacen el elenco de la primera de las partes en que fue dividida esta obra de Lars Von Trier. Para el segundo volumen cuenta con unas tres docenas de actores desconocidos, o conocidos no identificados, en la trama. Este primer volumen consta de 5 partes: “El pescador completo'”, “Jerôme”, “La señora H”, “Delirio” y “La pequeña escuela del órgano”. El siguiente tiene 3: “La Iglesia oriental y occidental, El pato mudo”, “El espejo” y “La pistola”.
EL AUTOR: Lars Trier, quien agregó el “Von” en broma acatando una burla de un profesor de su adolescencia, es un iconoclasta. Pintor de hobby. Al igual que Spielberg, se inició jugando con una cámara super 8; obtuvo antes de los treinta años una serie de premios por “Logros técnicos”, menospreció un tercer puesto en Cannes llamando “enano” al jurado Roman Polansky, o llenó de indirectas a la excelente Susanne Bier. Fue el coautor del “Dogma 95” junto con Thomas Vinterberg (reconocible principalmente por “Celebración”). Sin embargo, ambos directores abandonan su “Dogma…” al entrar el milenio, de acuerdo con una entrevista reciente solo “debido a la aparición de la cámara digital que abarata veinte veces los costos y afirma la imagen”, de allí que en “Bailarina en la oscuridad” usa 100 de estas cámaras fijas para filmar la canción de Bjork “I've seen it all”. Von Trier se “adorna” verbal y cinematográficamente de temas “políticamente” incorrectos como masturbación, martirio sexual, desnudos, orgías, genitalidad, automutilación. Alude joco-seriamente al semitismo y el nazismo. Es reciente converso al cristianismo. Mezcla el color con el blanco y negro, o colorea algunas de las escenas de sus películas. Es multifacético en sus filmes obrando como director, guionista, editor, cinematografista y actor.
LA OBRA DE TRIER: Von Trier divide su obra, llamativa por el intento de rupturas con el establecimiento artístico, en planificadas trilogías: “Trilogía Europa” (“El elemento del crimen”, “Epidemia”, “Europa”), “Trilogía Corazones de oro” (“Rompiendo las olas”, “Los idiotas”, “Bailando en la oscuridad”). “Trilogía: Estados Unidos: tierra de oportunidades” (“Dogville”, “Manderlay”, “Washington” –por realizar-), “Trilogía de la depresión” (“Anticristo”, “Melancolía”, “Ninfomanía”), A Estas cuatro “trilogías” se agregan nueve largometrajes y cinco realizaciones para TV.
LA ÚLTIMA PELÍCULA DE LA TRILOGÍA DE LA DEPRESIÓN: El danés Von Trier es guionista de sus películas y de las de otros. Ha funcionado usualmente bien. Sin embargo, en “Ninfomanía” se excede en su deseo de intelectualizar la estructura y los diálogos. Se atilda y se complica con rebuscadas citas científicas y símiles forzados, lo que fundamentalmente hace algo ridícula la participación del personaje de Seligman. Von Trier introduce diseños gráficos de imprenta para explicar al público ciertas tonterías de su guión, lo cual siendo interesante rompe el ritmo al lenguaje visual y aporta risitas sobre algo que se supondría enteramente dramático. Acota los apartes finales de sus escenas con detalles ingenuamente jocosos que, igualmente, parecen desvirtuar la seria intención de mostrar la génesis y desarrollo vital de una ninfómana. Una larga serie de “infantiles” toques de autor parece sobrar, con lo cual quizá la megaobra de cinco horas pudiera haber sido una muy aceptable y de duración normal. Sin embargo, aparte de los “polvos” reales, los generosos desnudos y las muy buenas actuaciones, se puede entender la razón por la cual Shia LaBeouf se enmascaró con una bolsa marcada “ya no soy famoso”, como crítica al hecho de que las preguntas de ruedas de prensa sobre la película se centraban solo en averiguaciones sobre las escenas de sexo explícito que, también parece ser, son lo que llama la atención a un sector del seudointelectual público.

viernes, 28 de febrero de 2014

HOUSE OF CARDS (CASTILLO DE NAIPES)

Frank J. Underwood se perfila como un personaje del milenio por su connotación política dentro del universo de dominio del “tea party”, de la pugna de republicanos y demócratas, de la vocería con responsabilidad presidencial y, ante todo, del “lobbying” en el cual entran países extranjeros, empresarios poderosos, políticos, medios periodísticos y la opinión pública. Es esta serie una muestra competitiva de la Internet pagada frente a las salas de cine, la TV gratuita nacional, o la creciente participación de los proveedores de cable. Como todo medio, comparte el mercado y representa un segmento con consumidores específicos, que exigen mejores contenidos, disponibilidad horaria a gusto, uso de teatro en casa y excelente calidad técnica. Netflix es una pequeña, pero importante, revolución en el pay per view (PPV) que añade el “streaming”, necesario desde el año 2000 en internet, para que el buffer (regulador) de datos permita ver al paso que almacenar. A esto añade sus propios productos audiovisuales al mismo nivel de las películas para salas de exhibición, mejor que la TV tradicional y con guiones de mayor interés y elencos de alta calidad. “House of Cards” representa un hito del momento en esta modalidad. Basada en el libro de Lord Michael Dobbs, del mismo título (1987) y la serie posterior emitida por BBC (1990), esta producción escrita con invitados diversos por Beau Willimon (“Idus of March”), es dirigida por diferentes filmakers entre los cuales se destacan David Fincher, James Foley, John Schumacher y otros, pero también Jodie Foster y la misma protagonista central Robin Wright (cada una con un capítulo de los 13 de la segunda temporada). Los roles de Frank (Kevin Spacey), de su esposa Claire (Robin Wright) y de todos los demás personajes son de galardón. El personaje Frank Underwood (“salad potato”, “little John”), prestó servicio militar en “The Sentinel”, se graduó en Harvard Law School, es líder de la mayoría, y (!!!…!!!). El sexo no explícito, la violencia no sangrienta, una política sin reatos, el pragmatismo total, un open mind competitivo, dan marco a esta historia realista que toca elementos contemporáneos de la alta política de manera muy verídica y con base en una única ficción: la excesiva falta de moral y ética. Se espera la tercera temporada después de junio de 2014 y, con Barack Obama el más importante fan de “House…”, cabe pedir: ¡no spoilers, please!

jueves, 20 de febrero de 2014

12 AÑOS DE ESCLAVITUD (12 YEARS A SLAVE)

¿Qué pasa con este director? Steve McQueen ha dirigido a Michael Fassbender en los dos papeles que le llevaron a Hollywood (”Hunger”, ”Shame”) y ahora con “12 years…” en un rol que parecería de mucha menor calidad. Agrega a Fassbender los nombres de Brad Pitt, Sarah Paulson, Paul Giamatti, Paul Dano, Benedict Cumberbatch y Chiwetelu Ejiofor (cara conocida, nombre menos recordado). Apegado al que se ha vuelto un cliché abolicionista ya anacrónico, impresiona con golpes de látigo pero descuida la dirección. Falta ritmo, tiene débil secuencia y se apoya en la música del reconocido Hans Zimmer para abordar una producción que sobrepasa su capacidad en pequeños filmes. Cabe dejar a expertos descubrir los verdaderos valores de “12 years…”, aparte de un manido tema y unos nombres de poster.

LAST VEGAS

Freeman, De Niro, Douglas y Kline (75, 70, 69 y 66 años) son orientados por Jon Turteltaub un director, pero de cine de acción. En este caso se trata de un paseo de los actores por la ciudad de Las Vegas con el fin de pagarse sus gastos a costa de la taquilla atraída por sus nombres. Logran triplicar su presupuesto de US$28 millones con esta cercana imitación de “The Hangover I-II-III”, con menos desorden y más fiestera pues se trata solo del posible matrimonio de uno de ellos. Una película que podría estar en la TV de la tarde de un domingo. Nada más.

NO SE ACEPTAN DEVOLUCIONES

Eugenio Derbez es lo que podría llamarse, con todo respeto, un payasito de TV dentro de la buena tradición mexicana. Se disfraza, hace chistes situacionales sin mayor contenido, no se desprende del dejo en su hablado que recuerda al chinito en las calles mexicanas, lo que es de común uso hace ya más de un siglo en todo aquel cine que invadía a Latinoamérica, cuando lo anglo no se había adentrado de lleno en estas culturas, y que aún persiste quejosamente en la idiosincracia de ese interesante país. En cable se le conoce actualmente por su programa de la familia P. Luche y quizá por ello unos van al cine a ver su producción, pero por ello mismo otros rechazan la oferta.
De ello queda una verdad al asistir para ver “No se aceptan…”: está bien producida. Su humor es simple y lo demás es un melodrama que llega al grueso del público. El color, su sonido, la cinematografía, los créditos insertos en la escenografía, son de gran calidad. El guion del mismo actor y director resulta ser un buen escrito televisivo llevado a la pantalla grande, con bien utilizados trucos de ritmo, secuencia y sorpresa. Llegará merecidamente a los US$100 millones de recaudo en toda América. Si todo en la cartelera ya estaba visto por quien pagó esta boleta no se frustra, pero tampoco lleva algo nuevo en su memorabilia.

jueves, 30 de enero de 2014

LA VIDA SECRETA DE WALTER MITTY (THE SECRET LIFE OF WALTER MITTY)

Este es un buen filme pero con un costo relativamente alto de US$90 millones para el nivel que logra. Quizá los efectos especiales de los sueños y los viajes de Mitty a gélidas tierras encarecen la cinematografía del argumento. Hay algo de “Walter” en todos los espectadores, pusilánime, tímido, común, pero con elevados valores. No es arribista, se enamora en secreto y tiene un bajo perfil laboral en una de las más reconocidas revistas del mundo trabajando en la oficina más escondida del edificio.
LIFE fue el magazine más famoso por sus sorprendentes fotografías en los tiempos en que no se contaba con internet, ni había suficiente cobertura de información televisiva por cable y había mínima globalización de la información. LIFE, por su calidad fundamentalmente, pero por la época tecnológica menos avanzada sorprendía. En ese contexto, un fotógrafo era un antropológo y un “Indiana Jones” del periodismo, que acá es representado en el personaje de Sean O´Connell e interpretado por Sean Penn, ese “tough guy” envidiable por sus recientes logros con Charlize. Y, en el otro lado de la balanza está Walter, un oficinista que maneja negativos de fotos de la revista, lo cual si bien es un trabajo de cuidado, resulta anónimo como el pequeño empleado que lo hace. Si bien LIFE terminó su vida semanal impresa el 8 de diciembre de 1972 y su salida mensual en físico el 20 de abril de 2007, esto significa que James Thurber el autor del cuento corto original de 1939, no incluía este tema. Tampoco, obviamente, en el posterior libro “My World and Welcome to It” in 1942 que amplía las desventuras aventuradas de Mitty. Thurber declaraba en entrevistas que este personaje hacía parte de una intención de “hacer notable lo común”, un trazo argumental del cual hizo una primera versión fílmica Danny Kaye en 1947 (con Virginia Mayo y Boris Karloff) y ahora esta segunda de Ben Stiller, en la que se permite incluir el contexto de homenaje a LIFE y su paso a la publicación virtual.
Mitty es caricatura del hombre simple, de aquellos para los cuales un “Errol Flynn era todos los héroes en un paquete magnífico, sexy y animal”, según la expresión de Jack Warner en los años cuarenta. Es decir, el alter ego de Mitty es todo mítico héroe y por ello imagina osadías y valentías que le permitirían conquistar a Cheryl Melhoff, por ello la fábula terminará felizmente gracias al agradecimiento del mítico fotógrafo que a través de la “quintaesencia” fotográfica para la última portada agradece a quienes considera que trabajaron verdaderamente por la revista que fenece. Theodore Shapiro (“The Devil wear Prada”, “Blades of glory”), arma un soundtrack excelente por sí solo e incluye canciones “indie folk” del sueco José González. Créditos iniciales ubicados visualmente dentro del paisaje urbano y la cinematografía de Stuart Dryburgh (“The piano”, “The tempest”…) embellece las novedosas imágenes acordadas con el productor ejecutivo Gore Verbinski (“Pirates of the Caribbean”). En esta película no trabajó, por excepción, su amigo Owen Wilson con quien ha realizado 11 de sus filmes como actor y director. De Stiller como director se recuerdan “Reality Bites”, “Cable Guy”, “Zoolander” o “Tropic Thunder”, con relativo éxito en taquilla pero con menos trascendencia artística que la interesante “…Mitty”.

martes, 28 de enero de 2014

ESCÁNDALO AMERICANO (AMERICAN HUSTLE)

En la carrera a los galardones del Oscar 2014 esta película es la más nominada. David O. Russell escribió el guión y la dirige, quizá animado por el éxito obtenido el año anterior en los premios de la Academia norteamericana con “Silver Linings Playbook” y sus ocho nominaciones, de las cuales alcanzó Jennifer Lawrence su reconocimiento como mejor actriz. Repite Russell con la música de Danny Elfman y las actuaciones de Bradley Cooper y la misma Lawrence. Como resultado, una buena comedia en la cual es precisamente Jennifer quien se distingue en medio de esta buena pléyade de actores. Christian Bale, Amy Adams, Jeremy Renner, Robert De Niro y el viejo Anthony Zerbe, de quien hace rato no se sabía en el cine, acompañan a Lawrence y Cooper.
Es una película de relativo bajo presupuesto con US$40 millones a pesar que el mismo Sindicato de Actores le dio el reconocimiento al mejor elenco lo cual significaría un alto costo, pero la época es de crisis en la industria y la estrategia usual es la de cooperativizar el trabajo para subsistir pues los tiempos de hipersalarios ya pasó. Lo más destacado es el ritmo de la narración y cierta mimetización de todos los personajes principales. Su desventaja, ser una comedia compitiendo con productos serios, y replicar el muy estilo inglés de Guy Ritchie. Una película buena de la ya larga tendencia de llevar al público a través de un poster lleno de personalidades, aunque algunas de ellas solo sirvan de relleno.

DALLAS BUYERS CLUB (EL CLUB DE LOS DESAHUCIADOS)

Este filme con más de 40 nominaciones y premios va por seis opciones de Oscar. Jean-Marc Vallée, su director canadiense, tiene pocas películas a su haber entre las cuales solo se distingue “The Young Victoria”. En la presente oportunidad toca el cielo cinematográfico con un producto de solo US$5 millones de presupuesto. Se cuenta la historia de Ron Woodroof, con base en un reportaje concedido en 1992 al periodista Bill Minutaglio, de la vida en sus últimos siete años de un homofóbico que se convierte en el ángel protector de muchos desahuciados por el sida. Matthew McConaughey se luce tras el esfuerzo de transformación en dejar su bronceado six pack y convertirlo en famélica figura blanca, cansado de gastar la mitad de su vida en papeles galanes y ser reconocido en muchas comedias románticas y algunos buenos filmes poco publicitados y menos exhibidos (“Killer Joe” de William Friedkin. “The paperboy” de Lee Daniels, por ejemplo). Con ello logra ganar más de una decena de premios ya obtenidos por este papel.
Jared Leto, el líder de “30 seconds to Mars”, por su parte mantiene su buena vena actoral con un excelente papel de travesti gay, luego de dos docenas de películas entre las cuales muchas de culto y ha caminado un trayecto similar al de McConaughey. Es así como la narración acerca de la manera en que “desahuciados” se agremian para realizar las compras de fármacos en búsqueda de prolongar sus signadas vidas resulta un tema nuevo y ello es parte fundamental del éxito de este filme. Por lo demás, todos los elementos técnicos y artísticos están bien manejados y sin exabruptos para complacer a la platea, lo cual es el principal mérito de “Dallas…”. Brad Pitt y Ryan Gosling tuvieron esta oportunidad, McConaughey lo logró. Leto le acompaña. La pregunta de siempre sigue siendo válida ¿por qué la desgracia humana sigue siendo una prueba necesaria para demostrar la eficiencia actoral? ¿A qué se debe que la belleza sea un supuesto óbice de talento (Berry, Theron…)? La respuesta podría ser quizá más amplia y estar en el hecho de que la humanidad ha buscado diempre nivelar las escasas oportunidades existentes a costa de comenzar por despreciar las ventajas innatas de los individuos.

domingo, 26 de enero de 2014

EL LOBO DE WALL STREET (THE WOLF OF WALL STREET)

¿Es una comedia? ¿Exagera? No. Wall Street ha sido así siempre, por lo menos hasta el 2008 y no solamente en los ochentas y noventas como sugieren los comentaristas alrededor del tema y la película. Ya el mejor filme sobre el mundo bursátil, “Inside Job”, lo había expresado. Ya lo había expuesto Oliver Stone con la saga “Wall Street”. Ya la realidad colombiana con Interbolsa lo ha dejado en evidencia. Pero, aun pocos lo creen. La bolsa de valores, sus derivados, la venta de activos de papel, además de ser un excelente medio de financiamiento para buenas y prometedoras empresas, es el epicentro de la apariencia de riqueza, del mercado de lujo, de la simulación de futuros, de la supervivencia de algunos avivados a través de comisiones y libertad de asignar recursos ajenos.
Todo el lenguaje de Leonardo DiCaprio, mejor de su personaje Jordan Belfort, es correctamente utilizado y cierto. Las estrategias que expresa de manera rápida, locuaz y, en apariencia, humorística, son ciertas y se practican actualmente a nivel global. El promeserismo de bolsa está sustentado en un gran juego de ruleta que pocas empresas justifican como epítome del capitalismo. El juego de las acciones se invalida con el soporte de malas firmas, como se refleja en el caso Belfort de los años noventa, pues el mercadeo de acciones es lo mejor del mecanismo bursátil. Cuestión un tanto diferente lo que acontece en el escenario del tercer milenio, donde los malos del paseo son los derivados, los “Collateralized Debt Obligations” o los mercados de futuros en “commodities”. O en el mal uso de los “Sale and Repurchase Agreement”, Repos en Colombia. A ello se agrega, el insólito enriquecimiento de los comisionistas o “brokers”. En Estados Unidos llegaban a tener crédito para atractivas damas de compañía, autos y aviones. El soporte de todo ello en supuestos aportes de nobeles de la economía y de matemáticos financieros encandelilla a los desprevenidos de siempre. Aun los expertos en economía se enredan en este panorama por falta de profundidad analítica y de visión de que es un juego de gana-pierde, nada de gana-gana, de apuesta a lo que no debiera apostarse como son los alimentos y la energía. Pero ello no es lo negativo sino la manipulación de toda la red para favorecer a los de siempre y a muy pocos a costa de los que no tienen mentalidad de “entrepreneurs” ni pueden administrar algo más allá que los recursos de otros. Volviendo a “The Wolf…”, como siempre Scorsese se luce, como hace años DiCaprio también, pero igualmente Margot Robbie como un churro con talento. Scorsese convoca siempre y por ello están allí Jonah Hill (que dice haber trabajado por el mínimo salario), Matthew McConaughey (por pocos minutos de histrionismo bien probado), Rob Reiner (director de “When Harry met Sally”, “Misery”, “A few good men” y otras), Jon Favreau (director de los “Iron Man”, “Zathura” o “Darevil”, entre otras), Spike Jonze (director de “Adaptation”, “Being John Malkovich” o “Her” –actualmente también nominada-), Jean Dujardin (el francés ganador por “The artist” y conocido actualmente como el OSS 117 –especie de 007 europeo-). La cinematografía de “The Wolf…” es resultado de muy buenos trucos de efectos por computador para lujosos paisajes. El guion, basado en autobiografía del mismo Jordan Belfort, es de Terence Winter un avezado escritor de temas mafiosos, acordes con las tretas bursátiles de siempre. Un tema en apariencia cómico para tomar en serio y un buen producto a lo Scorsese, en el cual curiosamente competirán por su correspondiente premio los mismos McConaughey y DiCaprio.

FROZEN

Con una muy buena calificación esta película tiene el mérito de contar con cuento propio, es decir con guion e historia originales, aunque siempre apegado al anacrónico mundo de la realeza. Los reyes, sus hijas, la posterior sucesión y coronación de una de ellas, el gran secreto de esta misma. Un escenario climático de magia que en el trópico es imposible y que magnifica el asunto. Kristen Bell e Idina Menzel emergidas de “Glee”, “Gossip Girls” y similares, relativamente conocidas en comedias románticas, con sus bellas voces llevan este film a las nominaciones. ¿Algo más? El reestreno de imagen de los estudios Walt Disney. ¿Por qué los pequeños a quienes va dirigida la película ya preguntan el por el excesivo número de canciones? ¿Es hora quizá de que se reediten estos productos musicalizados? ¿O de que se renueven en sus géneros y ritmos? Demasiada canción, como critican los niños, al igual que, como sucede en su argumento, los habitantes del reino de Arendelle añoran no tanto invierno.

domingo, 19 de enero de 2014

SINTESIS EN CIFRAS DEL OSCAR 2014

Los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de los Estados Unidos es fundamentalmente una estrategia de marketing a gran escala.42 Películas(más 5 cortos y 10 documentales) juegan por 112 nominaciones. 10 distribuidoras se reparten la taquilla que vendrá.
El 71% de estas nominaciones pertenecen a 7 de estas grandes distribuidoras que son las que recogen el 78% de los productos de los estudios: Metro, Paramount, Columbia, Warner, Sony, Weinstein y Walt Disney. Solo 14 de las películas que concursan se llevarán el 68% de los premios.

martes, 7 de enero de 2014

LA GUERRA DE LOS BOTONES (LA NOUVELLE GUERRE DES BOUTONS)

Un siglo después de publicado el libro de Louis Pergaud que es su base argumental y cincuenta años de realizada la primera versión fílmica por Ives Robert (más recordado como actor que como director), Christophe Barratier dirige la que llama “la nueva” guerra de los botones, luego de haber sido más reconocido por su “Los coristas”, también de interés adolescente, donde aparecían caras reconocibles internacionalmente como Gérard Jugnot y Jacques Perrin. En este filme se reconoce a Guillaume Canet (el maestro; exesposo de Diane Kruger y esposo de Marion Cotillard, demostrando este talento, actor y director de ciertas películas recordables como “Ne le dis a personne”), e igualmente a la bella Laetitia Casta (Simone; modelo de Marianne, la alegoría de “libertad igualdad y fraternidad” entre 1999 y 2003, actriz en dos docenas de películas regulares). Aparece también el ya mencionado Gérard Jugnot como el padre de “El azteca”.
El libro tiene como escenario temporal los finales del siglo XIX como autobiografía y “Memoria de mis doce años”, que es su subtítulo, lleno de palabras soeces y de peleas callejeras entre infantes con referentes estratégicos y de batalla. Un poco reconocible Yann Samuell realiza el guión, actualizado y convertido en una simbiosis de juegos infantiles y de ficticia alusión a la resistencia a la invasión alemana en los años cuarenta, con algunos referentes a la persecución judía. A pesar de su adaptación a una época más reciente y a los valores se inclusión “semita”, la película no atrae a los adolescentes y satisface poco a los mayores, aunque deja clara su autenticidad y mantiene lo espontáneo de su nostálgico autor. Ya los chicos no fabrican espadas de madera, las compran, ya no se conforman con simbolizar victorias individuales con los botones de la ropa del contrario, le hacen “bulliyng”, y nada les interesan las rebeldías políticas de los mayores. Hay un anacronismo romántico, un tanto antitaquillero en este remake, aunque muy dentro de esa ola infantil que ha sido clásica en el cine francés.

EL HOBBIT: LA DESOLACIÓN DE SMAUG (“The desolation of Samug”)

Peter Jackson se acostumbró a las megarecaudaciones. Con la trilogía del Seños de los anillos, convirtió US$300 millones en casi US$3.000 millones. Con la primera parte de “El Hobbit” (dividido en “An unexpected journey”, “The desolation of Samug” y “There and back again”), obtuvo un margen bruto de 230% y con esta segunda parte, alcanzará lo mismo. Alguien debía filmar para la posteridad la rica obra del que sería hoy sudafricano, John Ronald Reuel Tolkien, de quien fue consultor igualmente C. S. Lewis (”Las crónicas de Narnia”). Las dos trilogías de Jackson llenan un vacío en la biblo-cinemateca mundial. En la cuarta y en esta quinta entrega se enfatiza en el uso de la 3D HFR y 5k de resolución, es decir en 48 cuadros por segundo en tercera dimensión y más del doble de la llamada alta definición. Ello le da una calidad que no puede ser criticada con referencias a películas caseras y que quizá hubiera perfeccionado visualmente la trilogía del anillo, pues no se puede catalogar la “indefinición” como toque artístico. Esta entrega de la segunda trilogía es más entretenida que su antecesora y deja ver un aporte personal de intervención del director en la historia como lo demuestra el ejemplo el personaje de la elfa Tauriel. Jackson no es un director de enorme talento pero si un gerente cinematográfico de megaproyectos con gran capacidad para permitir que los efectos especiales de Richard Taylor (en la primera trilogía) o la música de Howard Shore, enriquezcan los guiones de Walsh, Boyens o del Toro y un grupo de media docena de genios, con crews en diversas locaciones del mundo. El público deberá seguir aportando a los US$7.000 millones que han de completar con la próxima entrega las dos trilogías de Jackson.

martes, 17 de diciembre de 2013

EL SUEÑO DE WADJDA (WADJDA; LA BICICLETA VERDE)

Reem Abdullah (la madre) y Waad Mohammed (Wadjda, la hija) representan la conciencia presente y el cambio futuro de la opresión de género en sociedades musulmanas de hoy. Haifaa Al-Mansour (39 años) escribe y dirige desde su visión femenina de la Arabia Saudita de la contemporaneidad. Como hija de poeta y egresada de estudios de Literatura comparada (U. del Cairo) y de dirección cinematográfica (U. de Sidney), su enfoque es feminista, moderno y subversivo en el contexto de lo que, a ojos occidentales, es arcaico y retrógrado en la religiosidad islámica derivada del Corán. La producción es árabe-alemana, el argumento se desarrolla en Riad, capital y ciudad más grande del reino saudiárabe, centro económico y de poder con uno de los mayores ingresos percápita del mundo, dejando entrever los contrastes orientales con la modernidad occidental. Se observa una vida cotidiana plena de TVs LED, de juegos electrónicos y de carros de muy alta gama, dentro de hogares construidos a semejanza de las mezquitas color tierra, divididos por calles destapadas y algunas vías pavimentadas.
La tendencia del vestuario de los hombres es de colores claros y uniformes, mientras la mujer envuelta en el hiyab oculta su cara con el nicab (similar a burka afgana). Algunas niñas tienden a descubrir sus rostros como muestra de rebeldía temprana, pero son enseñadas a evitar la mirada de los hombres. La poligamia, en la medida que el hombre pueda acometerla económicamente será, para la madre de Wadjda, motivo de sufrimiento de quien desea ser el único amor de aquel a quien ama. La mujer musulmana no puede conducir automóvil y la niña tiene vedado el uso de la bicicleta permitida solo a los niños, pero Wadjda aprenderá a gracias a su amigo Abdullah, con quien sueña competir luego de comprar aquella de color verde que ha visto exhibida. Para lograrlo, venderá manillas artesanales, hará de mensajera de cartas de amor… y competirá en el conocimiento del Corán y el recital de sus versos, pero se le condenará a no recibir el premio por sus previas conductas. El espectador occidental verá contrastes sociales de un Islam que vive de manera holgada del petróleo y con costumbres arcaico-religiosas sufridas fundamentalmente por las mujeres. El sueño de Wadjda es vivir la niñez y adolescencia libres que, sin conocer añora, dentro de un sentimiento de igualdad reflejado en esa preciosa bicicleta que su madre, simbólicamente y como un gran paso libertario entre generaciones, habrá de obsequiarle. Un filme que con dificultades de ritmo y edición amerita verse en su camino al Oscar como película extranjera 2014.