martes, 5 de noviembre de 2013

JOBS

No quiso continuar su carrera universitaria. No deseaba ser empleado de nadie. Vivió los sesentas con todo el furor de la experiencia de los lisérgicos. No se preocupó por su mala posición corporal de desgano, un poco anti-autoimagen. Tampoco quiso abordar su primera responsabilidad de padre. Se negaría a ser atendido por la medicina que lo hubiera salvado de morir. Se plegó por medicinas alternativas e incluso por consulta a espiritistas, en una sociedad avanzada científicamente. Poco le importaba ser consciente de que su marca inicial era plagio de la discográfica de los Beatles. ¿Cómo puede ser alguien así un innovador? ¿Fue inventor? No. ¿Fue diseñador? No realmente ¿Era un genio de la computación? Tampoco. ¿Quién era Steven Jobs? Este filme no lo responde con exactitud, como tampoco incluye sus días de agonía, llegando solo al fulgor de la presentación comercial del iPod y finalizando con la referencia al primer puesto mundial de valoración en el 2012, para Apple. Esta buena película no cuenta, sin embargo, la esencia de la personalidad de Jobs.
Steve Jobs era un “entrepreneur”, un líder autoritario de trabajo, un visionario del mercado con base en su diagnóstico acertado de la demanda. Intuyó bien al consumidor de finales del XX y comienzos del XXI. Tuvo gran cantidad de ensayos y errores de mercadeo: el mismo Macintosh, superado por IBM; su regular empresa Next que, sin embargo, gracias a un característico software, diseñado por su socio Wozniac, le permitiría volver a Apple luego de haber sido despedido por su junta directiva. Otro error, la elección del zar del marketing, exPepsi, quien aceptó por su cuenta introducir líneas de bajo precio y calidad a costa de la marca Apple, con la aceptación de diseños erróneos como: la calculadora Newton PDA, el multimedia Pippin, la cámara Quicktape, el computador portable Macintosh, el Macintosh TV. Entre los verdaderos logros de Jobs están el haber integrado diversos tipos de letra a su procesador de palabra, insistir en las líneas finas de los diseños de sus productos y, lo más importante, dar un revés al previo criterio prevaleciente en los estudios de mercado insistiendo en auscultar lo que el consumidor necesita o que requeriría, para luego crear dicho producto. Jobs cometió muchas locuras de mercado y de aprobación de erróneos diseños de su equipo de trabajo. Cuando pidieron su regreso a Apple, la razón fue la de utilizarle por su imagen de gurú tecnológico para comercializar iPod, iTunes, luego iPhone y posteriormente iPad. Lo que Steve Jobs realmente fue un summun del emprendedor, inmerso en una sociedad de gran avance científico tecnológico, con un olfato mercadológico. Tras él, su socio inicial Stephen Wozniac era el verdadero innovador tecnológico, ganador de la Medalla Nacional de Tecnología en 1985 e incluido en el 2000 en la galería de la fama de Inventores Nacionales, como el diseño del Apple con monitor que permitía ver lo que se procesaba o el software Integer Basic. En lo fílmico, Ashton Kutcher logra en esta película el único papel de valía histriónica en su carrera, dirigido por un regular y un tanto desconocido Joshua Michael Stern. Por su papel, Kutcher ha obtenido el nombramiento de “diseñador de producto” de la marca china Lenovo para el mundo. Su primer lanzamiento: el Yoga Tablet, que puede asumir diversas posiciones de trabajo gracias a un eje cilíndrico. Definitivamente un Jobs de ficción, igual al real y básicamente un “human brand”.