martes, 9 de octubre de 2012

LOS INDESTRUCTIBLES 2 (THE EXPENDABLES 2)

La violencia es un fenómeno de la sociedad, que en el cine busca acercarse a una problemática no ajena a ningún miembro de esta. Pero la violencia debe ser clasificada, evaluada y, en el cine, por género y como recurso dramático. La violencia puede ser concientizadora, o gratuita. Pero hay una errónea tendencia en el cine actual para plasmar el flagelo violento que resulta en un nuevo modo de violencia estrechamente ligado a la desaparición de los géneros cinematográficos válidos. Que la pantalla muestre cada vez más violencia, no es el problema mientras haya estéticas y dramáticas artísticas innovadoras. Pero ¿cómo combatir el éxito comercial sustentado en la manida violencia de “entertainment”, como una necesidad industrial y satisfactoria de consumidores en todo el mundo, sin ningún aporte? Partiendo de que la violencia en los medios de comunicación no es la causa principal ni única de la que sucede en el mundo real, el aprendizaje de comportamientos y actitudes violentas puede estar relacionado como mínimo con fenómenos de insensibilidad ante la violencia real. La representación violenta más peligrosa, ante todo para población infantil y adolescente, parece ser aquella que está embellecida y depurada. El “priming” es para algunos lo que para otros es catarsis.
“Los indestructibles” es una involución fílmica, es un “power rangers” infantil y caricaturesco llevado al terreno adolescente y adulto, con las pobres líneas guionísticas de un, de toda forma meritorio, Stallone que muestra el derroche industrial bélico a través de motos, autos, armas que se venden y que son solo dudosos caracteres de una sociedad civil y de un estado bélico que se protegen con autodefensa y ataque, con el reconocimiento de que la organización social es esquizoide en su mezcla de valores democráticos y libertarios con respaldo en los ejércitos de todo orden. Al asistir a este espectáculo, los espectadores agradecen momentos pasados de solaz con los íconos de la pantalla de acción pagando esta boleta. Nada más. Solo comentarios al final sobre el estado de salud de cada uno de los protagonistas y lo avejentados que están estos atletas de “gym talent”, pero debe agregarse, también, que juntos lo hacen peor que de costumbre. Es un cine de crisis. Sin innovación, que da un paso atrás y únicamente destinado a convertir US$100 millones en cerca de US$400 millones, si se tiene en cuenta el resultado de la primera entrega. No es una “saga”, y ojalá no se convierta en esto. De paso, da nostalgia recordar al Sam Peckinpah de ayer o el Luc Besson o el Tarantino de hoy, acción y violencia con la esencia de lo que permite denominar aún así, al séptimo arte a pesar de algunas muestras “expendables”.