domingo, 5 de junio de 2011
X - MEN PRIMERA GENERACIÓN (X - MEN FIRST CLASS)
Dirige Matthew Vaughn envidiable esposo de Claudia Schiffer. Vaughn ha sido productor de películas como “Snatch” y otras de similar innovación en el tratamiento del género pequeñas mafias inglesas dirigidas por Guy Ritchie, exesposo de Madonna. También del reciente e interesante filme-cómic “Kick ass” y ahora se orienta con éxito en esta explicación del inicio de X-Men.
Es de moda, desde que “Star Wars” comenzó la tradición de sagas con secuelas exitosas (léase franquicias jugosas) que llegan al momento de explotar con las precuelas. Empiezan por el final y terminan explicándole al público adepto los orígenes de su historia, como ha pasado con “Hannibal” y muchas otras. En este caso pueden contarse ya cinco entregas, aunque la penúltima individualizaba para tratar sólo el origen de Wolverine.
Los USD$120 millones de presupuesto se multiplicarán con creces. La X-Men del año 2000 fue pionera en el uso vanguardista de la panoplia de efectos especiales usados en el curso del milenio y dado tantos frutos que permitieron renacer las taquillas voluminosas con retornos contados en unidades de USD$billón. Las editoriales como Marvel tienen una mina de oro en superhéroes (Blade, Capitán América, Punisher, Conan, Daredevil, Domino, Elektra, Ghost Rider, Hulk, Iron Man, Kick ASS, Spiderman, Thor, Wolverine y una centena más entre las figuras individuales).
X-Men en esta entrega parcial muestra a 13 de sus componentes, unos figuras malévolas y otros no, unos que cambian de bando y otros que deciden iniciar sus propias revanchas. Wolverin solo hace un cameo-firma y los demás explican al espectador sus habilidades, mediados en roles realizados por figuras como Kevin Bacon, James McAvoy o Michael Fasbbender, quienes suelen estar en las nominaciones de calidad actoral. La novedad es Michel Fassbender (Magneto), un actor de enormes kilates (“300”, “Inglorious Basterds” y “Hunger”) con roles realizados que permiten evidenciar ser el reemplazo generacional de un Daniel Day-Lewis, tanto por su fisonomía como por su profundidad histriónica. En su personaje de Magneto solo está asegurando recuperar los esfuerzos ya hechos en filmes pequeños de enorme exigencia profesional y poco recaudo, con tarifas por su trabajo de más de seis ceros.
El inicio de este grupo de mutantes de superpoderes se ubica en la segunda guerra mundial y se concreta en la crisis de los misiles en 1962, permitiendo retomar la iconografía política de Nikita Jrushchov, John F. Kennedy y Fidel Castro, combinar con el tema de la guerra fría y el pánico atómico, permitiendo que los X-Men salven al mundo de un holocausto nuclear en el límite marítimo del embargo durante el bloqueo con código “Cuarentena” a Cuba.
Cabe recordar que en la realidad este impase fue resuelto con el compromiso estadounidense de no invadir a Cuba y de desmantelar los misiles “Júpiter” que había montado en Turquía desde 1957 apuntando a Rusia, lo cual significó como retaliación la amenaza de instalación de misiles rusos en territorio cubano. Un hecho militar y diplomático poco difundido y que no hace parte de la anecdótica histórica en el “rendering” exitista acostumbrado de las imágenes del discurso político americano.
“X-Men First Class” es un buen producto de entretenimiento que permite a Marvel seguir explotando la enorme veta de superhéroes con que cuenta para enfrentar con competitividad a DC Cómics y sus Batman, Superman, Watchmen y decenas de personajes quizá menos conocidos.
Una opinión desprevenida, sin embargo, diría que en el partido Marvel – DC, hay hasta hoy muchos más goles fílmicos a favor de la primera editorial, con la honrosa excepción de los penales cobrados por los cracks de la Liga de la Justicia. En este caso, X-Men tiene asegurada la continuidad de la saga bajo franquicia o no.