jueves, 28 de abril de 2011

EL ELITISMO DE LAS UNIVERSIDADES EN LA SOCIEDAD COLOMBIANA


En el principal períodico del país, con el título de ¿La universidad nivela?, Guillermo Maya se pregunta hoy por algo, a lo que él mismo se responde. Confirma a nivel personal suyo que “se reafirma el carácter elitista de la sociedad colombiana, con solo mirar el origen académico de sus integrantes”. Hace un inventario de junta directivas, en empresas como Ecopetrol, ISA e ISAGEN, para encontrar que, como resultaría obvio dada la reglamentación de sus composiciones, es obligatoria su integración con funcionarios o representantes suyos del gobierno. Los ocho directivos en Ecopetrol, los dieciséis de ISA y los quince en ISAGEN, aproximadamente, se le convierten en un buen ejemplo de que solo exfuncionarios de petroleras extranjeras, egresados de universidades norteamericanas, graduados de los Andes o de Javeriana, representantes de bananeros, mineros, palmeros, son los que allí están. Son ministros o viceministros de Estado y decanos de las universidades nombradas, sus cargos cotidianos, ya que la asistencia a Juntas es programada por estatutos internos. Desde allí se manejan relaciones con trasnacionales, con programación de TLCs, con carbón y tabaco extranjero, entre otros grandes intereses.

El articulista concluye que la universidad no nivela y sí diferencia socialmente. Recuerda que la Universidad Nacional y otras universidades públicas tuvieron relativa importancia en la generación anterior, pero en la actualidad no hay un solo egresado joven de una universidad pública haciendo presencia en estos ámbitos. Los Andes es un ejemplo mayoritario de participación en la alta burocracia del Estado, “las universidades de élite reproducen las ventajas de la élite” ”las becas para bachilleres sobresalientes de estratos bajos… que descuellan académicamente.. Pero no consiguen trabajo con la misma facilidad que sus compañeros más privilegiados… dentro de la ortodoxia económica, afín a la burocracia económica internacional del FMI y del BM…, aun cuando tengan posgrados y doctorados, … como mucho, llegan a ocupar los cargos de la media y baja burocracia, los cargaladrillos de ministros y directores” dice Maya.

Además cuestiona si los intereses de esta élite burocrática es afín a los intereses nacionales y no mejor a los de las multinacionales o a su propio interés individual como herederos de empresa nacional.

Esa verdad de clase y de conocimiento académico debe estar presente en quien se interese por estos temas. La verdad académica de la pomposa presentación de las universidades colombianas debe ser mirada de manera constante para posibilitar su mejora y su capacidad de generar verdadero ascenso social.

UNA MIRADA TAXATIVA

A diciembre de 2010 las instituciones de educación superior, IES, eran 342 en Colombia. De ellas el 37% (126) son UNIVERSIDADES, 34% (116) son Instituciones universitarias 17% (59) Instituciones tecnológicas y 12% (41) Instituciones técnicas profesionales. Las Escuelas tecnológicas, no aparecen en los datos del Observatorio de la Universidad Colombiana para el 2010.

Debe recordarse entonces que solo una tercer parte de la educación superior colombiana son Universidades, con procesos de investigación consolidados, con estudios de Posgrado de buena calidad y con convenios internacionales de interés. Las demás IES, se encuentran amenazadas por la reforma a la educación superior propuesta actualmente con el ofrecerles sólo cinco años de plazo para hacer meritorio el paso a ser UNIVERSIDADES y, en caso contrario, dejen de incluír esta palabra, término o categoría, en su publicidad y sus certificaciones.

Por otra parte, de las 342 IES, un 55,38% son públicas y el 44,62% de carácter privado. La matrícula (número de estudiantes) es de 1.587.928 (cobertura del 37,1%). Solo 5,15% matriculados en el nivel posgradual, el 62, 44% es pregradual universitaria y el 32,41% técnica y tecnológica.

Economía, administración y contaduría representan el 30,81% de las áreas, Ciencias Sociales, Derecho y Ciencias Política un 15,25%, Ingeniería, Arquitectura y Urbanismo, un 22,45%. Un 31,49% en las restantes.

Tres cuartas partes de los docentes de educación superior son contratados solo mediante la modalidad de hora cátedra, lo cual identifica uno de los principales problemas de la baja calidad generalizada. Solo el 6% de docentes tiene doctorado y 33% maestría. Un 61% cuenta con especialización. Esto a nivel agregado, ya que en la práctica de las IES, son pregraduados sin formación pedagógica (debiendo ser licenciados o magísteres los llamados a este oficio docente, como propone la actual reforma en curso), quienes dictan la mayor carga de asignaturas, especialmente en primeros semestres.

Del 100% de los programas registrados, simplemente, únicamente el 6,17% son acreditados de alta calidad, fundamentalmente en Universidades, no en Instituciones universitarias, Instituciones tecnológicas o Instituciones técnicas profesionales, solo excepcionalmente. Y solo el 5,08% de las IES registradas son acreditadas institucionalmente.

Luego, hay un reconocido problema de cobertura con un déficit de dos tercios en la población, con un problema de aplicación docente a tiempos semiparciales, con una publicidad engañosa por parte de dos tercios de la instituciones que incluyen la denominación “Universitaria”, “Universidad” o similares sin tener ese nivel de calificación, con un gravísimo problema de pertinencia de los programas cuando la mitad de ellos aplican en Derecho, Contaduría, Administración o Economía, carreras realmente sobresaturadas en el país.

A dicho cuadro de la educación superior se puede agregar el hecho tangible de que la cúspide del poder empresarial y político, burocrático y de negocios está en manos de un puñado de profesionales de las universidades de élite. El poder gubernamental de algunas territorialidades municipales o departamentales, de pocos institutos descentralizados, de la administración de la capital del país, de superintendencias y similares, se descarga a egresados de regulares centros de educación superior que, condicionados por su posición de clase, por su dependencia salarial y por su cuestionable formación académica subordinan su gestión y decisiones al aparato dominante, generando un entramado que viabiliza la corrupción, por omisión más que por acción.

Posdata:
Ver en este blog “LA COBERTURA EDUCATIVA BÁSICA Y SUPERIOR EN COLOMBIA” y “¿CALIDAD DE UNIVERSIDADES COLOMBIANAS???”, entre otros comentarios.
“Por otra parte, según la UNICEF (Vargas), de las personas empleadas el 70% es analfabeta funcional, pues no comprenden bien los escritos relacionados con sus funciones ni entienden de manera correcta las funciones mismas. Lo que es peor, de los ejecutivos (pertenecientes al 12% que se pregradúa de educación superior) y que se encuentran trabajando, un 80% es incapaz de redactar documentos medianamente inteligibles.
Cabe recordar que de un documento denominado de los "7 sabios", entre los cuales Llinás o García Márquez, hace ya dos décadas, se expresaba con claridad escueta que la educación superior debía ser elitista para una mejora de su calidad. La realidad ha logrado elitizar la educación profesional, pero no elevar la ansiada calidad de los egresados”.