martes, 5 de octubre de 2010

MADRE E HIJA (MOTHER & CHILD)

Rodrigo García Barcha (51 años), hijo del nobel colombiano, es guionista y director. Solo en “Almas Pasajeras” se mostró fallido pues el guión era de Ronnie Christensen (¿?). Por lo demás, en “Cosas que diría con sólo mirarla” (2000), “Nueve vidas” (2005) y ahora, “Mother and Child” (2010), el guión ha sido suyo. Al cumplirse la ley de Zam, el producto fílmico será siempre meritorio.

Con presupuestos de empresas fílmicas como Focus Features International y Sony Pictures Classics, en este caso, y acostumbrado al manejo de grandes estrellas, la vanguardia técnica y artística también le acompañan.

Naomi Watts, Annette Bening, Samuel L. Jackson, Jimmy Smits, Kerry Washington, entre otros y otras, protagonizan la historia de Elizabeth, Karen y Lucy, tres mujeres signadas por el destino maternal. En realidad hay seis madres e hijas en la historia, pero el eje central se orienta a enlazar a una madre de 51 años que ha dado en adopción a su temprana hija a los 14, ahora tiene 37. La abuela ha sufrido el hecho de haber obligado a su hija a esta decisión y morirá sin haberse atrevido a decirlo de manera directa, solo a través de la mucama latina.

La primer madre es indiferente en apariencia, seca, a la defensiva, pues ha permanecido añorando la hija perdida. Conquista con desprecios estudiados a un mexicoamericano. La hija, por su parte y sin conocerse entre sí, ha desarrollado su carrera de abogada, soltera, “open mind”, apegada al exitismo profesional sin desear más como proyecto de vida. Acuesta al hombre que va deseando, comete pequeñas maldades dejando sus interiores en el cajón de la esposa de uno de ellos, juega con su cuerpo, quedará embarazada de un hombre de color. En historias complementarias, una pareja también de color busca adoptar y se encuentra con una joven que revisa sus antecedentes de manera ejecutiva, mediando una corta reflexión sobre las creencias religiosas y los pareceres ateístas.

El tema tiene el estilo de los famosos guiones de Guillermo Arriaga con dirección de Alejandro González Iñárritu (“21 gramos”, “Amores peros”, “Babel”…), o los de Paul Haggis (“Crash”), entrelazando, anudando, con convergencia de historias y multirracialismo.

La película es filmada en Los Angeles, con el sonido y la imagen prístinas de la alta industria. Cada pieza del rompecabezas está en su sitio. Negros, blancos y mexicanos conviven, cada cual en sus posiciones de clase. Encuadres perfectos y cuasigeométricos, actuaciones de gama media alta del “top of mind” hollywoodense, con Naomi y Annette. Ahora, Rodrigo ha confesado que el escribe muy bien sobre mujeres. Es cierto, y las dirige mejor, su universo es femenino y en esto mantiene la sangre familiar en el sentido de captar bien el alma de las mujeres (Úrsulas, Amarantas, Remedios, …de su padre).

Todo favorece a Rodrigo García en este filme. Es el colombiano mejor posicionado en la industria mundial, quizá es que no hay otro tan bien conectado con las empresas californianas más poderosas del cine.

La temática contrasta la adopción “cerrada” con la adopción “abierta”, la una en la cual el(la) adoptado(a) no sabrá nunca de dónde viene, ni tendrá los nombres de sus padres, nunca sabrá nada de su origen. La otra clase de adopción, por el contrario, parte del estudio del hogar receptor, de la aprobación de la madre, quedarán las rutas y los árboles genealógicos a la vista y las ubicaciones geográficas de los intervinientes. Pertenecen ambos esquemas de adopción a legislaciones norteamericanos que han evolucionado al respecto.

¿Alguna falla en el filme? Pues la reticente insistencia en unir los hilos al final. Esto le ha funcionado a Arriaga, Iñarruti y Haggis, pero es tan reiterada la fórmula que si bien funciona, saca al espectador de su arrobamiento para hacerle caer en cuenta, una vez más, que todo, hasta la casualidad y la convergencia de los destinos, es ficción.