sábado, 2 de octubre de 2010

LÁSTIMA DE UNA LIBERTAD DE EXHIBICIÓN CINEMATOGRÁFICA

La exhibición cinematográfica a través de Procinal, Cinemark o Cineco se entiende como una actividad formal que paga impuestos, genera empleos directos e indirectos, importa lo conocido y exporta algunas producciones colombianas, impulsa demandas derivadas en comidas y publicidad, contribuye a la realización de eventos artísticos importantes y... hasta aquí.

No cabe duda que son mejores medios de rentabilidad las películas de gusto masivo, de taquilla jalada por figuras reconocidas, con merchandising de mercancías conexas que complementan el negocio, pero....

Es cierto que hay las llamadas salas de cine alternativo, las cinematecas ... u otros medios de exhibición un tanto underground para el flemático cine arte. Y que las salitas universitarias se hartan de proyectar cine clásico o cine considerado de culto o de valor didáctico.

Pero, en el fondo, cuando se tiene la oportunidad de mirar hacia la producción fílmica mundial de actualidad, a todos los países europeos, asiáticos, africanos, oceánicos y americanos, aparece la frustración...

No pasarán por cartelera ni el 25% de los productos notables del mundo, que serán a su vez un 10% de la producción mundial (lo que daría un 2,5% simple, que nunca serán conocidos por el público colombiano). Es obvio que sería imposible exhibir lo bueno junto a lo mediocre o lo malo. Como tampoco sería racional intentarlo. Pero resulta una lástima que de lo meritorio en la industria fílmica global contemporánea no se tenga la oportunidad de sustituir muy malos, pero taquilleros productos, que se venden en Colombia, ni de aprender en la academia a través de muy buenos filmes, que no pasarán ni por las odiosamente denominadas salas de cine arte.

En cuanto a las universidades, éstas continúan apegadas a productos de culto y clásicos que, si bien hay que reconocerles y aprender de ellos, se reiteran de tal manera, generación tras generación, que lo que se desprende de ello es la total desactualización, la poca competitividad valorativa del arte fílmico y el aprendizaje de esquemas de pensamiento estético que no evolucionan a la par de los tiempos.

Es mucho el producto de otros continentes apreciable y clásico, que se realiza a diario y no pasa por los ojos del espectador colombiano. ¿Cuál sería la fórmula para que no se desperdicie tal fuente de renovación cultural?

Posdata: cuando se alcanza a tener reconocimientos o nominaciones en festivales de trayectoria mundial con productos colombianos, bienvenidos (El vuelco del Cangrejo, María llena eres de gracia...). Pero no debe haber lugar a engaño: se trata de incentivos de orden político a la industria "siempre naciente" del cine nacional, pero nunca a que esta haya alcanzado estándares de calidad ninguna, ni a la producción de cánones colombianos, inexistentes.

La importación y exhibición de cine de calidad para el país es aún una actividad autárquica al estilo de los setentas que no se ha adentrado de los tiempos de la globalización del milenio actual. Colombia tiene los ojos cerrados ante la pantalla de valor mundial y ello no lo están resolviendo ni las cinematecas, ni los gurús culturales ni la academia. !!! Es una lástima !!!

Nota: por ejemplo, como política este blog solamente comenta algunas pocas películas de las que son exhibidas formalmente en Colombia.

Ver en este blog temas como: independiente de qué ; cinetráfico