lunes, 17 de mayo de 2010

ROBIN HOOD


Robin de Locksley, Robin Fitzhood o Robin Hood (petirrojo de capucha) el arquero de Sherwood, es un personaje de baladas y leyendas medievales inglesas. No se ha confirmado algún referente real de este personaje, al que sin embargo se liga con la historia inglesa. Su origen literario data de 1377 en Pedro el Labrador (Piers Plowman) de William Langland . Adquiere un título de nobleza “de Locksley”, Conde de Huntington alrededor de 1190, cuando el rey Ricardo Corazón de León, hermano de Juan Sin Tierra, parte a Jerusalén en la Tercera Cruzada. Robin es un rebelde sajón que combate a los señores normandos en Ivanhoe de Walter Scott en 1819. El Pequeño Juan, el fraile Tuck, Will Stutely. Marian ha sido vista desde jovencita sumisa a sediciosa y Robin como bandido o resistente por causa justa.
Otra variante del cuento consiste en que Thomas, conde de Lancaster, se alzó en armas con sus súbditos, entre ellos Bob Hood, contra Eduardo II de Inglaterra, fue vencido y Robin se refugió en Barnsdale, cerca a Sherwood. Robin atacaba a los comerciantes que pasaban hasta que el propio rey y otros nobles lograron que prometiera fidelidad al soberano.
En el reinado de Juan, rey de Inglaterra entre 1199 y 1216, los historiadores creen que era la forma genérica de denominar a los bandoleros de los bosques. Otra versión es que el noble Robert de Kyme, 1210 y 1286, era Robin. South Yorkshire y el condado de Nottingham y el bosque de Sherwood, que reciben turistas de todo el mundo, puede haber sido la localidad real del personaje. El príncipe Juan se enamora de Mariana, la busca y quema el castillo de su padre, luego de lo cual Robin Hood y sus amigos encuentran un caballero desconocido, el Rey Ricardo que vuelve de la Tierra Santa, quien devuelve sus títulos nobiliarios a Robin quien después puede casarse con su amada.

En este punto es que parece comenzar nuestro Robin Hood 2010. En el cine ha sido interpretado por galanes y héroes de la pantalla desde Douglas Fairbanks 1922, Errol Flynn 1938, Russel Hicks 1938, Richard Todd (ex de Liz Taylor) 1952, Sean Connery (007) 1976, Kevin Costner 1991. Ahora lo hace Russell Crowe acompañado, con excepciones, de caras no muy conocidas.
Cate Blanchett (Oscar por su Elisabeth) es Lady Marion, viuda de Sir Robert Loxley, Mark Strong es Sir Godfrey, Oscar Isaac es el rey Juan de Inglaterra, William Hurt (Historia de violencia; Beso de la mujer araña) es William Marshal, Earl de Pembroke, Danny Huston hace Ricardo Corazón de León. Eileen Atkins es Eleanor de Aquitania. Max von Sydow (Shutters Island, Minority Report, o la histórico El Séptimo sello) es Sir Walter Loxley, Matthew Macfadyen es el Sheriff de Nottingham, Kevin Durand es Little John, Léa Seydoux es Isabella of Angoulême, esposa de Juan.

El guión es de Brian Helgeland (Bourne supremacy). El argumento es ficción de grupo e imagina lo que sucedió antes de que Robin fuera declarado un fuera de ley por el Rey Juan al mismo tiempo que reniega de firmar la deseada Carta Magna a la que se había comprometido con sus caballeros luego de rechazar un intento de invasión de los franceses. Marian es viuda, su padre induce la unión con Robin, se agrega el supuesto de que el padre del personaje fue un libertario, se supone que Robin suplanta al esposo muerto de Marian para devolver la corona del difunto Corazón de León a su madre, se especula con espionaje e invasión instigada por Felipe rey de Francia (que dada la ahistoricidad de la película puede ser el I o el IV).

El cine, este es un buen ejemplo de ello, se ha convertido en el principal sustentador de los antiguos cantares de gesta francos y britanos, pero también alemanes y españoles. Las aventuras de héroes del Medioevo, del siglo X en adelante, eran divulgados por la juglaría y, con el correr de los tiempos les iban siendo incorporadas anécdotas históricas y hazañas inciertas. Carlomagno, en el Cantar de Rolando, Guillermo de Orange, Carlos Martel (Robine esgrime un martillo de batalla, siendo arquero, en alguna escena del filme que nos ocupa), el cantar de los nibelungos o El Cid, el Beowulf, Guillermo Tell, Arturo y su Mesa Redonda, o Robin Hood, son ejemplo de que el cine “juglar” ha optado por “contar lo no contado antes" haciendo especulación fuera de la historia y la literatura, acerca de antiguos o nuevos héroes para mantener sagas necesarias.

La dirección de Ridley Scott, la cinematografía de John Mathieson, la edición de Pietro Scalia, la producción de Scott Free, Imagine Entertainment y Relativity Media. La música es de Marc Streitenfeld. Así, se encuentran nuevamente actor, director, cinematografista y editor de la recordada “Gladiator”. La expectativa de lograr con US$ 243 millones de inversión lo que se obtuvo con el Gladiador del 2000 pudo ser un error de los productores. La remembranza del premiado personaje de Crowe puede ser un gancho para la taquilla de este film, inicialmente, pero luego decaerá fácilmente. Dos horas largas de cotas de malla, armas, luchas cuerpo a cuerpo, escenas de batallas costeras, cabalgatas, todas fotografiadas mediante los paneos clásicos de Ridley Scott no alcanzan a emocionar.

Crowe y Blanchett son grandes actores, pero acá no hay exigencia histriónica. El guión no llega a conmover en ningún momento. La música solo es incidental no sentimental. Hecha con toda la honestidad del equipo de producción, la película solo alcanza la emotividad de un documental de History Channel. Con el atrevimiento que conlleva, se puede afirmar que hay un error vital en el guión, que intenta un clímax solo a partir de hora y media. Los diálogos son poco eficientes en su contenido, sin riqueza literaria aunque con coherencia argumental y cumpliendo simplemente su objetivo descriptor.

Los simbolismos de Ridley se repiten: el perro en el campo de batalla, las puntas flameantes de flecha, las cabalgatas en bajada dentro del bosque, la luminiscencias traseras de las arboledas, la niebla semioscura en los altos y delgados árboles, el destacado caballo blanco, las panorámicas de caballería, las oportunas ayudas en el campo de batalla, las burdas costuras de las heridas, los velos de las alcobas, el héroe que emerge de las aguas y una secuela de recursos visuales ya reiterados.
¡Qué magnífico audiovisual el de los créditos finales! Utiliza el logo de Scott Free, la empresa del director, de manera extendida para recordar algunas escenas. Hubiera sido excelente como comienzo del filme, sin duda alguna.