miércoles, 10 de julio de 2013

EN LA CASA (IN THE HOUSE; DANS LA MAISON)

De Francoise Ozon se recuerdan en la cartelera colombiana, de sus nueve películas, a “Potiche, mujeres al poder”, “Swimming Pool” y esta buena “En la casa”. A la manera de un taller didáctico de escritura de ficción, pero con la puesta en escena propia de la dramaturgia teatral, que es una de las destrezas de este director (45 años), dado que ha escrito 29 títulos entre documentales, cortos y coautoría de guiones, se va desarrollando una trama que es comedia, aunque hay un sesgo tragicómico que hace parte del juego imaginario de un joven con talento narrativo. El guión, también escrito por Ozon, se apoya “El chico de la última fila”, una pieza teatral de Juan Mayorga, un dramaturgo español con galardones a cuatro de sus obras teatrales (Premios Bradomín, Calderón de la Barca, Valle Inclán, Max y Nacional de teatro, todos en su país). Es por ello que “En la casa” es una buena muestra de “tablas” en la “pantalla de plata”, con toques surrealistas que muestran al alumno aventajado las formas posibles de orientar sus historias en acuerdo con las indicaciones del profesor intrigado y animado en un momento de su otoño vital y su invierno literario de frustración.
Están allí Kristin Scott Thomas (reconocida en inglés, italiano y francés) y Emmanuelle Seigner (esposa de Polanski), quienes dejaron en la memoria una trascendente escena de baile cuasilésbico en la excelente “Luna de Hiel” del esposo de Seigner, película de hace dos décadas que debe volverse a ver. Fabrice Luchini es el profesor de francés, con sesgo literario y Ernst Umhauer es Claude, el alumno. Uno trata de reorientar el argumento y el otro escribe, generando un “laberinto del Minotauro”, como se llama el negocio de arte de la esposa del profesor. En este laberinto narrativo ficticio basado en miradas a un hogar real de clase media se trata de intrigar al espectador con la suficiente habilidad de sorprenderlo sin frustración alguna. Sin culpa de nadie, habrá un pusilánime sacrificado en aras de sus expectativas literarias y en favor de un final relativamente inesperado. El cine francés es como la cocina de ese país, porciones pequeñas con gran creatividad y sabor.

viernes, 21 de junio de 2013

LOS CAÍNES

Al finalizar esta serie colombiana debe reiterarse una verdad que el rumor no enterado contra los dos principales canales del país no reconoce: los actores y actrices nacionales tiene nivel internacional de calidad sin perder su autenticidad de raza y lengua. Las producciones colombianas de carácter televisivo, hay que decirlo, son mejores en promedio que los bajos niveles del cine nacional. Esta enorme calidad de gran parte de las producciones de Caracol y RCN supera usualmente lo que llega de Venezuela, Ecuador, Perú, Chile, Centroamérica, México, y es de igual estatura que los buenos productos de Brasil y Argentina. “Los Caínes” es la historia colombiana dramatizada de manera más didáctica que no lo han podido hacer en el último siglo aquellos libros, del tipo “Historia de Colombia, Padre Justo Ramón, editorial Librería Stella”, excelentes trabajos hermenéuticos, poco objetivos, apologéticos y cultores de algunas personalidades cuyos pecados políticos y burocráticos han ido descubriéndose con el paso del tiempo. En esta línea de comentario, no debe producir sonrojo, primero, reconocer que algunas series nacionales deben ser vistas y, segundo, que algunos de los libros menos enaltecidos deben ser leídos. Esto se cumple con los 100 capítulos de “El patrón del mal”, en esencia basada en “La Parábola de Pablo” de Alonso Salazar (exalcalde de Medellín). Otro, aquel que estaría por escribir, basado en el guión de “Tres Caínes”, escrito por Gustavo Bolívar (“Sin tetas no hay paraíso”). Estas dos referencias son soporte para la validez de la TV, en algunos casos como estos, y de cierta literatura que es usualmente despreciada por las editoriales tradicionales con sus autores corporativos. Se premia la tradición, se reconocen valores literarios un tanto anacrónicos y se educa, con base en ello, a generaciones consecutivas que no adquieren lectura profunda, ni capacidad de escritura fácil, tras lo cual las simbologías matemáticas y las propuestas de problemas numéricos resultan ininteligibles por la mayoría de estudiantes y de “doctores”. Un mejor servicio se le haría a la pedagogía colombiana sustituyendo algunos textos del currículo oficial del Ministerio de Educación por obras como las citadas u otras similares (“La Virgen de los Sicarios”). Pero hay una paranoia decimonónica en nuestros dirigentes y profesores sobre los supuestos de aprendizaje vicario en sus contenidos.
Quizá resulte largo el introito para reconocer que “Los Tres Caínes” no debió generar tan falsos y subjetivos pareceres sobre sus mensajes. Violencias las hay peores y menos justificadas en producciones internacionales, que son ávidamente vistas en las salas de cine. Colombia es temerosa y pacata, cierra los ojos a sus pecados, mira hacia el norte con pretensiones inmerecidas, odia que le recuerden lo que ha sido y es como sociedad injusta y excluyente. Gustavo Bolívar es un excelente literato, lo que se puede comprobar con el muy referido “Si tetas no hay Paraíso” y quizá leído pero en secreto. El elenco de la producción en mención, de RCN, mostró un nivel de formación actoral, que debe reconocerse a todas voces en todos y cada uno de los participantes. Pero debe citarse, como ejemplos, a Julián Román “Carlos Castaño”, y los hermanos, estelarizados por Elkin Díaz “Vicente” y Gregorio Pernía “Fidel”, a Eileen Moreno “Romualda Castaño”, a Julio Correal “Doble cero”, o a Margarita Reyes “Támara”. Hay dramatización de los hechos reales, hay ficción que combina emociones, actos de amor y detalles de contexto. Pero en medio de ello los hechos históricos que al país deben dolerle, pero “sin taparse los ojos con la falda” en esa media nación de “Procuradoría”. El despliegue de esta producción en escenas de batalla dentro del conflicto interno, es loable, y puesta en alta definición. En cuanto a los contenidos, que gran parte de los televidentes no reconocían previamente de forma tan clara, están las alianzas paramilitares-ejército, las presiones y relaciones parapolíticas con congresistas y la cooptación con mandatarios regionales para captura de rentas del fisco oficial, al igual que las masacres y/o genocidios planteadas por los actores armados como “tácticas de guerra”, pero también, las pugnas internas de narcotraficantes y paramilitarismo al igual que su asociación en el negocio de las armas y la droga. Los 70 capítulos de “Tres Caínes” son confiables en cuanto a su apoyo histórico y, por ello, al igual que “El patrón del Mal”, se pueden llamar documentos serios a los que se debe poner mayor atención analítica y menos paranoia infantil. Esta ha sido una excelente muestra de arte e historia colombianas, que no debe ser tachada como apologética por el solo hecho de entrar de manera atractiva a la placidez de los hogares familiares.

martes, 18 de junio de 2013

EL HOMBRE DE ACERO (MAN OF STEEL)

Superman cumplió 80 años de edad. Seis años después nació Detective Cómics (DC). Luego de ires y venires en el papel con ciertos sutiles cambios de nombre, “The Man of Steel” resurge en 1986. La larga historia del personaje se entronca con Warner Communications por una pensión que esta empresa concedió en 1975 a los creadores del personaje, Jerry Siegel y Joe Shuster, por “obligación moral”. Ambos murieron a comienzos de los noventa., pero la parte legal de Shuster se resolvió para su familia en el 2003 y la de Siegel aún está en los estrados judiciales. No obstante, Time Warner tiene ahora propiedad de Supermán en parte, y ahora la Warner distribuye esta entrega fílmica reciente. Aunque el personaje ha tenido diversas versiones para TV, es la saga Superman (1978), Superman II (1980), Superman III (1983) y Supermán IV (1987), protagonizadas por Christopher Reeve y dirigidas por Richard Lester, Richard Donner y Sidney J. Furie, las que junto a “Superman Returns” (2006), con Brandon Routh bajo dirección de Bryan Singer, lo que el público global recuerda. Es claro que con estos cuatro productos de más de tres décadas de realizados no deben hacerse comparaciones, pues incluso con el Superman de Singer (“X-Men”) el tratamiento del monotema no podía salir de los cauces trazados en el comic. Ahora “Man of Steel” está escrito al alimón por Nolan y Goyer, tal cual hicieron en la éxitosa “modernización” reciente de Batman en el cine, buscando el ingrediente X que saque a Supermán de las sencillas tramas en las historietas de papel. Pero no se puede, cuando de derechos de autor se trata, y entonces se ha de recurrir a la producción lujosa, la tecnología visual, el rediseño de “costumes” y el agregado humano al personaje. Este factor X de “humanización” hace que el acero se derrita por depresión, dudas y amor, empezando en la etapa infantil con “bullying”, en la etapa juvenil con retraimiento y la soledad, para luego como adulto enfrentar su pasado y el desafío de ser “dios” para los terrícolas. Zack Snyder dirige (“300”, “Watchmen” serán sus clásicos recordables), sujeto a los designios del poder tras el trono que es Christopher Nolan. Por ello mismo la música es de Hans Zimmer, quien no solo trató de diferenciarse del apoteósico tema de John Williams, sino también de sí mismo (“Gladiator”, “Batman…”, “Pirates of the Caribbean”) logrando una bella música incidental, pero sin rasgos estelares. Henry Cavill es, por el momento, un adonis para colgar el famoso traje rojoazul, con un digno comportamiento de hijo Kent, aunque aún no demuestra más que llenar vestuario como en las quince películas de “época” que ha hecho sujeto al entorno guionístico, y que posiblemente le han condenado a ser este personaje apolíneo.

EL GRAN GATSBY (THE GREAT GATSBY)

Francis Scott Fitzsgerald ha sido uno de los más reiterados novelistas en el cine americano: A este lado del paraíso (This Side of Paradise) (1922), Hermosos y malditos (The Beautiful and Damned) (1922), El gran Gatsby, (The Great Gatsby) (1925), Suave es la noche, (Tender Is the Night) (1934), El ultimo magnate, (The Last Tycoon) (1942), han sido recurrente inspiraciones literarias para películas ya clásicas con James Dean, Robert Redford o Robert de Niro. En esta entrega de enorme arte visual, propio de Baz Luhrmann (“Strictly ballroom”, “Romeo + Juliet”, “Australia”, “Moulin Rouge”), el director demuestra ser uno de los pocos artistas, en el sentido de ser un intérprete con visión libre y personal de una obra ajena, proponiendo estética propia a nivel visual y musical. Acá, Leonardo Di Caprio alcanza uno de los hitos de su carrera (el otro podría ser “Diamantes de sangre”), con una elevada madurez, necesaria en la proyección de lo que sucede en el alma de Gatzby, que es lo que muchos parecerían no captar como la esencia de la novela base del filme. Craig Armstrong selecciona y dirige musicalmente con temas que van de intérpretes como Beyoncé, Fergie, Will.i.am a Gotye, del hip-hop al Indie Rock, dando un buen toque moderno al argumento de hace 90 años.

LA CACERÍA (JAGTEN)

Mads Mikkelsen (“El Rey Arturo”, “Casino Royale”, “Flame y Citrón”, “Coco Chanel e Igor Stravinsky”, “Clash of titans”, “The three musketeers”, “A royal affair”) se luce nuevamente en su cine natal. Una excelente entrega danesa del director Thomas Vinterberg (“It's All About Love”, “The celebration”), otro ex-Dogma 95, que trata de un tema muy actual en el mundo entero, o quizá más difundido que en el pasado. El profesor que es acusado de abuso infantil por errores de interpretación de la misma niña “víctima” y de la directora del plantel. En el pequeño pueblo todo se viene sobre Lucas, el protagonista, la acusación inocente pero infame, el rechazo social, los golpes de odio, el peligro inminente y el riesgo tanto para su hijo como para él. Solo su mejor amigo, padre de la pequeña acusadora, podrá dar luces al problema… vendrá una jornada de cacería tendiendo un manto de suspenso en esta buena historia fílmica.

TODO LO QUE NECESITAS ES AMOR (LOVE IS ALL YOU NEED)

Una buena película adulta, pero igualmente familiar, donde el ex007 Pierce Brosnan se luce como actor de carrera. La prueba de su capacidad actoral ya ha pasado por más de 15 películas antes de personificar al hombre con licencia para matar, luego de lo cual hace 30 más de regular interés, pero entre las cuales se destacan “Seraphim falls”, “Butterfly on the wheel” o su participación en “The ghost writer” Lo dirige la excelente danesa Susanne Bier (“En un mundo mejor”- “Venganza-, Oscar 2010 a mejor película extranjera; “Things We Lost in the Fire” con Halley Berry y Benicio del Toro). Este es un filme bueno dentro de los mejores de la triada Noriega-Suecia-Dinamarca, uno de los filones actuales del cine de calidad del milenio, quizá el primero.

GINGER Y ROSA (GINGER & ROSA)

La directora Sally Potter escribe su guión para una historia que se da más veces de las que se puede llegar a aceptar en la sociedad actual. Hastío matrimonial en la mediana edad, hijos adultos e inteligentes, cómodos en el mundo de hoy, pero con tedios y deseos, búsquedas simples pero alocadas de placeres rápidos, mezcla de edades en el amor, entre otros caracteres de las clases medias del milenio. Sally hizo el “Orlando” de Tlda Swinton en 1992, “The man who cried” de Johnny Deep”, El “Yes” de San Neill, el “Rage” de Jude Law”, todas películas pequeñas pero con excelentes actuaciones (ver el elenco de cada una de las mencionadas). Acá, en “Ginger…” es igualmente rico el elenco de Annette Benning, Oliver Platt o Christina Hendricks. “Rose” (Alice Englert) no lo hizo tan notoriamente bien como “Ginger” (Elle Fanning, hermana de sangre de la reconocida Dakota). Elle es una quinceañera de sorprendente talento que se puede reconocer en “Deja Vú”, “Babel”, “The curious case of Benjamin Button” o “Super 8”. ¿Qué falla en Ginger y Rosa? La edición de Anders Refn (“Bailarina en la oscuridad”, “Memoria de mis putas tristes”, “Rompiendo las olas”, entre otras), acá resulta “brusca” y algo excesivamente espaciada, producto quizá de su formación en el Dogma 95. Solo que en este filme interesante podría ser una falla la mezcla de espontaneidad técnica de la edición, en una película que se ciñe a los demás cánones formales.

TESIS SOBRE UN HOMICIDIO

Ricardo Darín es una superstar argentina que ha hecho una película anual desde 1969. Brilló desde “Nueve reinas” a partir del año 2000, “El hijo de la Novia”, “Kamchatka”, “XXY”, “El secreto de sus ojos”, “El baile de la victoria”, “Carancho”, “Un cuento chino”, “Elefante blanco” y, ahora, esta “Tesis…”. Darin tiene un toque personal para decidir con quien trabaja (ha sido dirigido cuatro veces por el galardonado José Campanella; en este caso la dirección es de un novel Hernán Golfrid) y por ello debe ser que las películas mencionadas se dejan ver muy bien como muestra del arte sudamericano. Son películas de presupuestos ínfimos de no más de US$4 millones que tienen el sino de no llevar sino cinéfilos a salitas “selectas”. En esta “Tesis sobre un homicidio” se sigue una tónica anglosajona del tema del docto abogado, escritor y profesor, que se encuentra desafiado por un brillante y pedante alumno hasta quedar involucrado en algo que puede ser no una tesis, quizá una antítesis, pero, mejor aún, una antinomia, pues hay contradicciones con lo racional que en apariencia se resuelven al final. El filme despierta interés, aunque le falta el “toque mágico” para alcanzar el siempre deseado “toque de Midas” en la taquilla.

OBLIVION (OLVIDO)

Joseph Kosinski, un diseñador gráfico que dirigió “Tron: Legacy”, rige los destinos de esta película “descrestadora”. Con US$130 millones se paga a un taquillero Ton Cruise y otras figuras como Morgan Freeman o Melissa Leo, para que jalen la taquilla. Luego, se agrega una Olga Kurylenko, bonita rusa que lleva seis años haciendo “partenaires” en películas de acción, sin actuar. Se incluye una atractiva banda sonora de toque electrónico, que recuerda a Vangelis de manera no muy original pero válida. Se adiciona la escenografía de inspiración del diseñador- director y de su historieta gráfica (ver www.josephkosinski.com, como una muestra de su trabajo publicitario y, principalmente de su “deserthouse”, tan similar a la casa “ovlibion”), que da base al guión. El ritmo, un tanto lento, ampara la historia reiterada de la tierra luego de un apocalipsis bélico y agrega el engaño al protagonista que no ha de saber quién es, ¿él mismo o el otro él? Un filme con cierta calidad, pero que no debe verse en nocturna.

QUÉ PASO AYER PARTE III (THE HANGOVER III

No es una saga, quizá sí un rezago. La entrega I, que impactó con tigre, campeón de peso pesado del mundo, Las Vegas, las escenas inesperadas, logró una buena locura risible de “guayabo con laguna” en la cual nadie sabía que había pasado la noche anterior. De esta manera, con US$35 millones, hicieron sus productores nada menos que US$470 millones, ¡!! trece veces su costo equivalentes a un 1242% !!! La segunda entrega, con un presupuesto de US$80 millones, hizo en taquilla al menos de US$600 millones, que aunque bajó a 600% la utilidad bruta es ¡todo un negociazo! En esta tercera versión hay un guión similar: la pandilla, el punto de reunión con algún pretexto, la desaparición (o secuestro) de uno de los cuatro amigos, un coreano extraño, los malos, dinero y el tropel… para regreso feliz a la rutina de sus hogares. Todo el esfuerzo costó US$103 millones y habrá de recaudar perezosamente unos US$500 millones (400%) gracias a la expectativa generada que resultó menor que la frustración comprobada. Bradley Cooper "Phill"; Ed Helms "Stu"; Zach Galifianakis “Alan” y Justin Bartha “Doug”, son dirigidos por Todd Phillips, de cuya docena de películas no amerita comentario ninguna de ellas. El guión compartido por el director cambió en detalles lo sucedido en las primeras partes, para “tirarse” lo que hubiera podido llegar a ser una de las más rentables franquicias cómicas. Ken Jeong, el médico americano e hijo de coreanos, como “Leslie Chow”, ha hecho una popularidad inmerecida, al igual que otros de los personajes estelares (quizá con excepción de Cooper y Galifianakis), en las tres películas de una “saga” que se suicidó con esta triste y tediosa entrega.

martes, 30 de abril de 2013

IRON MAN 3

¿Que esta entrega del Hombre de Hierro lo humanizaría? ¿Qué dentro de la saga se entraría en la tónica que han impuesto con Batman los hermanos Nolan? No parece ser así. Tony Stark sigue igual de cínico e irónico, recibe los mismos golpes y pequeños raspones que en las dos primeras películas y mantiene los mismos amores. Si hay alguna diferencia resulta poco notoria. Jon Favreau dirigió las dos primeras entregas, actuó en ellas y produjo. En esta versión de US$ 200 millones (se esperan ingresos de unos US$800 millones, con lo cual la saga completaría US$2.000 millones de ingresos brutos pues su retorno es de 400%), produce y actúa como el jefe de seguridad Happy Hogan, exboxeador y asistente personal de Stark, que en media película permanece en una especie de estado de coma. De su trabajo de dirección se pueden recordar “Zathura” y “Cowboys & Aliens”. Junto con este juguetero del cine aparecen los excelentes Ben Kinsley “El mandarín” y Guy Pierce “Dr. Aldrich Killian”, sucesivamente una marioneta y su titiritero, pues el talento de Kinsley queda relativamente desdibujado en un papel que le exigió un bajo perfil retrasado. Gwyneth Paltrow, Rebecca Hall y Don Cheadle (“Iron Patriot”, esa especie de Capitán América en versión metálica) como figuras bien reconocibles cumplen sus papeles secundarios. Paul Bettany hace JARVIS y Stan Lee, como siempre, de cameo para que el público busque reconocer al genio de Marvel. “Iron Man 3” no fue filmada para IMAX 3D, pero si remasterizada para este formato y quedó bien. Solo en las escenas de actores se nota la buena perspectiva de fondo, diáfana y perfecta, pero al aparecer los personajes computarizados se pierde la noción de estar dentro de la escena para pasar a una posición plana del espectador respecto a la película. En IMAX gana sí plenamente el sonido envolvente y la omnipresencia del filme en pantalla. La película propia de la ola de Marvel y DC Comics, los dos Olimpos icónico-culturales de occidente, es otro juguete de entretenimiento al cual no se le debe exigir más allá del esquema billonario, héroe, máquinas, armas, explosiones, lujos, archienemigos y referentes simbólicos al “american way of life”… “and dead”.

lunes, 22 de abril de 2013

ROA

Un joven de 26 años queda en la historia como autor del magnicidio que cambió el curso de Colombia. Juan era hijo de Rafael Roa y Encarnación Sierra, en un hogar de 14 hijos, enfrentados a diversos oficios humildes o al desempleo. Su hermano taxista, Eduardo, trata de enseñarle a conducir los pesados autos de la época. Con una hija fruto de su unión libre con María de Jesús, separado por la falta de dinero que llevar al hogar, hacía seguimiento a personas importantes para una eventual ocupación, había obtenido respuesta de la misma Presidencia con una posible equivocación de dirección (barrio Ricaurte) y “lagarteó” al reconocido abogado Jorge Eliécer Gaitán yendo varias veces a la oficina del popular político. La documentación existente dice que estaba adscrito a la fraternidad Rosacruz, a través de un ciudadano alemán, en esa época de míticas órdenes secretas ligadas a los pensamientos conservadores o liberales, mezcla de sindicatos y religiones (masonería) o al comunismo, ese “fantasma que recorría Europa”. A Roa se le tiene en la historiografía como un psicótico con delirios de grandeza, admirador de Gaitán a quien comparaba con los próceres de la independencia. No obstante, el ciudadano Roa puede no ser quizá el asesino de Gaitán, para algunos. Pero otros siempre lo han confirmado, como recientemente, Plinio Apuleyo Mendoza, hijo de Plinio Mendoza Neira, quien acompañaba a almorzar a la una de la tarde de ese viernes a su amigo Jorge Eliécer, ha afirmado cuando cuenta que su padre insistía en un Pablo Emilio Potes organizador de los “pájaros del Valle”, quien, moribundo, confesó haber matado a Gaitán, según testimonio indirecto del coronel Luis Arturo Mera Castro. Mendoza Neira había afirmado toda su vida que este Potes había sido quien, desde cerca, vigilaba que se cometiera el magnicidio y habría arrebatado el arma homicida a Roa, para entregar luego a este a la turba. Pero esta versión no es exactamente la de “Roa”, película que incluso no deja ver al espectador los disparos magnicidas y convierten al asesino en simple coautor nervioso al cual se le entrega el arma y se le incrimina. Una versión más de todas las existentes. El entorno de la Novena Conferencia Panamericana, el contexto de violencia partidista, algunos detalles finales importantes de la venganza de la turba en Roa, la ciudad y sus lugares no están en la película. Sin haber leído "El crimen del siglo" de Miguel Torres, sobre el cual dice basarse este guión del director Baiz y Patricia Castañeda, que es precisamente el factor deficiente de la película, este filme demuestra que el país no aprende a hacer cine (con algunas muchas buenas excepciones no coproducidas), a pesar que ello no depende de los recursos económicos. Baiz es un director que parece un resultado del argumento ya escrito como en “Satanás”, o del buen presupuesto disponible en “La cara oculta” y que a pesar de sus tres películas basadas en la ciudad de Bogotá, como caleño no sabe explotar el gran escenario que representa la capital y tampoco trae el gen fílmico original del “Caliwood” de los años setentas y ochentas. En “Roa” no hay historiografía, no hay información política, no existen referentes locales aparte de mostrar algunas edificaciones de La Candelaria institucional y tradicional. Con la disculpa de hablar en un lenguaje contemporáneo, lo cual es innecesario porque muchos colombianismos persisten en el tiempo, los tontos diálogos incluyen palabras impropias del estrato social al que pertenecía Roa o anacronismos y diacronías (qué rico!, sensacional!, agendado, guardaespaldas, me importa un culo!, y otros muchos). Las bombas incendiarias explotan demasiado pronto, se reiteran locaciones utilizadas en la buena producción donde Edgardo Román inmortalizó a Gaitán de la mejor manera. En resumen, una película que bajo el mismo presupuesto debió tener referentes en barrios, lugares, nombres, detalles, que no aparecen en un guión vacío que es ficción “biopic” sobre la vida de Roa. “Roa” solo tiene un buen color de fotografía y digna actuación de Mauricio Puentes (Catalina Sandino no demuestra aún sus dotes de buena actriz). Con pocas excepciones los demás personajes del elenco no quedan justificados ni referenciados (el alemán rosacrucista, la madre protectora, la secretaria de Gaitán, eran los elementos de los cuales dependía un perfil de Roa ya conocido). Por otra parte, con un Gaitán mal personificado, aislado, demasiado alto, no se le da la debida fuerza al magnicidio. “Roa” es una película que de nada sirve a las generaciones actuales pues resulta minimizando al asesino, al asesinado y a la Bogotá de entonces.

domingo, 14 de abril de 2013

SPARTACUS (WAR OF THE DAMNED)

Una triste despedida a un amigo. Eso es “Victory”, el último capítulo de la excelente miniserie sobre “Spartacus”, el líder de la histórica tercera guerra servil finalizada en el 71 a.c. (las anteriores rebeliones habían sido sofocadas en 135 a.c. y 100 a.c.). Euno y Cleón, primero, Trifón y Atenión, luego, Spartacus, finalmente. La importancia de esta última radicó en el mayor número de rebeldes (120.000) y el gran esfuerzo que su derrota representó para la república que fenecería en 31 a.c., dando paso a la época imperial. Roma pasó históricamente (753 a.c-476 d.c.), de una era monárquica, que según historiadores se desarrolló a través de 244 años, a una republicana de 478 años de duración hasta la conocida como el imperio, en los últimos 476 años. Su caída parece haber tenido causas diversas entre las cuales una decadencia interna de costumbres y recursos, de avance bárbaro por toda la actual Europa y del impacto ideológico y político del cristianismo sobre el paganismo. Esto para el imperio occidental, pues el imperio de oriente, o bizantino, sobreviviría hasta 1.453 d.c. Spartacus, que no era su verdadero nombre sino su mote de gladiador, era quizá romano o posiblemente tracio. No hay precisiones históricas, así como la productora Starz tampoco se comprometió nunca a una hermenéutica del personaje o de alguna novela previa, sino a la dramatización de un guión con lugares ciertos y algunos pocos nombres que sí han quedado en la historiografía sobre el particular. Se ha ido esta entrega televisiva interesante, que se expresa como resultado, según versiones, de una mixtura de efectos derivados de la reconocida “300”, de luchas “Gladiator” e, incluso, de elementos del libro de Howard Fast, que se hizo filme con guión de Dalton Trumbo (“El niño y el toro”, “Papillon”), actuación de Kirk Douglas y dirección de Stanley Kubrik. Pero no. “Spartacus” respeta bien todos los hilos documentados de la historia real, agregando creativamente en “Blood and sand”, “Gods of the arena”, “Vengeance” y “War of the damned”, una dramaturgia nítida de la violencia y el erotismo que se presumen propios de las costumbres de la época. Los diálogos del guión conjunto, la música de Joseph LoDuca, la producción de Steven DeKnight y los efectos especiales combinando “strings” y pantalla azul, entre otros, son magistrales a través de unos cuarenta capítulos. Se destacan de manera importante los textos de tonos shakesperianos y sus ricas retóricas, metáforas y modulaciones en veces poéticas. “Blood and sand” (ver este blog), comenzó con una “Red serpent” bellamente enlazada al final en la muerte del personaje. Andy Whitfield (Q.E.P.D.) y Liam McIntyre, se aíslan de actuaciones “hollywoodescas” para dar corpórea credibilidad a Spartacus, aquel quien cada uno en su ejército decía ser en la “Guerra servil”. “Gods of the arena” (ver este blog), surgió como precuela forzada por la desaparición de Andy Whitfield, pero la elocuencia fílmica de conjunto permitió que los espectadores del mundo tuvieran una visión más cercana de las intimidades de los “ludus”, las “arenas” y los motivos humanos de la sublevación. Los diálogos entre esclavos, con frases de elocuente comprensión y de latente rebeldía, las interrelaciones de poder y las veleidades políticas en la relación de lanistas y gladiadores, así como de “domines” y senadores, de generales y de damas, de damas y sirvientes, son en “Spartacus” toda una didáctica del modo esclavista de producción que prevalecería hasta el siglo VII (algo diferente del esclavismo en el modo de producción feudal o en el mercantil). “Spartacus…” es inmensamente teatral, con algo que solo despectivamente podría ser calificado de “gore”, o ignorantemente de “porno”. Las luchas y los amores representados con la elegancia del “slow motion” y la belleza de los cuerpos (cabe recordar a David Hamilton y “Bilitis”), son una semántica propia de la época representada y una simbología de la enorme debilidad de los fuertes, de lo utilitario de la esclava y lo irracional del soldado y el domine, pero unas señales de la esperanza de libertad y de la pureza del amor de siempre. “Vengeance” (ver este blog), la segunda temporada de la historia central, partió de la rebelión en el ludus de Batiatus, hasta la batalla del Vesubio con Espartaco, Crixus, Oenomaus y Gannicus, Agron y Varinus, contra Glaber y Ashur. “War of the damned” cuenta los temores politicos y militares de las partes, y los conflictos sociales en uno y otro bando. Los campeones de Capua, finalmente degollados, crucificados o lanceados, quedan delineados de manera nítida con el respaldo de muy buenas actuaciones que impiden pensar en el prejuicio de atletas sin histriónica. Es así como los indelebles Crixus, Gannicus, Agron, o Tiberius. Crassus, César y el oportunista, pero de gran relevancia, Pompeyo, cierran luctuosamente los tempranos reclamos libertarios de Spartaco para dar paso al primer triunvirato de gobierno en la historia humana.

miércoles, 3 de abril de 2013

CRISTEROS (FOR GREATER GLORY)

Con US$12 millones de presupuesto, al cambio del peso mexicano en 2011, esta película está basada en hechos reales de la denominada Guerra Cristera, entre 1926 y 1929, un hecho posterior al clímax bélico de la revolución mexicana. Es en esta dicotomía que reside la poca objetividad de la buena película un tanto mal dirigida y escrita por el novel Dean Wright (solo experto en efectos visuales para “Narnia”, por ejemplo). Es un filme que atrae por su fondo histórico y el gran elenco que incluye a Andy García (Enrique Gorostieta Velarde), Eva Longoria (Tulita, su esposa), Peter O'Toole (Padre Christopher), Bruce Greenwood (Dwight Morrow), Oscar (Victoriano 'El Catorce' Ramírez), Bruce McGill (Calvin Coolidge), Catalina Sandino Moreno (Adriana), Santiago Cabrera (Padre Vega), Eduardo Verástegui (Anacleto González Flores), Rubén Blades (Plutarco Elías Calles), entre los más reconocibles. Mauricio Kuri un pequeño gran actor hace al mártir y beato José Sánchez del Río. ¿Dónde está la subjetiva ahistoricidad del filme? En elementos dramáticos, quizá necesarios al guión, pero no ciertos. 1) Liga al Padre Christopher, una emblemática figura por haber sido fusilado en la persecución inicial al clero extranjero, con el niño José. 2) Relaciona a su vez, a este y de inmediato, con el niño José (beatificado en el 2005 por Benedicto XVI), el mártir a quien tajan las plantas de los pies haciéndolo caminar hasta su tumba abierta para dispararle luego de acuchillarlo sin haber logrado que dejara de exclamar ¡Viva Cristo Rey!. 3) Relaciona a este niño José con Enrique Gorostieta Velarde, un burgués de carrera militar que, como General de le Revolución (1910-1917), adquiere tal prestigio como para ser luego alquilado como mercenario experto por la rebelión Cristera. 4) Argumenta que la Rebelión Cristera se origina solo en la persecución del gobierno mexicano y su Presidente Calles hacia la Iglesia Católica, olvidando la enorme frustración que el campesinado tenía ante el incumplimiento de las expectativas de los revolucionarios mexicanos y frente a la Constitución de 1917. El contexto de tal frustración era el asesinato casi sistemático de los principales jefes revolucionarios Zapata, en 1919, Carranza, en 1920, Villa en, 1923, y Obregón, en 1928. Los “Cristeros”, como eran conocidas las fuerza sublevadas de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa (LNDLR, cuyo líder era Anacleto, personificado por Eduardo Verástegui) se habían convertido si bien en adalides de esta frustración, en bandoleros asaltantes de los poblados y sus mismas iglesias. En la Revolución Mexicana, el ejército constitucionalista, de Venustiano Carranza, Álvaro Obregón y el mismo Plutarco Elías Calles, había derrotado en 1917 los ejércitos campesinos de Pancho Villa y Emiliano Zapata, sin realmente resolver la redistribución de la tierra, que prevalecía en 1929, cuando la rebelión de Cristo Rey. La misma iglesia, no tenía interés en la demanda campesina e indígena por la tierra, que en este filme se resume solo en una supuesta guerra religiosa contra un anticlericalismo que creía a algunos curas como una amenaza comunista. Se debe recordar que en los años 1930, el Vaticano señaló a México, a la España de la Segunda República y a la Unión Soviética como un "triángulo terrible" del anticatolicismo. Tras la LNDLR había una alianza de latifundistas e Iglesia, que en realidad estaba en contra de los logros que hubiera podido alcanzar la revolución, según el historiador Jesús Silva Herzog, en triunvirato con el ejército, en lo que resume como “hacienda, sacristía y cuartel". En resumen, el buen filme de Wright se convierte en una aventura con intertextualidad histórica, pero con un uso maniqueo de los icónicos hechos del fusilamiento del Padre Christopher, el martirologio de José y la traición a Enrique Gorostieta, sin mayor contextualización que una simple guerra espiritualista, nada relacionada con el aún prevalente problema de la mala distribución de la tierra, y que provocaría entre 90.000 o 500.000 muertos en tres años, según la fuente que se escoja. Por lo demás, técnicamente una película con sobresaltos de edición a la que salvan los carismas actorales conocidos, no tanto su calidad como actores.

MAMÁ (MAMA)

El productor ejecutivo Guillermo del Toro ha encontrado una posición más cómoda amparando con su prestigioso nombre a directores noveles como Andrés Muschietti, quizá porque “dirigir al director” con un bajo presupuesto, en este caso US$15 millones, augura mejor negocio sin mayor compromiso de autor. En la renovada tendencia de productos anglo-hispanos Jessica Chastain (Annabel), Nikolaj Coster-Waldau en doble papel de hermanos (Lucas yJeffrey), las niñas Megan Charpentier (Victoria) e Isabelle Nélisse como Lilly (de quienes en realidad depende la credibilidad de esta película), buscan adentrar al espectador en sus miedos. En una película que tiene el típico sabor del suspenso español que parece encantar al público, el actor Javier Botet (Niña Medeiros en la saga REC), presta una vez más su esquelética figura para corporizar a Mama (sin tilde), secundado por Hannah Cheesman y su faz, agregadas a tres voces diferentes. Este personaje integrados y colgado de cuerdas (la técnica de “strings” china), son el epicentro de la atención hacia el alma en pena que no se va al otro mundo sin conseguir su objetivo de recuperar a su hija muerta o a cualquiera que le sustituya en ese eterno amor frustrado de mamá. El resultado tiene solo dos logros: taquilla y (según el director y su hermana productora) una mezcla de risas y sustos que, en verdad, se dan en la sala de exhibición. Por lo demás, este film es una dosis más de la fórmula española que ya poco sorprende pero coexplotada por canadienses.