martes, 11 de diciembre de 2012

Oscar y Globo de Oro 2013: ARGO

"Canadian Caper", fue el nombre que la prensa dio al rescate encubierto que el gobierno canadiense hizo, en conjunto con la CIA, de seis diplomáticos durante los sucesos de la embajada de Estados Unidos en Teherán, Irán, en 1979. Tony Mendez (Ben Affleck), es un miembro de la Agencia Central de Inteligencia, que idea una supuesta búsqueda de locaciones para un filme futurista, “Argo”, con el fin de sacar en secreto a los diplomáticos. Este plan surge de estar observando “Star Wars” con su hijo. Durante uno de los períodos Clinton se desclasifica la verdad sobre esta misión, quedando lo novelesco de ella.
Afleck dirige y actúa. Ben Affleck y George Clooney producen. Bryan Cranston es Jack O'Donnell y Alan Arkin es Lester Siegel, un productor. John Goodman hace el rol de un real John Chamber, un galardonado maquillista hollywoodense. Michael Parks aparece raudamente como Jack Kirby, el reconocido dibujante del cómic “Capitán América”, quien hace los bocetos o “storyboard” de la ficticia “Argo”. La película solo costó US$45 millones que ya ha triplicado en taquilla gracias al toque político del tema y al nombre de las estrellas involucradas. Pero, a más de ciertos méritos de producción, como la imitación del grano de la película para recordar la época y el toque documentalista del asunto, solo habría posibilidad de nominaciones a actuaciones secundarias (Arkin, Goodman).
Por lo demás, Afleck fue más talentoso en “Gone, baby, gone” o en “The town”, pues en este filme se apega solo de la estela política del tema y de una actuación seca y sin visos dramáticos. Son muy claras las muletillas “suspense” como la aprobación de tiquetes de avión o la recepción de una llamada, para dar emoción al climax del filme, sin tener un mejor guión o elementos más inteligentes para proveer este enganche en el público. Se abusa de caras mal temerosas y de la imagen del Ayatollah Ruhollah Jomeini, mostrada demasiadas veces como un ícono atemorizante, que deja de serlo por lo repetida. Se muestra al final, de manera demasiado formulada, la imitación escenográfica de fotos de prensa muy reconocibles. En este sentido, “Argo” cuenta 33 años después algo interesante de conocer como anecdótica operación de inteligencia, pero que poco afortunada y nada impactante quedó como historia fílmica.